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La Reconquista en el debate público y académico actual

Alejandro García Sanjuán

“Reconquista” es uno de los conceptos más importantes de la historiografía española reciente. Ausente de los textos medievales, el término “reconquista” comenzó a adquirir importancia en el vocabulario de los historiadores decimonónicos en el marco de la construcción del Estado liberal español.

En plena ola de fervor nacionalista en toda Europa, la Reconquista se consolidó como una de las principales “empresas nacionales” españolas, una lucha de liberación de ocho siglos de duración frente a los musulmanes que convirtió a España en una nación “forjada contra el islam”. La toma de Granada en 1492, seguida de la expulsión de los judíos y de la conversión forzosa de los musulmanes, habría sido su punto culminante, que se hacía coincidir con la liquidación de los grupos no católicos. Se cumplía, así, la función asignada a cualquier relato esencialista del pasado, la de establecer criterios de pertenencia y la exclusión. Ampliamente utilizado por autores liberales y conservadores, el concepto alcanzó una gran transversalidad ideológica que explica su enorme éxito como parte de un relato histórico dirigido a exaltar a una nación viril de machos guerreros, indómitos y profundamente católicos.

En realidad, la conquista de al-Andalus por los reinos cristianos peninsulares no se hizo en nombre de España, ni tampoco dio lugar a una nación unida llamada España. Al poner el foco en la confrontación y narrar el proceso histórico medieval desde una perspectiva española y católica, la Reconquista alimentaba un relato lineal, simplista y plagado de tópicos y prejuicios sobre un período histórico muy extenso, complejo y contradictorio, en el que la presencia musulmana y judía quedaba soslayada como ajena a la identidad nacional.

El franquismo, que planteó el golpe de Estado contra la República como una nueva Reconquista católica de España, supo aprovechar todo el potencial excluyente de un concepto que, junto al de Cruzada, sirvió para legitimar la política de exterminio del adversario. Si, durante la Edad Media, España había sido reconquistada de manos de los musulmanes, Franco hacía lo propio reconquistándola de manos de los rojos, ateos y masones. Dada su estrecha asociación a la propaganda nacionalcatólica del régimen, la Reconquista comenzó a ser cuestionada durante la Transición, pero siguió gozando de aceptación en un medievalismo muy influido por la cepa franquista vallisoletana vinculada a Luis Suárez Fernández, historiador católico comprometido con la dictadura.

A raíz del 11-S y de la “guerra contra el terrorismo”, el concepto encontró un nuevo marco de legitimación que permitió a sus partidarios reintroducir en la conversación pública un concepto que, desde finales del siglo XX, había entrado en un cierto declive académico. El reciente auge de la nueva ultraderecha ha venido acompañado de la resurrección de su versión más tóxica y rancia, la que apela a las raíces de un conflicto permanente con el islam para justificar los planteamientos xenófobos e islamófobos de quienes defienden una Europa exclusivamente blanca y cristiana.

Bajo el llamativo título de ¡Reconquista! ¿Reconquista? Reconquista, la editorial Desperta Ferro ha publicado oportunamente un libro colectivo que da cuenta de los desarrollos asociados a una noción que sigue generando amplio interés, pero respecto a la que persisten fuertes dosis de confusión entre el público más amplio. Aunque, a nivel académico, la perspectiva tradicional apenas subsiste en sectores católicos, sin embargo ha experimentado un fuerte auge social y mediático vinculado al ascenso de la ultraderecha. Con la sana intención de alejarse de ella, desde hace años algunos especialistas abogan por reformular el concepto, vaciándolo de su contenido esencialista. Para estos autores, la Reconquista no define una lucha de liberación de ocho siglos de duración frente a los musulmanes que dio origen a España, sino sencillamente una ideología (o ideologías) de recuperación del territorio formulada en el marco de la expansión de los reinos medievales peninsulares para legitimar la conquista de al-Andalus.

La Reconquista alcanzó una gran transversalidad ideológica, algo que explica su enorme éxito como parte de un relato histórico dirigido a exaltar a una nación viril de machos guerreros, indómitos y profundamente católicos

Dotada de impecables credenciales académicas, esta opción incide en el cuestionamiento del relato tradicional, tratando de socavar el contenido ideológico de uno de sus conceptos fundamentales. Sin embargo, la pretensión de una Reconquista ideológicamente neutra está lastrada por considerables obstáculos. De entrada, va contra la propia naturaleza del concepto, tal y como fue concebido y ha sido utilizado durante los últimos ciento cincuenta años. Reformular una idea tan arraigada choca con fuertes inercias, sobre todo porque sus legítimos propietarios no tienen ninguna intención de renunciar a lo que les pertenece. Un recorrido rutinario por los principales panfletos digitales de ultraderecha y por perfiles identitarios en redes sociales permite comprobar que la propuesta de una noción desideologizada de Reconquista carece por completo de interés para estos sectores, cuyos mitos sobre el pasado siguen siendo parte sustancial de su propaganda política.

En estas condiciones, al perpetuar el uso del término, la propuesta reformista sirve, en la práctica, para blanquear la versión más tóxica del concepto, cumpliendo, así, una función contraria a la que persiguen sus formuladores. Encogerse de hombros ante esta palmaria evidencia implicaría optar por una voluntaria reclusión en la torre de marfil académica.

Retomando una línea crítica que se remonta a la época de la Transición, una gran mayoría de historiadores opta, desde hace ya tiempo, por prescindir de un concepto que, por su origen y naturaleza, está asociado al relato nacional de los orígenes de España. Frente a lo que algunos pretenden, esta perspectiva no niega la Reconquista, sino que la considera un concepto fundamental para entender el desarrollo de la historiografía española contemporánea, pero inútil para definir el período medieval peninsular en su conjunto. El proclamado negacionismo de la Reconquista no es, en realidad, más que una falacia de la ultraderecha para desacreditar la crítica del concepto.

La Historia es una ciencia social cuyo objetivo fundamental es elaborar herramientas conceptuales que permitan a los ciudadanos obtener una comprensión crítica del pasado. Para alcanzar ese difícil objetivo resulta necesario, en primer lugar, disponer de un vocabulario historiográfico limpio, ajeno a planteamientos esencialistas y nacionalistas que están al servicio de proyectos de exclusión. Pretender perpetuar el uso de una categoría asociada a notables distorsiones en la comprensión del pasado con el argumento de la comodidad que implica su respaldo en cierta tradición académica va en contra de la función crítica que resulta inherente a la labor historiográfica. Los consensos alcanzados por los especialistas han permitido que otros términos asociados a la narrativa españolista, como “España musulmana” o “Descubrimiento”, solo se contemplen en la actualidad como objeto de estudio historiográfico, pero no como categorías académicas analíticas. Es solo cuestión de tiempo que la Reconquista siga el mismo camino.

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Alejandro García Sanjuán es catedrático de Historia Medieval en la Universidad de Huelva.

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