70 años de limpiezas étnicas en Oriente Medio anunciadas previamente

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Daniel Lobato

Hay un hilo de conexión entre dos hombres que comparten con cien años de diferencia una intolerancia xenófoba, una moralidad religiosa integrista y un supremacismo racial. Uno fue ministro de exteriores británico hace exactamente cien años, se llamaba Arthur James Balfour. El otro se llama Recep Tayyip Erdoğan, presidente de Turquía desde 2014.

Los dos anunciaron la ejecución de una limpieza étnica y cambio demográfico forzoso (crímenes contra la humanidad) que posteriormente se llevaron a cabo. El primero anunció en 1917 la limpieza étnica de Palestina con la Declaración Balfour, en la que prometió entregar Palestina al movimiento sionista europeo. El segundo lleva anunciando desde 2011 la limpieza étnica de Kurdistán en los medios de comunicación.

El próximo 15 de mayo de 2018 se cumplirán 70 años de la Nakba (“catástrofe”) palestina. La limpieza étnica de 800.000 personas nativas mediante su asesinato y expulsión cometida por las fuerzas militares sionistas, y la proclamación por estos extranjeros de un estado de carácter etno-religioso llamado Israel. Treinta años habían pasado desde que Balfour lanzó su anuncio predestinando a los palestinos a un exilio a punta de pistola.

Este crimen contra la humanidad cometido por el artefacto sionista, continúa hasta hoy impune con los más de 6 millones de personas refugiadas palestinas esperando el retorno tal como manda la legalidad internacional o la resolución 194 de la ONU. Viven de una caridad internacional que no desean (la agencia de la ONU para refugiados y refugiadas palestinas, UNRWA), y que EEUU ha anunciado que recortará dramáticamente. Lo que ellas y ellos desean es que se aplique su inalienable derecho al retorno a sus tierras y hogares. Son el colectivo humano refugiado más antiguo y numeroso del planeta.

Además, el crimen se realizó con la complicidad y el silencio de las grandes potencias del momento, Gran Bretaña, EEUU, y el bloque de la URSS, quienes previamente en la ONU habían troceado esa tierra sin preguntar a quienes la habitaban su opinión al respecto.

A partir de ahí, la narrativa hegemónica en occidente se encargaría de encubrir el delito: bien desapareciendo su espacio en los medios de comunicación, o bien utilizando un relato que hiciese borrosa y confusa la simple aplicación de la legalidad para alcanzar una paz con justicia: “conflicto histórico”, “guerra árabe-israelí”, “dos pueblos”, “terrorismo palestino”, “mesas de negociación”, “proceso de paz”, etc.

La limpieza étnica de Afrin: anunciada por Erdogan hace siete años

En 2018 hemos presenciado otra limpieza étnica anunciada premeditadamente en los medios de comunicación: la invasión de la región kurda de Afrin por el ejército turco utilizando milicias extremistas. Desde 2012 —tras el acuerdo al que llegaron un gobierno sirio en retirada y las organizaciones kurdas-sirias— la exitosa defensa y gobernanza de Afrin corría a cargo de sus milicias populares YPG-YPJ y su autoadministración democrática comunal respectivamente.

Cientos de miles de personas, entre habitantes kurdas y refugiadas internas de otras zonas de Siria, acaban de evacuar la región más pacificada de toda la guerra ante la certeza de la masacre que se cernía sobre ellas por parte de Turquía y sus bandas yihadistas. 

Tras los civiles, las milicias kurdas YPG se retiraron, renunciando a entablar una imposible guerra convencional contra el 2º ejército de la OTAN y provocar que toda la región, aldeas y ciudades finalizasen arrasadas por los bombardeos que Turquía había realizado las semanas previas matando a centenares de civiles.

Era una quimera pensar que el gobierno sirio y su diezmado ejército podrían haber asegurado la región con inexistentes unidades o tanques. Haber izado muchas banderas gubernamentales y retratos de Assad en toda la provincia como disuasión a las milicias turcas hubiera sido inútil para la población kurda de Afrin, pues Erdoğan tenía decidida la invasión desde hace años. Sólo EEUU y Rusia podían evitar el ataque turco o de sus grupos subcontratados.

Cuando la guerra en Siria apenas había comenzado —en junio de 2011— y Turquía sólo acogía a 8.000 refugiados del país vecino, Erdoğan ya anunció que iba a crear una “zona de exclusión” en el interior de Siria en su borde fronterizo para “reasentar a los refugiados”. Refugiados que, como vemos, por entonces Turquía acogía en cantidad minúscula. Se puede seguir en los medios el hilo de idénticas declaraciones de Erdoğan año tras año hasta 2018 con esas intenciones ampliadas a “devolver toda la zona fronteriza de Siria a sus dueños árabes”, o lo que es lo mismo, la expulsión de los nativos habitantes kurdos.

Hoy, el número de personas refugiadas sirias en Turquía está en un pico de 3.500.000 siendo un 10% kurdas-sirias, las cuales han tenido más restringido el retorno frente a otros grupos sociales. Hoy sí dispone Erdoğan de personas sirias refugiadas en número suficiente para llevar a cabo el cambio demográfico en el país vecino, lo cual es un crimen de guerra adicional según establece el derecho internacional.

Que Erdoğan ya plantease en 2011 un proyecto de cambio demográfico forzoso dentro de territorio sirio, en la frontera, con reasentamiento de unos refugiados que en esa fecha aún no estaba acogiendo, indica hasta qué punto uno de los intereses de la agenda turca en la guerra de Siria era que el número de estas personas refugiadas se incrementase exponencialmente. Y sólo hay una forma para conseguir que huya de su propio país la mayor población posible: alimentar la guerra.

