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O yo o el caos... el caos también somos nosotros

Proponen y casi nos emplazan a que gobierne la lista más votada, al tiempo que aseguran que no pueden gobernar los perdedores. Como si en realidad fuésemos un sistema político presidencialista y no parlamentario y como si, sobre todo en los últimos tiempos, no hubiese habido ya una larga la lista de gobiernos encabezados por la minoría. Los más recientes los gobiernos autonómicos y municipales del PP y Vox en más de un centenar de municipios y varias CCAA.

Entonces, si no puede ser así: proponen estos mismos que se abstenga la oposición, como ocurrió con Rajoy después de casi un año en funciones y sin control parlamentario, o en su defecto un pacto de investidura entre los partidos mayoritarios que, según ellos, son los que han salido reforzados de estas elecciones.

El problema es que no solo se requiere una mayoría parlamentaria para la investidura, sino ante todo para garantizar el gobierno y la estabilidad a lo largo de la legislatura. Para contraejemplo: la investidura en falso de Mariano Rajoy.

Pues entonces, dicen los de siempre que a la alemana: que gobierne la gran coalición presidida por el mayoritario o incluso con el esperpento del reparto de tiempos en la presidencia del gobierno. El problema es que Alemania ya no es el ejemplo de gran coalición, sino de coalición rojiverde del estilo de nuestro último gobierno de coalición progresista.

Todo ello a pesar de que continúan los ecos de las elecciones autonómicas en la línea de acuerdos de coalición de gobierno entre el PP y la ultraderecha. Ahora en Murcia y Aragón, después de Valencia, Baleares y Extremadura con el precedente de Castilla y León. En gobiernos que suprimen las consejerías de igualdad, minimizan y sustituyen la violencia de género por violencia intrafamiliar, retiran las banderas LGTBI, desprecian los marcos de concertación social y el papel de los sindicatos e incluso niegan las pandemias y las consecuencias del cambio climático.

Un proyecto que no se queda dentro de nuestras fronteras sino que pretende normalizar a la ultraderecha para reconfigurar las alianzas que han protagonizado la construcción y hasta ahora las instituciones europeas.

En definitiva, una difícil digestión de un resultado electoral es cierto que equilibrado, pero en el que la derecha gana en solitario pero no gobierna y la izquierda resiste el embate y puede gobernar por su capacidad de diálogo.

Por eso la derecha ha pasado en apenas cuarenta y ocho horas de las musas de la coalición natural con la ultraderecha a la gran coalición contra natura con un PSOE que de ser sanchista, y poco menos que separatista y filoetarra, ha pasado a ser tratado como un partido de Estado.

Por otra parte, Núñez Feijóo ha anunciado que de ser propuesto por el rey como fuerza política más votada no la eludirá, como hizo Mariano Rajoy en su momento, y se presentará a la sesión de investidura. Una presión nada velada al Jefe del Estado y un gesto de autoridad hacia el interior del partido que, como las mociones de censura, los carga el diablo. Todo ello a pesar de no contar con ninguna posibilidad de articular las alianzas imprescindibles para lograr la mayoría en la investidura. Sobre todo por la presencia excluyente de la ultraderecha y después del rechazo del PNV, siquiera a acudir a la ronda de conversaciones anunciada por Núñez Feijóo.

En el ámbito de la izquierda de gobierno, el PSOE con Sumar y sus apoyos parlamentarios se mantienen a la espera de los movimientos de la derecha, pero dispuestos a apurar los tiempos y el diálogo para hacer viable el acuerdo, entre las declaraciones maximalistas de Junts sobre la amnistía y la autodeterminación y el escándalo de las derechas agitando como anatema al prófugo Puigdemont.

Una difícil digestión de un resultado electoral es cierto que equilibrado, pero en el que la derecha gana en solitario pero no gobierna y la izquierda resiste el embate y puede gobernar por su capacidad de diálogo

La única voz disonante es la de los conocidos dirigentes del PSOE que han venido cuestionando a Sánchez y sus alianzas desde un principio y dentro de Sumar los que han hecho lo mismo con Yolanda Díaz y que ahora cuestionan sus resultados y reivindican su autonomía política dentro del grupo parlamentario. Lo contrario de lo que ha hecho Zapatero por un lado y la quincena de partidos de Sumar por el otro. Nada nuevo.

En definitiva, la primera prueba de fuego tendrá lugar en pleno ferragosto con las votaciones de la presidencia y de la composición de la Mesa, el órgano de gobierno del Congreso de los Diputados. Luego vendrán los contactos y la propuesta de candidato a presidente del gobierno por parte del rey Felipe VI al presidente o presidenta del Congreso.

En este sentido, los resultados electorales tanto de la izquierda como de los nacionalistas e independentistas en Cataluña y también en Euskadi pueden facilitar la negociación de la continuidad de un gobierno progresista encabezado por Pedro Sánchez y por tanto evitar el peligro de una nueva convocatoria electoral.

Mientras tanto, la economía española sigue al alza en las últimas previsiones de crecimiento y de inflación realizadas por el FMI y los datos del turismo y empleo continúan mejorando, como refutación de la campaña de recesión y ruina de las derechas durante los últimos años.

Por contra, las peores consecuencias del cambio climático se abaten sobre el Mediterráneo y el sur de Europa en forma de tsunamis de calor e incendios devastadores, y sin embargo las derechas europeas niegan la emergencia, frenan las medidas de descarbonización y de transición energética y se acaban de oponer a la directiva de restauración de la naturaleza.

Se trata de una transición ecológica socialmente asimétrica, que sin un mayor esfuerzo de justicia social puede provocar nuevas resistencias negacionistas que ahora pretende capitalizar no solo la ultraderecha sino el conjunto de la derecha europea. Atentos.

P.D. A todo esto, no podía faltar el rey emérito, que después de anunciar su vuelta definitiva a España en función de un cambio de gobierno con Feijóo al frente, visita Galicia por tercera vez desde su refugio fiscal. Es cada día menos noticia y cada día se le piden menos explicaciones y más declaraciones de impuestos. Por eso se marchó a Abu Dhabi y por eso no vuelve. En todo caso no se puede quejar de la inviolabilidad ni de la prescripción, hábilmente manejadas por la fiscalía y por Hacienda.

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Gaspar Llamazares es fundador de Actúa.

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