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El clavo ardiendo de Feijóo para el 28M

Hay un antiguo proverbio chino que dice: "Cuando cae una hoja, sabemos que se acerca el otoño". Traducido al español sería algo como: "Cuando cae una mención a ETA, sabemos que se acercan las elecciones". No llevamos ni una semana de campaña y ya se han sucedido uno tras otro todos los manidos clichés de la política española. Lo primero y más esperable, los anuncios electoralistas con calzador del Gobierno anunciando descuentos y avales para todo el que sea susceptible de emitir un voto. Lo segundo y más lamentable, la entrada de ETA en el debate público en unas elecciones autonómicas y municipales doce años después de la desaparición de la banda terrorista.

El Partido Popular replica el recurrente dicho castellano "¿De dónde vienes? Manzanas traigo" diciendo "¿Cuál es tu programa para el 28M? ETA traigo". Cuando deberíamos estar hablando sobre el estado de la sanidad pública, sobre el tremendo problema de la vivienda, sobre el modelo productivo de nuestras comunidades autónomas o sobre la gravísima sequía que sufre nuestro país, la oposición habla de ETA. Y que nadie se confunda. Obviamente a ningún demócrata le debería agradar que haya candidatos que fueron condenados por delitos de terrorismo. Pero de la misma manera, tampoco a ningún demócrata le debería agradar que ese asunto se convierta en el monotema de unas elecciones muchísimo más amplias. Aunque solo fuese por las víctimas que tienen que ver cómo los asesinos se presentan impunemente a las elecciones al mismo tiempo que la oposición monopoliza y utiliza su dolor para evitar tener que hablar de un programa electoral del que carecen.

Cuando alguien está desesperado, se agarra hasta a un clavo ardiendo para no caer. La desesperación de Feijóo era evidente

Cuando alguien está desesperado, se agarra hasta a un clavo ardiendo para no caer. La desesperación de Feijóo era evidente. Llevaba doce meses consecutivos de caída en valoración en todas las encuestas mientras notaba el aliento de Ayuso en el cogote. Ese clavo ardiendo se concretó en su línea programática para estos comicios electorales resumida en el inconcreto y difuso eslogan "derogar el sanchismo". Tras dos escasas semanas, este clavo ardiendo mostró signos de desgaste y rápidamente se pasó de ese ensayo de novedosa mediocridad programática a la vuelta a la vieja y confiable mediocridad electoralista de agitar ETA en tiempos de elecciones. De un clavo ardiendo a otro clavo ardiendo. Ya estuvimos ahí y seguramente volveremos a estarlo. La pregunta es: ¿cuánto aguantaremos con la misma cantinela de siempre?.

Fiarlo todo al terrorismo para no hablar de por qué no quieren regular los alquileres. Hablar de Otegi para no hablar de gastar más en sanidad pública. Hablar de Bildu para no hablar de economía. Hablar de una banda terrorista que fue derrotada hace doce años para no tener que hablar de la España de hoy en día. No todo puede ser ETA. Primero por respeto a sus víctimas, hartas de ser despreciadas por un lado y monopolizadas por el otro, y segundo por respeto a los españoles que se juegan en estas elecciones asuntos más inmediatos, urgentes y solucionables que ETA. Es posible que este enésimo intento de desviar la atención les funcione. Pero como con todo clavo ardiendo, si te coges demasiado a él al final te acabas quemando y cayendo. Y a Feijóo le empiezan a quemar las manos.

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Alán Barroso es politólogo y experto en comunicación política.

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