Nos están matando

Terrorismo: sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror. Es la definición que recoge la RAE de esta palabra. Teniendo en cuenta las circunstancias, define con bastante precisión lo que ocurre con la violencia machista en España. En tan solo unas horas, cuatro mujeres han sido asesinadas por hombres con los que habían mantenido algún tipo de relación. Además, un policía está grave tras enfrentarse a un maltratador cuando acudía a prestar ayuda a una víctima. A finales de la semana pasada conocimos que un varón había sido detenido por matar, descuartizar y enterrar a su exesposa. Así ha empezado el año. La realidad que vivimos es insoportable. 1.185 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas desde 2003. El número de feminicidios es más alto, pero hasta este año no se contabilizaban de manera oficial a las que no mantenían ese vínculo con su agresor. Lo peor, y más probable, es que ese número habrá aumentado cuando se publique esta columna. No son casos aislados, hay una estructura ideológica, social y cultural que sustenta esta violencia. Por eso, sí. Es terrorismo machista. A las mujeres nos están matando. Es urgente. Prioritario. Una cuestión de Estado. 

No está catalogada como una película de terror, pero hay una escena de Custodia compartida de Xavier Legrand que siempre me ha generado más pavor que cualquier cinta del género. Y créanme, he visto mucho cine. Escondidos en la bañera, acurrucados y tiritando de miedo, una mujer y su hijo esperan a que llegue la policía mientras el exmarido de ella y padre del niño recorre silenciosamente la casa buscándolos. Ha entrado en mitad de la noche, a la fuerza, derribando de una patada la puerta, tras pegarle varios disparos con la escopeta que lleva en la mano. Con el título y esto que les he contado, no es difícil adivinar el argumento. Spoiler: un maltratador nunca es un buen padre. El miedo que sienten madre y niño traspasa la pantalla. Tiemblo con ellos. Tiene ya unos años, pero ojalá fuese de obligado visionado para ese 10% de jóvenes que afirma que la violencia de género es un invento ideológico. 

No son casos aislados, hay una estructura ideológica, social y cultural que sustenta esta violencia. Por eso, sí. Es terrorismo machista. A las mujeres nos están matando. Es urgente. Prioritario. Una cuestión de Estado

No todos los hombres la ejercen, pero todos los que la ejercen lo son. La violencia es un problema de ellos que sufrimos nosotras. Por eso, la respuesta a nuestras reivindicaciones no puede ser el silencio o la indiferencia. Necesitamos que los hombres se sientan interpelados, que se impliquen en nuestra lucha los 365 días del año y no solo cuando toca ponerse el lacito morado. No se puede apartar la mirada cuando lo que está en juego son nuestras vidas. Es hora de que el foco se centre en el agresor y no en la agredida. Tampoco podemos permitir que los feminicidios sean solo noticia cuando hay un repunte de asesinatos. Cada crimen machista es un fallo del sistema, una anomalía democrática. Haya denuncia o no. Con 68 víctimas en 2022, ¿cómo es posible que el presidente del Gobierno ni siquiera lo mencionase en su balance anual? Hace medio siglo, las feministas se dieron cuenta de la importancia de politizar lo que ocurría dentro de sus casas. Colectivizar la dominación masculina para poner sobre la mesa las estructurales patriarcales que la mantienen. Y de ahí surgió el lema lo personal es político. La violencia machista lo es. No creo que sea mucho pedir que los representantes públicos la incluyan en cada uno de sus discursos. Por cierto que ridiculizarla, banalizarla o negarla también es violencia. El feminismo, mientras tanto, seguirá haciendo pedagogía. No queda otra. Aún tenemos que demostrar que muchas veces, el verdadero terror, como en la película de Legrand, está dentro de nuestras casas.  

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