Plaza Pública

Aplausos versus caceroladas

Mientras España lucha de forma denodada contra el coronavirus, y los españoles se asoman de manera masiva a los balcones de sus casas, puntualmente, a las ocho de la tarde, para aplaudir por la labor que están realizando los sanitarios de este país para combatir el virus, algunos insisten en crispar más todavía la ya de por sí polarizada vida política española. De esta manera, se han promovido, en diversos momentos a lo largo de este mes, caceroladas en las redes sociales (bajo el hastag #cacerolada21h) que pretenden denunciar la labor del gobierno como consecuencia de la gestión de la crisis. “Cacerolada todas las noches a las 21 hrs hasta que acabe el estado de alarma o Sánchez deje paso a un gobierno de emergencia que proteja nuestras vidas y no nos arruine” se lee en un tuit. “Nosotros, como ciudadanos, hoy por hoy no podemos hacer nada, solo manifestar, desde casa, nuestra indignación por tanta negligencia”, se lee en otro. “Cacerolada también en Jerez contra el gobierno de Pedro Sanchez y Pablo Iglesias. Su tardanza y mentiras nos han metido en una grave crisis mortal. Y aún sin ninguna dimisión”, se lee, finalmente, en otro.

La cuestión habría quedado en una mera expresión de repulsa social frente al Gobierno por parte de algún sector de la población, si algunos líderes políticos de la derecha española no hubieran apoyado las caceroladas. Aquí, el tuit de Santiago Abascal: “El pueblo ya no aguanta más callado, amenazado y arruinado. Lo entiendo perfectamente” señala el líder político de Vox refiriéndose a la convocatoria de la cacerolada contra Sánchez. De nuevo, todo ello sería perfectamente legítimo, si viniera acompañado de una labor de crítica constructiva y apoyo a la labor del ejecutivo en el momento actual. Pero, por decirlo suavemente, ello no ha sido precisamente la tónica general a lo largo de esta crisis. “Usted no merece el apoyo de la oposición. Su arrogancia, sus mentiras y su ineficacia son un cóctel explosivo para España” dijo Casado en el Congreso hace ya unos días. A lo que Abascal, en una pugna por ver quien pronunciaba el mayor exabrupto nacional, añadió: "España puede salir de esta crisis pero para ello ustedes deben marcharse. Paguen las nóminas y váyanse". Desafortunadamente, los decibelios que provienen del ruido que hace la oposición en relación con esta cuestión, no hacen sino aumentar cada día, en una carrera que nunca parece encontrar su final.

Sorprendido por el tono, la agresividad, la falta de ideas y el nivel en general tan chusco, casi de garrafón, del tipo de oposición que se está haciendo en España contra el Gobierno en estos momentos, me he tomado la molestia de preguntar a varios colegas académicos que viven y trabajan en otras partes de Europa, para comprobar si las respectivas oposiciones a los gobiernos de dichos países (sean del color que sean) están o no actuando de la misma manera, apoyando, por ejemplo, caceroladas contra el ejecutivo. Los resultados de mi breve pesquisa son los siguientes. En Reino Unido (Gobierno conservador) me señalan: "aquí nadie ha organizado nada similar, y me sorprendería que fuera así, en medio de esta crisis. Starmer está ejercitando en gran medida el papel de líder de 'la oposición leal' en la mejor tradición del Reino Unido. El gobierno debe rendir cuentas durante la crisis, pero no debe ser criticado directamente mientras tratamos de mantener 'a la nación unida'". Por su parte, en Francia (Gobierno liberal), me comentan: “por el momento, la extrema derecha francesa no ha organizado nada relacionado con el Covid-19. Se han organizado caceroladas que todos han apoyado, pero a favor del personal sanitario”. Adicionalmente, en la muy golpeada Italia (gobierno de coalición entre la izquierda y el Movimiento 5 estrellas), me indican: “la oposición no ha organizado nada parecido. Mi sensación es que en el debate político en Italia, hoy, más que nunca, todo el mundo está enfocado en respetar el papel que a cada uno le corresponde en esta crisis”. Finalmente, en Alemania (gobierno conservador), mi correspondiente académico señala: “la oposición no ha organizado nada parecido [a una cacerolada]. En realidad no hay prácticamente controversia política en torno al coronavirus. Se entiende que es una cuestión de Estado”.

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¿No podría la oposición española hacer un ejercicio de responsabilidad, al menos en esta ocasión? ¿No es posible pensar que quizá es este el momento en el que la oposición debería dejar la trifulca política cotidiana y arrimar el hombro? ¿Cuándo dejará España de ser diferente a Europa, y cuando empezará a ser más parecida a ella, al menos en esta cuestión? Y finalmente: ¿nos merecemos, los ciudadanos de este país, ser uno de los países más polarizados y crispados del mundo, incluso en un momento como el que estamos viviendo? Creo que la respuesta a todas estas preguntas debería ser obvia para todos los representantes de los partidos políticos de la oposición en nuestro país. Frente a caceroladas, aplausos, sin duda alguna.

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Antonio Estella es Catedrático Jean Monnet “ad personam” de Gobernanza Económica Global y Europea en la Universidad Carlos III de Madrid

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