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Manual de instrucciones progresista para ganar en 2023

Estamos a las puertas de un año clave que sentará las bases de todo lo que venga después. Un momento de política concentrada de esos que ocurren cada cierto tiempo y que condicionan épocas enteras. El último se dio tras la moción de censura de 2018 que desalojó a Rajoy de la presidencia y logró una mayoría de gobierno en España hasta entonces inédita. Por eso 2023 es tan importante, porque repartirá los papeles, los equilibrios, los retos y el terreno del debate en España para lo que queda de década. Durante este nuevo año los partidos progresistas se juegan no solo revalidar su liderazgo, sino asentarlo. Y a pesar de haber tenido el contexto en contra (pandemia, crisis económica, guerra en Europa…) las cartas están sobre la mesa y existe la posibilidad de jugarlas con audacia para volver a ganar el país. Pero para eso hace falta un manual de instrucciones que entienda una cosa básica: si quieres vencer a Mike Tyson no le invites a subir al ring, sino a jugar una partida de ajedrez.

Las derechas están encantadas de hablar de Cataluña, de referéndum de independencia, de violencia en las calles, de inmigración, de violaciones, de comunismo bolivariano y de todo tipo de catástrofes que amenazan la existencia misma de España. Tan encantadas de hacerlo están que para ello no tienen inconveniente en inventarse un país que no existe para escandalizarse a diario con el terrible reflejo de sus propias alucinaciones. Hay que dejarlos solos en su delirio hiperbólico subidos en el ring deseosos de comenzar una pelea a puñetazos donde saben que son fuertes y esperarlos fuera, frente al tablero de ajedrez, donde acostumbran a fallar.

Hablemos de impuestos a las grandes cadenas alimentarias que se han forrado con la excusa de la inflación ahogando al mismo tiempo a productores y consumidores

Para las derechas incluso el mismo acto de respirar por parte de cualquier miembro del Gobierno es un evidente signo de política bolivariana. Aprovechemos entonces que la sobreactuación de los de enfrente está garantizada para que al menos tengan que posicionarse sobre cosas realmente importantes y, sobre todo, incómodas para ellos. Bajemos del cuadrilátero. No vamos a entrar en su polémica sobre si el gobierno quiere prohibir el vino o el azúcar, sobre si España se rompe, sobre si la ocupación es el primer problema de los españoles o sobre si el presidente del gobierno anda 20 centímetros por delante del rey en un acto público. Las polémicas estériles tienen resultados estériles que rápidamente se olvidan pero movilizan al adversario que es un auténtico profesional en ese terreno. 

En lugar de eso hagámosles discutir sobre aquellas cosas que de verdad importan. Hablemos de salario mínimo interprofesional, de subirlo desde los 735 euros que tenía España en 2019 a los más de 1.100 que indica la Carta Social Europea que se deberían alcanzar. Hablemos de impuestos a las grandes cadenas alimentarias que se han forrado con la excusa de la inflación ahogando al mismo tiempo a productores y consumidores para exprimir hasta el último euro y sumarlo a su abultado margen de beneficio repartido entre sus escasos accionistas. Hablemos de aumentar la contribución de los que más tienen y de poner reglas claras para acabar con la evasión fiscal que cada año roba más de 6.000 millones de euros a los españoles y que en un 70% es producto de grandes fortunas y empresas y no precisamente de pequeños autónomos y trabajadores. Hablemos de mejorar la sanidad pública, de recuperar esos 18.000 médicos que se han ido de España en los últimos 10 años no porque tengan sed de aventuras internacionales sino porque tienen sed de salarios y condiciones dignas que en nuestro país se les negaban. Hablemos de esas cosas que para el conjunto de los españoles, incluso para los que votan a las derechas, son de sentido común pero que al mismo tiempo a esos partidos tanto les cuesta apoyar y tanto sufren a la hora de posicionarse en contra como con las subidas del salario mínimo o los impuestos a eléctricas y millonarios.

En definitiva, la victoria pasa por no subirse a un ring a pegarse, sino por jugar en tu tablero con un contrincante que está acostumbrado a utilizar las piezas como si fuesen proyectiles. Es por ahí donde les duele a las derechas, y por eso, tras ver que los progresistas pueden representar el papel de gestor solvente y preparado que gobierna para la mayoría, no les queda más remedio que volver a intentar arrastrar la disputa política al barro. El resultado de la batalla de 2023 dependerá del lugar donde se de: en su ring o en nuestro tablero.

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