El esperpento

El miércoles pasado tuvo lugar el entierro de la sardina y se celebró el miércoles de ceniza, lo que, según la religión católica, indica el fin de los carnavales y el inicio de la cuaresma, respectivamente. Durante el tiempo de carnaval es habitual que el esperpento se haga el protagonista de la calle presentando situaciones grotescas como su propio espíritu indica. Pero en realidad, está presente de manera habitual en nuestra vida diaria. En Luces de Bohemia, Valle Inclán utilizaba la imagen de los espejos cóncavos del local comercial del madrileño Callejón del Gato, mostrando unas figuras distorsionadas que no eran sino reflejo de una tragedia cotidiana. El literato empleaba el esperpento a medio camino entre el drama y la comicidad para dibujar una realidad poco grata.

La apariencia sigue siendo la norma durante este tiempo de contrición y recogimiento, algo que ni siquiera aquellos que nominalmente estamos aún en la iglesia católica cumplimos. La penitencia la llevamos día a día y la sufrimos, en especial, cuando tenemos que soportar determinadas actitudes o hechos como los que aquí refiero.

Las chirigotas de Cádiz son las mejores cronistas de los sucedidos de más relieve durante el año. Las Fallas de Valencia representan, en efigies de cartón, los mismos hechos con aparente distorsión. Todo lo tratan, dejando en su sitio debates como los que ha generado la aprobación de la conocida como ley trans o la del sí es sí o la de la Memoria Democrática, o las coplas sobre el emérito y la realeza. Por ejemplo, la comparsa Aria Aria lo dijo así de alto y clarito, a ritmo de pasodoble:

“Dónde está tu tolerancia

si prefieres un hijo preso a que te salga maricón”.

“Si mi libertad te molesta,

es la prueba de que hay que luchar todavía

hasta que llegue ese día

en el que podamos comernos a besos por las esquinas

sin el miedo a perder la vida”.

Sí señor, ni agrias críticas ni anuncios agoreros sobre la libertad y la moral, ni acusaciones de chavismo galopante. Así se ataca el esperpento de la intolerancia, con dos acordes y media docena de versos. Y, eso sí, con sentido del humor.

El esperpento da mucho de sí. Ahí tenemos a Ramón Tamames, que ha decidido salvar a la patria amenazada por el pérfido socialismo y sus malvados socios con una moción de censura, de la mano del ultraderechista Abascal y su partido Vox. Hay fotos que quedan indelebles para siempre, y la que retrata a los líderes de VOX y a otros sujetos aledaños lo dice todo.

Tamames se justificó afirmando que su intención no era sino realizar un dictamen de la situación política y económica del país. Más aún, de no cumplir con el encargo, aseguró que no se moriría a gusto. El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, asegura que lo llamó, advirtiéndole que si Tamames fuera su padre, no le dejaría hacerlo, a lo que el veterano economista respondió que debería confiar en él aunque, no obstante, regañó, estaría bien que fuera el propio Feijóo quien encabezase la moción. La angustia de Feijóo se entiende mejor cuando expresa, preocupado, que tal acción supone una oportunidad que le darán al PSOE para cambiar de conversación. Sobre el candidato, la opinión más contundente ha sido la de su antiguo compañero en el comité central del PCE Víctor Díaz Cardiel, quien aseveró: "Solo una vanidad enfermiza explica que se preste a representar a quienes dicen que Sánchez es peor que Franco".

Degradar la democracia

Seamos serios: ¿qué aporta esta opereta? En apariencia, poco más que revuelo y comentarios. Que alguien que fuera en su día dirigente del PCE y a quien se tiene por economista brillante se avenga a estos manejos de manera tan frívola deja mal sabor. Pero hemos llegado a un punto en que este tipo de contradicciones ya hacen poca mella. Siempre queda la pregunta de qué han salido ganando los políticos que han protagonizado trayectorias tan poco leales a los valores iniciales declarados. Y la verdad es que no sé si quiero saber la respuesta. Pero fuera de las actitudes personales, hay algo más y es el problema de fondo: ¿A qué está jugando Vox? Vemos a Abascal deshojando la margarita, no se sabe si buscando alternativas o alargando la amargura del PP ante este golpe de efecto que, según las encuestas, le debe hacer mucha falta a su formación. Aparte de sus necesidades electorales, la extrema derecha sigue en su línea habitual de cuestionar el gobierno elegido en las urnas y socavar la democracia, degradándola. Ese es el objetivo, adornado con fuegos de artificio para exhibirlo mejor, y eso es lo que debe preocuparnos.

La sensibilidad de Garamendi

Otro misil esperpéntico en el centro de flotación de la sociedad es el caso de Antonio Garamendi, a la sazón líder de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), quien resulta que antes cotizaba como autónomo, pero ahora se estabiliza como alto directivo, ganando 50.000 euros más de lo que percibía en su estatus laboral anterior, con lo que sus emolumentos, por lo visto, alcanzan los 400.000 euros al año, si bien él niega tal subida y alega transparencia en todo el proceso.

