PLAZA PÚBLICA

Incendios políticos sin prevención

Muchas cuestiones ligadas a la generación y desarrollo de los incendios de estos días se mezclan en las declaraciones políticas. De todas ellas fijémonos en tres: la posible intencionalidad en su generación; la escasa voluntad de hacer de ellos una causa para el abordaje conjunto por sus dimensiones ecosociales, y los medios puestos para extinguirlos. Me produce cierto asombro leer que una portavoz del Partido Popular afirma que el 90% de los incendios de este año tienen autoría humana. A la vez leo que también la ministra del ramo achaca los incendios a la intervención humana, pero con otros matices; no es lo mismo intencionalidad que autoría. Incluso WWF ha recogido esta cuestión. Por eso hay que prevenir.

Mi enojo inicial por las palabras de la portavoz del PP se atempera cuando imagino que engloba en ese porcentaje a los sobredimensionados por el cambio climático. Supongo que tendrá datos, de los cuales no disponemos los ciudadanos, para afirmar que en España hay toda una legión de “incendiarios” y “jóvenes por diversión” que son quienes han provocado los incendios. Si así fuera, me atrevo a plantear la hipótesis de que esos jóvenes, y no tan jóvenes, que prenden la mecha lo hacen enfadados con la acción política que no hace nada más que reñir, acaso también para expresar su frustración ante demandas personales no satisfechas. Por eso hay que prevenir con educación, dentro y fuera de los parlamentos y desde los medios de comunicación.

Otra perplejidad más: ha hablado del carácter “imprevisible” de la oleada de incendios y de que la magnitud de estos está dificultando la extinción. De imprevisible, nada. Con las lluvias de primavera –cuantiosas en el oeste peninsular– que poblaron nuestros montes de biomasa y con los episodios de calor de junio que la secaron se daban las condiciones para que cualquier chispa o mano incendiaria provocase una catástrofe general: más de 350.000 hectáreas calcinadas hasta ahora, pueblos que han desaparecido y miles de personas afectadas. En un contexto de abandono del medio rural en donde la población ha emigrado (no aprovecha el bosque como antes) y la ganadería reguladora no existe. Por eso hay que prevenir, aumentando bastante el personal forestal.

También ha dicho que no es urgente el nivel de emergencia 3, pues los recursos son suficientes; lo recogieron diversos medios de comunicación. Al tiempo, los presidentes de las comunidades afectadas los consideran insuficientes y enterado estoy de que algunos de la UME se han desaprovechado. ¿En qué quedamos? Pero sigo leyendo y parece que en la misma comparecencia ha cargado contra el Gobierno central, acusándolo de no movilizar más medios y ser la causa de todo malo; después rectificó un poco. Quien no lo hace es el señor Feijóo, echando mano de cierta demagogia, que parece acusar al señor Sánchez de ser el único incendiario por su presunta negación de medios. A ambos les habrán explicado sus técnicos que se debe mejorar la gestión global de las masas boscosas. Seguro que los auxilios no han llegado a todos los lugares apartados, quizás no hay más disponibles. Por eso, además de instruir sobre pautas a seguir, hay que prevenir. 

La mayor parte de la ciudadanía está cansada de los incendios políticos. Cada problema que surge en España echa chispas y se encienden las visiones de los posibles afectados

Como una cortina de humo –qué oportuna la metáfora– ha sido calificada por el PP la propuesta del presidente del Gobierno de convocar un Pacto de Estado para acometer la urgencia climática en la que nos estamos metiendo. No sé si será de humo la cortina, de buenismo o vayamos a saber de qué. El caso es que la que suponíamos nula disposición ha saltado enseguida a la palestra; las relaciones entre partidos políticos son incendiarias y las exhiben en cada momento. Los pactos de Estado se limitaron a aquellos Pactos de la Moncloa que impulsaron una buena parte de las posteriores mejoras sociales. Se impone un Pacto por la naturaleza, con la participación de agentes sociales y la ciudadanía, a la que hay que atraer con mensajes convincentes; empezando por los consejeros de lo relacionado con la naturaleza, muy refractarios a todo que suponga responsabilidad de su (mejorable) gestión. Por eso hay que prevenir.

Uno se pregunta si no se dan las condiciones ahora de hacer lo propio: estamos ante una tragedia nacional que aún no ha terminado y volverá a suceder. La resignación ante tamaña amenaza no cabe en el contexto ecosocial. Porque eso parece que quiere decir que se asumen las consecuencias de nuestros actos para no tener que transitar hacia modelos de vida distintos. ¿De verdad no caben mejoras en la prevención dedicando más recursos –las comunidades autónomas los habían reducido en años anteriores considerablemente– y protocolos previos en zonas sensibles, coordinando a las diferentes administraciones? Si así se hace, puede que se generen menos incendios, pero de lo que no cabe duda es de que disminuirán las tragedias asociadas. Siempre saldrá más barato que extinguirlos. Por eso hay que prevenir.

La mayor parte de la ciudadanía está cansada de los incendios políticos. Cada problema que surge en España echa chispas y se encienden las visiones de los posibles afectados. ¿Hay mayor desgracia que el presidente del Gobierno o los de las comunidades autónomas deban visitar las zonas siniestradas casi de hurtadillas o con nocturnidad? El clima social de España está sobrecalentado cuando tanta mesura es necesaria para manejar con delicadeza las situaciones tan difíciles. Ni siquiera en estos momentos se escucha aquel antiguo eslogan de “Todos juntos contra el fuego”, una de las mejores formas de prevenir.

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Carmelo Marcén Albero es doctor en Geografía por la Universidad de Zaragoza y especialista en educación ambiental.

Muchas cuestiones ligadas a la generación y desarrollo de los incendios de estos días se mezclan en las declaraciones políticas. De todas ellas fijémonos en tres: la posible intencionalidad en su generación; la escasa voluntad de hacer de ellos una causa para el abordaje conjunto por sus dimensiones ecosociales, y los medios puestos para extinguirlos. Me produce cierto asombro leer que una portavoz del Partido Popular afirma que el 90% de los incendios de este año tienen autoría humana. A la vez leo que también la ministra del ramo achaca los incendios a la intervención humana, pero con otros matices; no es lo mismo intencionalidad que autoría. Incluso WWF ha recogido esta cuestión. Por eso hay que prevenir.