La OMC, un tren de largo recorrido
El pasado 1 de marzo cerramos la 13ª Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en Abu Dhabi, un país que apuesta fuerte por jugar un papel relevante en el tablero mundial.
A pesar de que arrancábamos la cita con un panorama bastante complejo, sobre todo por el listón tan alto que dejó la 12ª Conferencia, donde se alcanzaron logros tan importantes como la liberalización temporal de las patentes para las vacunas, la seguridad sanitaria, el acuerdo sobre los subsidios a la pesca para la sostenibilidad de los océanos o la moratoria sobre el comercio electrónico, podemos decir que hemos avanzado en algunos dosieres, pero esencialmente esta ha sido una conferencia de transición. Y añadiría que la Unión Europea ha sido decisiva en la consecución de resultados en cuestiones relevantes como el comercio electrónico, las nuevas normas para mejorar el comercio global de servicios, el acuerdo sobre los servicios domésticos, la cooperación para hacer frente al cambio climático o el fortalecimiento de la posición de países en desarrollo en el sistema de comercio mundial.
Pero vayamos por partes.
El punto de partida ha sido un contexto geopolítico muy convulso marcado por la recuperación de la pandemia y, sobre todo, por las guerras en Ucrania y en Oriente Medio. Asimismo, en 2024 dos grandes actores de la OMC como Estados Unidos e India se encuentran en un año electoral, por lo que ambos han acudido a esta cita con el freno de mano echado.
Los retos que teníamos sobre la mesa eran diversos y ambiciosos. En primer término, partíamos de la base de evitar a toda costa la fragmentación de la economía global al tiempo que impulsamos un comercio transparente, sostenible y con reglas justas. Y todo ello desde el convencimiento de que el multilateralismo es el camino, porque a pesar de las reticencias que pueda haber, la OMC ha cumplido 30 años y se han subido a su tren de largo recorrido dos socios más, Timor Este y Unión de las Comoras.
La reforma de la propia OMC ha sido un tema central, apostando por mecanismos más transparentes en la toma de decisiones y por la aprobación definitiva del mecanismo de resolución de conflictos con un órgano de apelación eficaz, que es el principal escollo desde que Trump ocupó la Casa Blanca la pasada legislatura. Sirvan de ejemplo el contencioso que mantuvo EE.UU. con la UE sobre las aceitunas negras españolas o la compañía Airbus. Se trata de ofrecer seguridad y estabilidad a las empresas cuando surge un problema de esta naturaleza, de ahí que la urgencia de desbloquear este sistema se haya retomado en esta conferencia, donde se ha alcanzado el compromiso de culminarlo en diciembre de este año.
El segundo tema central del cónclave ha sido el acuerdo sobre los subsidios de pesca para la protección de los océanos. Si bien hace dos años se logró por consenso, está pendiente la aprobación por 2/3, y continúa en negociación la segunda parte relativa a la sobreexplotación, que está siendo bloqueada por una serie de países.
Ligado a este acuerdo, cabe destacar que 61 países han suscrito un documento que establece la hoja de ruta para luchar contra el cambio climático a través de un comercio sostenible. A pesar de que algunos países han mostrado su recelo frente a iniciativas europeas como la diligencia debida, para proteger los derechos de los trabajadores, o el Pacto Verde por considerarlo un conjunto de medidas proteccionistas, realmente hay una conciencia de que hay que consolidar derechos y plantarle cara al cambio climático, por el bien de todos, de ahí lo significativa que es la suma de esos 61 Estados. Porque el horizonte no es alcanzar el consenso a la baja, sino todo lo contrario, ir derribando recelos para que cada vez seamos más los que se suban al carro de la sostenibilidad y la defensa de los derechos laborales.
A pesar de que los retos son múltiples y van cambiando con el devenir de la historia, hay aspectos que requieren de nuestra atención inmediata, como es la seguridad alimentaria, la sostenibilidad del planeta y un comercio justo y transparente
Otro punto a destacar es la "eterna asignatura pendiente" de la OMC desde sus inicios: la agricultura. En la anterior edición pesaba la sombra de la crisis alimentaria mundial provocada por la guerra de Putin en Ucrania. Este año, el principal escollo ha sido la defensa de la India de mantener reservas de alimentos para garantizar su propia seguridad alimentaria, lo cual distorsiona los mercados e impide garantizar la cadena de suministro, poniendo en peligro la seguridad alimentaria de otros países.
Más alentadores han sido los trabajos relacionados con el comercio electrónico. Desde 1998 existe una moratoria para evitar los aranceles en este sector, algo que se ha decidido mantener hasta la 14 conferencia ministerial, que tendrá lugar dentro de dos años en Camerún. Sin embargo, se trata de la última prórroga posible, por lo cual tenemos la tarea de establecer un mecanismo permanente para favorecer el comercio electrónico, especialmente pensando en las pequeñas empresas. A este punto hay que sumar un aspecto fundamental que se ha puesto sobre la mesa: apoyar a los países menos avanzados en esta materia para que puedan implementar las infraestructuras necesarias, porque de no ser así, quedarán fuera de juego de un ámbito tan crucial del comercio como es el electrónico.
Otra de las asignaturas pendientes de la OMC, junto a la agricultura, es el capítulo de desarrollo. En 2001 se estableció la Ronda de Doha, que marcó el trato especial y diferencial para los países en desarrollo, pero este punto ha dejado de estar en primera línea tras los nuevos y acuciantes desafíos. Sin embargo, esta vez se ha logrado un acuerdo plurilateral con 123 de la OMC sobre la facilitación de inversiones que posibiliten el desarrollo sostenible de estos países.
Desde el Parlamento Europeo hemos continuado con nuestra apuesta por reforzar la dimensión parlamentaria de la OMC, entre otras cosas porque son los parlamentos quienes acaban ratificando los acuerdos. Pero también porque somos el nexo con la ciudadanía; nuestro deber es explicar las negociaciones y los acuerdos alcanzados en la OMC a los ciudadanos y ciudadanas, que son a quienes afectan en su vida cotidiana. Por eso mismo se organizó la conferencia parlamentaria sobre la OMC los días previos con más de 300 participantes de unos 40 países.
Y como no podía ser de otra forma, la Unión Europea, al igual que hiciera hace dos años, impulsó un evento, al margen de la Conferencia, para recordar el sufrimiento del pueblo ucraniano, que sigue padeciendo las terribles consecuencias de una guerra provocada por el tirano Putin.
De Abu Dhabi nos fuimos con la firme convicción de que estamos trabajando en la buena dirección. A pesar de que los retos son múltiples y van cambiando con el devenir de la historia, hay aspectos que requieren de nuestra atención inmediata, como es la seguridad alimentaria, la sostenibilidad del planeta y un comercio justo y transparente que permita el desarrollo de todos, especialmente de los países en desarrollo.
Porque el comercio es una herramienta para el entendimiento, la cooperación y el enriquecimiento mutuo. Y mientras los países nos entendamos y comerciemos estaremos alejando el peligro del hipernacionalismo y las políticas proteccionistas, que con tanta frecuencia han provocado conflictos y crisis diplomáticas. Trabajemos para que el comercio justo y sostenible siga cruzando las fronteras en lugar de los ejércitos.
Adelante el tren de largo recorrido, próxima parada Camerún, para celebrar la 14 Conferencia de la OMC.
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Javier Moreno es presidente de la Delegación socialista española en el Parlamento Europeo.