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La muiñeira de Feijóo

A Alberto Núñez Feijóo se le iban los pies en Génova el día de la embaronización de Alfonso Rueda. No era para menos. La pérdida de Galicia habría servido para constatar que los conjurados contra Pablo Casado hicieron un viaje a ninguna parte sacando a Feijóo de la Praza do Obradoiro. El 18F les permite digerir el plan frustrado de la mudanza a Madrid: Feijóo no es presidente del Gobierno como estaba previsto, pero al menos no se ha dejado la Xunta por el camino.   

La muiñeira de Feijóo es la máxima expresión de alivio de un dirigente que desde que asumió el liderazgo del PP ha ido adaptando su discurso y sus formas a una derecha política y mediática muy distinta a la de su territorio. El martes, cuando la mano de Feijóo buscaba la de Rueda entre aplausos y casi se arranca a bailar, esbozaron una sonrisa muchos que no le han reconocido en sus maneras madrileñas, en la decisión de no desbloquear el CGPJ y de apropiarse del discurso de la ultraderecha para pelear por los votos del campo.  

El 18F no borra de un plumazo a Vox ni le permite hacer a su antojo, pero la mayoría absoluta en Galicia sí que sirve a Núñez Feijóo para librarse de la presión interna por un tiempo. Calla la boca de las ex que iban diciendo por los mentideros que estaba amortizado y deja en la carpeta de no enviados los argumentarios que tenían escritos en la Moncloa sobre su debilidad en el partido. Feijóo casi bailó la muiñeira porque esta campaña gallega había puesto en alerta a muchos, que alucinaron al saber que habían servido en bandeja a un grupo de periodistas el doble discurso sobre Cataluña de "altas fuentes del PP". Finalmente, esa comida con “los 16 de Lugo” ha quedado aparcada como un desliz, pero en caso de derrota habría alimentado los malestares internos que ya se vienen cociendo desde las generales.  

La mayoría en Galicia sirve a Feijóo para librarse de la presión interna por un tiempo. Calla la boca de las ex que iban diciendo que estaba amortizado y deja en la carpeta de no enviados los argumentarios de la Moncloa sobre su debilidad en el partido

Feijóo ha salvado el trance mientras a Pedro Sánchez sigue sin salirle la amnistía, no avanza con los Presupuestos y, para colmo, ahora tiene planeando sobre su cabeza a Koldo García, la sombra de su ex lugarteniente. José Luis Ábalos es ahora un político de las tertulias que fuma casi en solitario en el patio del Congreso, pero fue secretario de Organización de Sánchez y ministro de uno de los departamentos que adjudica más contratos públicos. El líder del PP no suelta ese hueso y lo va a saborear porque Koldo García fue una figura incómoda para muchos, pero nadie lo quitó del medio. Sus andanzas afloran en el peor momento para Sánchez. Con la legislatura por consolidar y Feijóo revitaminado con el caldo gallego del 18F. 

La política histérica de los últimos años nos ha enseñado que las certezas de hoy se disuelven al día siguiente y que el cadáver del 28M resucitó el 23J. Los análisis racionales dibujan un relato pero las circunstancias moldean una realidad que termina siendo impredecible. A Moreno Bonilla le tenían preparada la sucesión la noche antes de gobernar con el peor resultado de su historia y ahora es un baroncísimo del PP. A Núñez Feijóo lo llevaron a Madrid para derrocar al sanchismo y ahora celebra con bailes populares que conserva la mayoría en Galicia, con dos escaños menos. A Isabel Díaz Ayuso le gusta la fruta y lo recuerda todos los días, no vaya a ser que alguien se olvide de ella. Por el momento, parece que no está en sus planes darse un atracón; por lo que pueda pasar.  

La historia de este PP y de esta legislatura, corta o larga, está por escribir. Ha hecho bien el líder popular en pasear su dicha por las sedes de Galicia y Madrid, que no sabe uno cuántas oportunidades habrá para celebrar. Tendría que haber bailado la muiñeira, que nos dejó a todos a medias.

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