ISIS es Turquía, pero la geopolítica es la geopolítica

El consenso entre las potencias ha sido absoluto en cuanto a los vínculos de Erdoğan con ISIS o con otras milicias de etiquetas intercambiables: los gobiernos de Rusia, EEUU o Alemania han estado de acuerdo en esto, y por supuesto también lo han denunciado las milicias kurdas YPG y el gobierno de Damasco. Y a pesar de esta insólita unanimidad en que Erdoğan ha estado apoyando el terror y las bandas yihadistas, se le ha permitido reutilizar miles de mercenarios provenientes de ISIS y otros grupúsculos para ejecutar la limpieza étnica de la región kurda-siria de Afrin.

Y no sólo se le ha permitido, sino que los medios occidentales han blanqueado la operación de Erdoğan renombrando a sus mercenarios extremistas con los apelativos de “rebeldes”, “opositores” o “Ejército Libre Sirio”. Etiquetas intencionadamente confusas que esos mismos medios occidentales han utilizado y utilizan para otros mismos extremistas como los de Ghouta o Idlib. O peor aún, artículos en medios españoles que han hablado de la población nativa kurda como “ocupante” y por tanto como sujeto a ser expulsado, entre otras muchas falsedades.

Hacer una cosa y la contraria en la guerra de Siria ha sido la norma por occidente y ahora también Rusia. La OTAN dio luz verde en enero a la invasión de Turquía a Afrin alegando un supuesto derecho turco a la autodefensa (sin haber sido agredida) y ahora, dos meses después, EEUU dice sentirse muy preocupada por la situación. Por si a alguien se le olvidó, en la OTAN manda EEUU, Turquía es integrante de la OTAN y sus tanques son alemanes.

Por su parte, Rusia estaba asentada en Afrin en colaboración con los kurdos utilizando edificios como base logística, y su presencia disuadía a Erdoğan de la invasión. Y de pronto Rusia se retiró de Afrin dando luz verde al ataque turco. La misma Rusia que en los dos años anteriores había acusado a Erdoğan de colaborar con ISIS, sufrir el asesinato del embajador ruso en Ankara y derribos de aeronaves por Turquía. El millonario contrato del gasoducto ruso Turkstream, la venta de material militar y el deseo geopolítico de atraerse a Turquía, han hecho que a Moscú se retire de la zona permitiendo los crímenes de guerra otomanos.

Y es que a pesar de este apoyo común a las milicias kurdas, tanto EEUU como Rusia se siguen manejando con sus prioritarias agendas respectivas en la guerra abierta que mantienen a través de terceros, o incluso de forma directa con los varios bombardeos que EEUU ha realizado sobre tropas y asesores rusos causando decenas de muertos. Esa agenda siria particular rusa y americana relega a los kurdos a sujetos geopolíticos de “usar y tirar”, tal como ha ocurrido los últimos cien años con este pueblo que no es ajeno a ello.

Los objetivos de Turquía con la invasión

Y en definitiva, ¿por qué Turquía desea cambiar la demografía de todo el norte de Siria?. Desde la primera guerra mundial, hace cien años, Turquía se ha sumergido en un nacionalismo étnico extremo que chocaba violentamente con la pluralidad de grupos sociales y religiosos de Oriente Medio. El genocidio, limpieza étnica y asimilación ejercido por el estado turco contra armenios, griegos, asirios y kurdos ha sido el guión estos cien años en distintas fases.

Desde hace dos años las ciudades kurdas en Turquía están siendo arrasadas sin que aquí sepamos mucho de ello. Es la guerra del estado turco contra el pueblo kurdo que defiende su identidad, lengua y cultura, y además propone un modelo democrático alternativo a la proto-dictadura de Erdoğan llamado Confederalismo Democrático. Este paradigma de convivencia que proponen los kurdos se ha llevado a la práctica en todo el norte de Siria y por tanto el estado turco ha llevado su ofensiva extramuros de sus fronteras para erradicar un modelo que impugna el autoritarismo de Erdoğan.

Erdoğan juega todas sus bazas ganadoras para obtener la impunidad en sus crímenes contra la población kurda dentro de Turquía, dentro de Siria o dentro de Iraq. Ante la UE utiliza a los refugiados como rehenes para chantajear a Europa. La UE paga y evade su obligación de aplicar el derecho humanitario a las personas que huyen de nuestras guerras. Justo ahora se cumplen dos años de ese acuerdo de la vergüenza. Y ante EEUU y Rusia, Turquía juega utilizando la mayor ambigüedad en sus acercamientos y alejamientos de ambos países y obtener el máximo beneficio.

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Mientras occidente acusa a Rusia de los bombardeos de Alepo o Ghouta, Putin señala los bombardeos por EEUU de Mosul o Raqqa, y mientras tanto, Rusia y occidente guardan un completo silencio de la limpieza étnica en Afrin y de las masacres en todo Kurdistán.

Así como los palestinos sufrieron la Nakba y la limpieza étnica continuada hasta hoy, los kurdos tienen su Karesat. De momento la población kurda de Afrin se ha marchado de sus casas con la llave en la mano, y así como las personas refugiadas palestinas deben regresar cuanto antes, las kurdas también. _______________________Daniel Lobato es miembro de Rojava Azadi Madrid – Colectivo en solidaridad con la revolución social en Kurdistán, también pertenece a BDS Madrid , el Movimiento en solidaridad con Palestina y por el Boicot a Israel.

Daniel Lobato

Hay un hilo de conexión entre dos hombres que comparten con cien años de diferencia una intolerancia xenófoba, una moralidad religiosa integrista y un supremacismo racial. Uno fue ministro de exteriores británico hace exactamente cien años, se llamaba Arthur James Balfour. El otro se llama Recep Tayyip Erdoğan, presidente de Turquía desde 2014.

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