Más allá del abuso y el maltrato en la vejez, los cuidados

Ana María Aguilar Manjón

Cada año, para el día 15 de junio, se elige un tema para la celebración del Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez. Para 2023, el tema ha sido: "Cerrar el círculo: Abordar la violencia de género (VBG) en las respuestas basadas en políticas, leyes y evidencias para la vejez".

Y aunque es muy necesario, diría que ineludible, poner en marcha políticas que contribuyan a la erradicación de la violencia de género hacia las mujeres mayores, todavía no es posible dejar de dedicar unas líneas al acontecimiento más terrible vivido en este último trienio.

Y no es posible porque la consecuencia última fue la muerte.

En Madrid (y en toda España), las 7.291 personas mayores que, debido al maltrato otorgado por la aplicación de los denominados "protocolos de la muerte" en las residencias durante los peores momentos de la pandemia, no sólo perdieron la vida, pusieron de manifiesto la crisis de cuidados a la que asistimos.

La pandemia afloró el debate sobre la necesidad del cambio de modelo de cuidados, fundamentalmente, de larga duración. Y se hace necesario un consenso entre las diferentes fuerzas políticas, dado que se debiera alejar de la politización el modelo de país.

Las administraciones más cercanas a la ciudadanía son las encargadas de prestar los servicios de cuidados dada la proximidad, aunque el planteamiento no siempre lleve consigo esta premisa.

Los cuidados se han de facilitar desde el propio domicilio hasta las diferentes alternativas de alojamiento. Hemos progresado en la configuración teórica de las residencias, pero aún queda mucho trabajo por hacer para lograr una adaptación completa. Esto implica no solo cambios físicos, sino también un cambio en el enfoque de atención, poniendo a la persona en el centro. Para lograrlo, se alcanzó, el pasado julio, un Acuerdo de Acreditación y Calidad entre la Administración Central y las Comunidades Autónomas, aunque no fue respaldado por todos. Desafortunadamente, Madrid decidió no participar en este Acuerdo, lo que muestra que tienen un modelo de cuidados diferente, aunque no lo conozcamos en detalle.

El derecho al cuidado resulta esencial para el desarrollo de una vida digna y requiere de una protección con las mayores garantías

La toma de conciencia de la existencia de abuso y maltrato en la vejez o en otra etapa de la vida es necesaria pero no suficiente para garantizar los cuidados y lograr una sociedad cuidadora, base imprescindible para que se erradique todo tipo de violencia. Pero, además, al igual que con otras categorías, es necesario legislar en torno a la situación que queremos proteger y/o garantizar. En este caso los cuidados.

Así, si enmarcamos el derecho al cuidado en los derechos sociales, se le otorga un carácter prestacional implicando la realización de acciones positivas por los poderes públicos, como ya han apuntado autores como Añón en el 2010 y Gracia en 2021. Por ello, se hace necesario enfocar los derechos sociales desde la teoría compleja de los derechos humanos y considerar los derechos sociales como derechos fundamentales, para situarlos como derecho subjetivo en sentido amplio.

Debemos entender los derechos, no como esferas protegidas frente a la intervención de terceros, sino como posiciones normativas implícitas en la calidad y dignidad de la vida humana.

Por tanto, podríamos comenzar a hablar, como ya apuntaba Marrades (2016), de que el derecho al cuidado resulta esencial para el desarrollo de una vida digna y que requiere de una protección con las mayores garantías, de ahí que deba considerarse derecho fundamental y que establece prestaciones de atender para alcanzar el bienestar, de ahí su carácter social.

Algo tan obvio como que, si nos cuidáramos más, reduciríamos las posibilidades de ejercer violencia de cualquier tipo.

En este día, como Secretaria de Mayores de la Comisión Ejecutiva de la Ciudad de Madrid del Partidos Socialista Obrero Español, animo al diálogo para que convirtamos nuestra sociedad, especialmente Madrid, en una sociedad cuidadora para todas las personas que en ella conviven, en todos los ciclos vitales, pero, especialmente, protejamos y defendamos a quienes sufren el abuso y/o maltrato (de cualquier tipo) y sobre todo, establezcamos mecanismos suficientes y eficaces para erradicar y evitar el abuso o maltrato institucional.

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Ana María Aguilar Manjón es secretaria de Mayores del PSOE-Madrid Ciudad.

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