La dana, un año después: educar frente a la tragedia

A pesar de que siempre nos quejemos y de que vendan más los mensajes derrotistas, los centros educativos españoles están repletos de jóvenes sensibles ante las tragedias que nos rodean.

La constante repulsa ante el bullying, cuya punta del iceberg es una nueva convocatoria de huelga estudiantil, sólo es una muestra más de la porosa piel de una juventud enrabietada ante las injusticias. Ocurrió igual hace poco ante la masacre de Gaza.

Hace un año, multitud de jóvenes llegados de diversos lugares demostraron su grado de implicación, compromiso y solidaridad acudiendo día a día a localidades como Paiporta o Alfafar para limpiar de escombros y lodo en muchos rincones afectados por la magnitud de la dana. Mientras lo hacían y se publicaban las noticias destacando esta capacidad de entrega, algunos nos remontamos todavía más atrás en el tiempo, a 2021, para recordar cuando los medios de comunicación anunciaban otra tragedia: la del volcán de Cumbre Vieja, ahora Tajogaite, que entre otros daños sepultó en La Palma con el paso de su lava tres colegios, dos de ellos escuelas unitarias. Se hundían así bajo tierra las esperanzas que muchas familias y docentes ponen en la educación para cambiar las cosas.

La respuesta formal, administrativa, frente a la tragedia es lenta, porque lenta es la burocracia: la catástrofe de la dana sigue rodeada de preguntas, de incógnitas, y muchos de los daños materiales provocados por la colada del volcán de Tajogaite continúan sin reparación. Luego vemos otro tipo de respuestas, que nos dictan que los nuevos tiempos hacen emerger nuevas prioridades: por ejemplo, las autoridades educativas acaban de sacar adelante un Plan nacional de formación ante emergencias de protección civil en centros educativos. Este proyecto obliga a que contenidos sobre inundaciones, terremotos, riesgos volcánicos o incendios, entre otros, se impartan anualmente dentro de las distintas áreas o materias, en todos los centros escolares.

Estas tragedias y las movilizaciones que aparejan evidencian que hay otro tipo de daños, los que tienen origen emocional o moral, que apenas se reparan con grandes inversiones o despliegues materiales. La pérdida, el duelo o la despedida son daños complejos, casi siempre irreversibles, pero afrontarlos en comunidad, desde una mirada educativa, puede aliviar la herida que provocan. Y la escuela tiene siempre muchas respuestas para ello.

La pérdida, el duelo o la despedida son daños complejos, casi siempre irreversibles, pero afrontarlos en comunidad, desde una mirada educativa, puede aliviar la herida que provocan

La escuela contemporánea tiene como nueva responsabilidad educar frente a las injusticias ligadas a grandes tragedias que acarrean daños materiales y humanos. Que lo que se aprenda en las aulas repercuta en una transformación en la forma de pensar o en la mejora del entorno desde una visión ética y humanitaria es una de las grandes lecciones que nos deja una nueva forma de entender la educación, de dimensiones más morales.

Muchos centros están ahora mismo embarcados en iniciativas comunitarias que alientan este espíritu de vinculación y solidaridad como fuentes de esperanza. Son proyectos medioambientales, sociales, culturales o científicos que repercuten directamente en la mejora de lo que nos rodea. Del aprendizaje colaborativo al llamado Aprendizaje Servicio (ApS), algo nos dice que los tiempos van cambiando, y que muchos cambios llevan aparejados el trabajo sobre la trascendencia de la pérdida, la tragedia humana, material y social. El sistema educativo no es ajeno a ello.

Los docentes de lenguas sabemos que la llamada competencia comunicativa y la literatura representan una llave que abre el significado de muchas realidades que nos rodean. Desde saber verbalizar el dolor que compartimos con otros hasta identificarnos con personajes de ficción que en grandes obras de la literatura universal también afrontaron procesos traumáticos o dolorosos.

Ese es el valor que desde la Sociedad Canaria “Elio Antonio de Nebrija” de profesorado de Lengua y Literatura hemos querido dar a nuestro XIX Encuentro y Muestra de Experiencias Didácticas, en el que también colaboran la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias, el Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma y el Cabildo Insular palmero. Lo celebraremos este año entre el 6 y el 8 de noviembre en la isla de La Palma, que sufrió hace cuatro años la erupción del Tajogaite, e incluirá un homenaje a la poeta Elsa López, premio Canarias de Literatura 2022. Al fin y al cabo, la poesía es expresión honda de las emociones, de la subjetividad necesaria para aprender a expresar con palabras la significación de la tragedia.

Será simbólico el hecho de que la inauguración tenga lugar en una histórica biblioteca de la capital palmera: la Real Sociedad Cosmológica de Santa Cruz de La Palma. Al fin y al cabo, las bibliotecas son memoria, reconstrucción de la existencia y, en cierto modo, refugio de la esperanza. Decía Borges sobre las bibliotecas, al recibir el Premio Cervantes: “Yo, que me figuraba el Paraíso bajo la especie de una biblioteca, no he perdido la esperanza."

El punto culminante del Encuentro va a ser la muestra del intercambio epistolar que niños y niñas de La Palma y la Comunidad Valenciana han mantenido sobre sus vivencias en torno a la idea de tragedia, en todas sus matices y magnitudes. Separados por miles de kilómetros, han compartido experiencias tejedoras de su existencia, pero que también los han unido en la distancia. Todo ello con sus miedos y deseos, pero también desde el necesario sentido del deber compartido que tiene el haber sido, sin buscarlo, protagonistas del relato trágico que a veces encierra la cara amarga de la existencia.

Un año después de la dana y cuatro después de la erupción volcánica, las comunidades educativas de Canarias y Valencia se unirán por unos días en el compromiso, en la exploración de los matices del drama individual y también colectivo, en la intención de educar en la responsabilidad y en la idea de que, ante la tragedia, nunca estamos solos.

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Albano de Alonso Paz es catedrático de Lengua y Literatura, profesor y Cruz al Mérito Civil por su labor en el campo de la enseñanza.

A pesar de que siempre nos quejemos y de que vendan más los mensajes derrotistas, los centros educativos españoles están repletos de jóvenes sensibles ante las tragedias que nos rodean.

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