Portada de mañana
Ver
Israel utiliza por primera vez a gran escala la inteligencia artificial en la invasión militar en Gaza

Los argentinos de bien

Muchas y muchos desde nuestro pináculo europeo nos vimos sorprendidos y aliviados con el resultado de la primera vuelta de las elecciones argentinas, que pronosticaban un triunfo holgado de Milei, que finalmente no se produjo en los términos previstos. El candidato de La Libertad Avanza, partido de reciente creación (14 de julio de 2021) pasó en poco tiempo de ser un personaje mediático, una caricatura extravagante y burda, a convertirse en el favorito presidenciable, aunque finalmente no culminó sus expectativas al verse superado por Massa, candidato de la coalición Unión por la Patria de raíces y simbología peronista (soberanía política, independencia económica y justicia social). No obstante, el resultado fue apretado, y arrojó muchas incertidumbres sobre la solución final, pero lo cierto es que a Milei le votaron aproximadamente uno de cada tres argentinos, muchísimos si atendemos a la no tan lejana historia de dictadura del país, y a las similitudes del candidato con lo peor de la política moderna.

Sin embargo, poco ha durado el alivio, justo lo que la campaña para la segunda vuelta. Probablemente, las causas y la configuración de este fenómeno que se ha calificado por su histrionismo sean múltiples y complejas, de carácter político, socioeconómico e histórico, pero resulta evidente que la situación de Argentina roza lo insólito y lo insostenible para su mayoría social: un 40% de personas sumergidas en la pobreza, delincuencia, inflación que se acerca al 140%. En definitiva: precariedad e inestabilidad para un país que debiera ser uno de los más prósperos del mundo y líder de la región a la que pertenece. Sin embargo, esta olla a presión en la que se ha convertido en las últimas décadas y bajo gobiernos de distinto signo, ha encontrado una vía de escape de tensiones por la vía del populismo en el peor sentido de la expresión en términos de políticas públicas. 

El caldo de cultivo de la desesperanza de las clases más desfavorecidas parte de la falta de empleo que afecta aproximadamente al 50% de la población, a la precariedad en el mismo y en el resto de trabajo denominado informal que acoge el autoempleo ocupado por monotributistas, cuentapropistas, cooperativistas, profesionales con muy baja facturación o trabajadores de plataformas y trabajadores sumergidos. En definitiva, un empleo desregulado y sin derechos alejado de los principios básicos del bienestar en el trabajo como el salario digno, la seguridad y Salud, la capacitación o la estabilidad. Por su parte, las clases privilegiadas y con capacidad de consumo, incluidas las empresas, no pueden adoptar decisiones económicas ni de inversión, ni de dicho consumo ante la fragilidad e inestabilidad de una moneda profundamente devaluada.

Ayer Milei empezó su primera intervención, una vez conocido el triunfo de su formación, dirigiéndose a los argentinos de bien y apelando reiteradamente a la libertad. Queda claro pues, y desde el principio, a quién van a ir destinadas sus políticas

En este contexto Milei les ha prometido un horizonte nuevo: por un lado, un antagonista al que odiar, culpar y combatir en forma de los gobiernos y las castas, con un discurso impugnatorio, y por otro, un sueño dorado de prosperidad, riqueza y desarrollo, aunque de ninguna manera muestra la hoja de ruta ni las decisiones básicas para conseguirlo: derogación sin planificación ni base sólida.

Con ello se acaba de resolver el enigma que ha enrocado el país en un enfrentamiento y una pasión propia de una Argentina fuertemente polarizada. Su sistema presidencialista está acostumbrado a sorprendernos y a contradecir las lógicas de la ciencia política o la demoscopia. Sabíamos que era difícil que se establecieran pactos entre partidos, sino que más bien se produciría un diálogo entre los candidatos y el pueblo, que, si la base peronista se activaba y peleara casa a casa, tenía muchas opciones, pese a que el candidato ofrecía serias dudas al propio peronismo y al país entero en cuanto ex ministro de Economía de la inestabilidad que hemos relatado. Pensábamos también en una probable campaña fuertemente territorializada donde operarían decisivamente a su vez los candidatos territoriales de cada partido, donde el peronismo tenía una red para resistir, pero no les ha bastado. 

El resultado ha sido el temido por muchas desde fuera. Una votación más que activa a favor del candidato ultraderechista, reactiva a décadas de gobiernos diferentes que no han conseguido sacar al país de un proceso de declive permanente. La cuestión es que han elegido una transformación en forma de pirueta de alto riesgo. Lo que sabemos de las erráticas pretensiones del próximo ocupante de la Casa Rosada augura un escenario de complejidad para el país: desde la desaparición de derechos como el aborto, a la destrucción de lo público incluso en cuestiones básicas como la sanidad o la educación, bastiones del Estado del bienestar, o los subsidios que han apuntalado a la mayoría social cercana a la pobreza. 

Parecería lógico que el próximo gobierno debiera adoptar con determinación decisiones regulatorias en los ámbitos económico, fiscal y de protección de los derechos de las personas trabajadoras, pero también de control de las políticas monetarias para cumplir con los objetivos pactados con el Fondo Monetario Internacional. Sin embargo, nada de esto forma parte de la hoja de ruta de un presidente sobre cuyo criterio, estabilidad y principios caben dudas más que razonables. Pese a su situación de minoría en el Congreso, la experiencia nos habla de la capacidad de este tipo de liderazgos para abordar las democracias y erosionarlas desde dentro. 

Este domingo, Milei empezó su primera intervención, una vez conocido el triunfo de su formación, dirigiéndose a los argentinos de bien y apelando reiteradamente a la libertad. Queda claro pues, y desde el principio, a quién van a ir destinadas sus políticas, que desde luego no es a la mayoría social, sino a aquella que alcanza el criterio ético de quien a partir del 10 de enero será su Presidente, y a quienes tengan la suerte de contar con la estabilidad económica suficiente para sentirse libres. 

Más sobre este tema
stats