Dejando a un lado la discusión sobre si era un autónomo con todas las de la ley o no, y en qué ha quedado su salario, que para eso doctores tiene Hacienda, lo que queda feo es que, en estas circunstancias, este señor ponga reparos a la subida del salario mínimo. Le parece mucho que los españoles tengan garantizados 1.080 euros para su propia supervivencia. Debe ser que unos lo merecen todo y otros no tanto. Ha recibido muchas críticas, incluidas las de su colega el presidente de la Confederación de empresarios de Pontevedra, Jorge Cebreiros, a quien no le parece sensible que la CEOE abone este sueldo que, dice, hace que se entiendan algunos ataques a la clase empresarial.

Aparte de sus necesidades electorales, la extrema derecha sigue en su línea habitual de cuestionar el gobierno elegido en las urnas y socavar la democracia, degradándola. Ese es el objetivo, y eso es lo que debe preocuparnos

Aquí el esperpento se incrementa ante la respuesta del afectado. Garamendi argumentó en su defensa lo siguiente: “Perdona que haga el ejemplo, pero esto es como cuando hay una violación y dicen que la chica iba en minifalda. Perdón, no. No acepto pulpo como animal de compañía”. Tal ¿metáfora? no solo es absurda sino de mal gusto y muy poco oportuna con la que está cayendo. Sin duda la sensibilidad del presidente de los empresarios deja mucho que desear y no solo en lo referido a las necesidades de los trabajadores.

Y qué decir del culebrón del supuesto asesoramiento del exvicepresidente de los árbitros al Barça a lo largo de los años. Soy culé y pienso que sería muy bueno para el fútbol, y para todos en general, que se llegara al fondo de este asunto en vez de lanzarse ataques unos a otros.

Extraterrestres

Otro esperpento de actualidad es el de los supuestos globos espías chinos, que EE.UU. ha abatido cuando surcaban su espacio aéreo y el de Canadá. Durante dos semanas, desde finales de enero, se han llevado a cabo acciones militares aéreas poco comunes en tiempo de paz. Sin al parecer contar con pruebas, Estados Unidos apuntaba a China acusando al gigante asiático de violar su soberanía. Por su parte, China, que negaba la mayor, señalaba a los norteamericanos como autores de diez incursiones con globos espías en su territorio durante 2022. Por supuesto, ellos no lo admitieron. Lo más peculiar fue la definición por parte del Pentágono de "objetos no identificados" a la hora de explicar lo ocurrido. Y ahí surgió la idea de que eran aparatos de otro planeta, OVNIS de los de ET o de los otros, de los malos. A tal punto que la Casa Blanca desmintió tal posibilidad, admitiendo que podría tratarse de algún invento comercial o de investigación.

Todo esto no pasaría de anécdota si bajo el aspecto lúdico no latiera el drama que, en este caso, se ha plasmado en un malestar entre los dos países al punto de que la irritación motivada por estos incidentes llevó a suspender una reunión prevista entre Pekín y Washington. Mal asunto, pues es sabido que ambas potencias, en estos tiempos de guerra, que es el mayor y más sangrante esperpento, buscan aflojar la tensión o eso esperamos todos. Afortunadamente, las aguas tienden a volver a su cauce y el presidente Biden y su homólogo asiático parece que ya no tienen problema en reanudar la relación.

Fruto de esta historia enloquecida, y para mayor gloria del esperpento, ha enviado su mensaje un viajero del tiempo que afirma que, en dos meses, los extraterrestres van a conquistar la tierra. El tiktoker Eno Alarica, quien dice provenir del año 2671, anuncia una catástrofe alienígena en breve, de la que solo se salvarán 8.000 terrícolas gracias a las buenas artes de un marciano bueno. A él, por lo visto, lo salvaron en su momento.

Somos nosotros

Esperpento, como ven, sobre esperpento. De cada uno puede salir una chanza, pero el trasfondo es demasiado serio como para frivolizar. Tan grave como la observación del secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, quien estos días atrás ha advertido ante el Consejo de Seguridad de un gran peligro ante la subida del nivel del mar a causa del cambio climático. Ha dicho que los últimos informes científicos que obran en su poder apuntan a que, aun cuando se consiga contener el aumento de la temperatura media global en 1,5 grados para finales del siglo, el aumento del nivel del mar tendrá consecuencias muy graves para buena parte de las naciones costeras e insulares. La catástrofe llegará si se alcanzan los dos grados. Ahora ya se están produciendo salinización de acuíferos y pérdida de cultivos en algunos lugares del Caribe, pero la amenaza se concreta en ese futuro en que puedan desaparecer países enteros.

¿En qué consiste aquí el esperpento? En nuestra propia indefinición, en la falta de reacción ante lo que le estamos haciendo al planeta. En reírles las gracias a unos tipos infumables; en no frenar el fascismo que sigue avanzando o no protestar por las injusticias de los que nos mangonean desde posturas indefendibles. Si nos miramos en el espejo cóncavo veremos, demasiadas veces, nuestra imagen deformada por la desidia y el desinterés. Al final, siempre, el esperpento somos nosotros.

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Baltasar Garzón es presidente de FIBGAR y autor, entre otros libros, de 'Los disfraces del fascismo'.

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