Primer Premio Comisión Europea

La vieja y joven Europa: un mundo lingüístico-cultural

Noé Expósito Ropero

Cuando escuchamos la palabra Europa es inevitable echar la vista atrás y pensar en la eterna Historia del Viejo continente. Historia que desborda toda demarcación geográfica, de ahí su otro acertado nombre: el Viejo Mundo. Y es que eso es Europa, un Mundo. Los mundos desbordan las fronteras que dividen los países y nunca pueden ser identificados y registrados en aduanas. Los mundos se componen de ideas, creencias e ilusiones, pero se traducen en democracias, religiones y proyectos de vida en común respectivamente. Eso ha sido, es y debe seguir siendo Europa. Sin embargo, su eterna Historia se traducirá en eterna Nada si nosotros, especialmente los jóvenes europeos, no hacemos todo lo posible para hacer habitable y posible ese mundo. Y yo me pregunto: ¿qué podemos hacer nosotros, los jóvenes? ¿cómo hacer posible el pasado? ¿cómo, en definitiva, construir Europa? Es imposible responder a esa pregunta en unas líneas, pero intentaré decir algo. Una propuesta. Ésta se sabe limitada, de ahí que no pretenda ser la única, sino una más, complementaria. Sin embargo, me parece clave y creo es necesaria para el fin que perseguimos: sin ella las demás no son posibles. Me refiero a la importancia de las lenguas y su aprendizaje para la Europa que pretendemos construir.

Cobra aquí todo su sentido la sentencia del filósofo L. Wittgenstein: "Die Grenzen meiner Sprache bedeuten die Grenzen meiner Welt", que podríamos traducir como “las fronteras de mi lengua significan las fronteras de mi mundo”. No es seguramente la traducción más estética, pero sí la más acertada, pues ella describe rigurosamente la situación de la Europa actual. Es paradójico: hemos derribado las pesadas fronteras físicas que dividían Europa y hemos olvidado las más livianas: las invisibles. Es evidente que los capitales pueden circular libremente por Europa, y más allá de ella. Es éste sin duda un importantísimo logro, el Mercado Común Europeo y la moneda única. La economía es un pilar imprescindible de toda sociedad, pero ésta no es nada sin las personas. Por ello, para que además de los capitales puedan también circular, y no sólo circular, sino vivir, trabajar, estudiar, en fin, habitar y convivir las personas en los diferentes países y culturas que conforman la Unión Europea, es condición sine qua non la enseñanza y el aprendizaje de las distintas lenguas que se hablan en la zona europea. De lo contrario, ésta será sólo eso: una zona común de comercio y de circulación de personas, pero jamás un mundo compartido y habitable. Y es que las lenguas no son sólo lenguas. Una lengua no es sólo un instrumento de comunicación, sino que ella es antes que nada un mundo. En ella se expresan y se recogen las tradiciones culturales, a través de los conceptos, las palabras, los dichos y las expresiones. Por ello, sólo el aprendizaje de ellas posibilita la comunicación entre personas y la integración en las distintas sociedades y culturas.

No nos conformamos con la libre circulación, queremos una Europa en la que las personas puedan convivir. Circular es fácil, rápido y económico. Por suerte, disponemos de vuelos low cost que nos permiten circular por toda Europa en pocas horas. Yo mismo, tras finalizar mis estudios de licenciatura en filosofía en España, cogí mi maleta y compré uno de esos billetes para irme a trabajar y estudiar fuera. Pero lo hice gracias a que antes había estudiado un año en Alemania con una beca Erasmus; y había aprovechado los veranos para trabajar y aprender idiomas; y había hecho lo mismo antes en otros países y también en España, en la Escuela Oficial de Idiomas. Cuando aterricé hace ya casi dos años lejos de tierras españolas, hubo personas que literalmente me abrieron las puertas de su casa. Me ayudaron porque podía comunicarme con ellas, y yo pude también ayudarle a ellas. Encontré trabajo en la gastronomía, aprendí un oficio y conocí a personas de Suiza, Portugal, Egipto, Italia, Turquía, Francia, Túnez, Alemania y Francia. Hice grandes amigos y comencé a aprender francés (ahora vivo en Saint-Louis, Francia).

Sin embargo, convencido siempre de la importancia de las lenguas, en todo este tiempo nunca dejé de enseñar mi lengua materna a todos aquellos y aquellas que quisieron aprenderla. Ahora soy profesor de español a tiempo parcial en una escuela de idiomas, lo cual me permite ampliar mis estudios en mi otra gran pasión, la filosofía. También mi madre cogió las maletas y se vino a buscar trabajo conmigo y también vive aquí, pero eso es ya otra historia. Ahora, cuando echo la vista atrás, veo una larga Historia, tan larga como la del Viejo mundo que llamamos Europa. Me siento afortunado de poder habitar ese mundo y convivir con las personas que viven en él. Y todo gracias a que aprendí una de sus lenguas. Gracias a eso, las fronteras invisibles se hicieron más invisibles; la crisis económica se hizo menos crisis; aprendí y viví lo que de otro modo hubiese sido imposible y mis proyectos, con trabajo y esfuerzo, se van realizando. 

Mi historia es sólo una de esos miles y miles de jóvenes que también compraron un vuelo económico y hoy podrían firmar este artículo.

Por ello, y concluyo, mi propuesta concreta aboga por una apuesta real y efectiva por la enseñanza y el aprendizaje de idiomas con obligatoriedad en toda Europa: desde los planes de estudios escolares hasta los universitarios. Los idiomas no pueden seguir siendo un complemento, sino materias transversales obligatorias. La enseñanza y su aprendizaje han de cobrar así prioridad central para las Instituciones europeas a todos los niveles, nacionales e internacionales, y han de fomentar, potenciar y sustentar su desarrollo. Esto para todos los idiomas oficiales: tanto para el alumnado como para el profesorado.

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Por nuestra parte, la capacidad de trabajo, el esfuerzo y la movilidad internacional será nuestro compromiso y obligación. Eso, creo, podemos y debemos hacerlo nosotros, los jóvenes europeos.______________________________________________

De entre los participantes españoles, este es el artículo ganador del concurso de escritura creativa Tan parecidos, tan diferentes, tan europeos, convocado por la Comisión Europea y del que infoLibre fue jurado. El concurso, organizado por la Dirección General de Ampliación, está dirigido a jóvenes de entre 18 y 25 años de toda la Unión Europea que tenían que responder a una de estas dos cuestiones:–¿Qué te aporta la Unión Europea ampliada?–¿De qué manera la Unión Europea ampliada puede afrontar los desafíos del mañana?Se ha premiado a un joven de cada Estado miembro, que ha ganado una visita de 3 días a Bruselas junto con el resto de galardonados.

Tan parecidos, tan diferentes, tan europeos infoLibre

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