Plaza Pública

Las verdades del porquero

La presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, este viernes en Barcelona.

Luis González Calbet

Si amas tu ciudad, tu región, tu patria (sea lo que sea la patria), la mejor manera de demostrarlo es pagar tus impuestos en tu ciudad, tu región o tu patria. Ni siquiera hace falta que sientas “amor”. Con querer pertenecer a esa colectividad, para compartir ciertas cosas con los demás individuos que habitan en ella, es suficiente.

Soy madrileño. Y comparto uno de los rasgos que caracterizan a muchos de los de aquí. Nos gusta que venga gente de fuera e intentamos hacer que se sientan también madrileños. Pero si el nuevo vecino viene exclusivamente para pagar menos impuestos me extraña. Y me pongo de muy mal humor si me entero de que aparenta tener aquí su residencia pero sigue viviendo en otro sitio. Como me asquea cuando me entero de que el deportista que llora desde lo alto del podio al ver la bandera de España “vive” en Mónaco (para mí es algo más que un burro, que diría Alex Crivillé, que calificó así a los deportistas de élite que tributan en España). O me desquicia cuando veo que los del grupo GAFA (Google, Amazon, Facebook y Apple) hacen grandes negocios en mi “patria” y no pagan impuestos por los beneficios que aquí generan.

Los dirigentes de mi Comunidad tienen derecho a hacer la política fiscal que consideren oportuna, dentro de los límites legales. Aunque preferiría que defendieran su política con más honestidad. Que no me digan que al bajar los impuestos sube la recaudación, porque eso es una gran mentira. Que sostengan, a cara descubierta, que para ellos el Estado de bienestar que tenemos es excesivo y hay que ir a un sistema en el que cada uno se pague en mayor medida los servicios públicos.

Y creo que las Comunidades Autónomas deberían disponer de más autonomía tributaria. Para que podamos visualizar mejor al presidente de nuestra Comunidad como aquel que nos sube o baja los impuestos. Para que no se parapeten tras el presidente del Gobierno.

Pero la clave es definir bien los hechos imponibles que deben ser cedidos y los que no. Y definir las normas tributarias de forma que no se incentive la movilidad de las bases imponibles. El equilibrio deseable es el de aumentar la autonomía tributaria conservando el grado de armonización fiscal necesario para mantener la existencia de un mercado único. Como en el colesterol, hay competencia fiscal buena y mala. En el territorio de régimen común no se cedió, afortunadamente, el Impuesto de Sociedades. E innumerables son los problemas que suscita la competencia en este impuesto entre los territorios forales y el resto de España, y entre los Estados miembros de la UE. De tal modo que al final se “esfuma” una parte importante de la recaudación.

Al ceder el Impuesto de Patrimonio y el de Sucesiones y Donaciones, las condiciones de dicha cesión no impidieron poner en marcha una competencia para atraer bases imponibles de otros territorios. Los regalos fiscales en estos tributos que hacen comunidades como la de Madrid propician que se trasladen las bases imponibles de unos territorios a otros. Con independencia de que pueda o no ser legal dicho traslado, la cuestión es que perdemos todos, salvo los que mueven sus bases, que son los más ricos. Bueno, también la Comunidad de Madrid recupera una pequeña parte de lo que pierde con sus bajadas de impuestos: el que mueve su residencia pasa a pagar en Madrid su IRPF, y la mitad de ese ingreso va al presupuesto de la Comunidad. Lo recupera de una manera desleal.

Así pues, hay que corregir estos defectos en la cesión de la capacidad normativa. Yo lo afirmo con rotundidad. Pero es que también lo afirman los sabios, sabios nombrados por el Gobierno popular de Rajoy. Extraigo del Comité de Expertos para la reforma del sistema tributario español, en 2014: "resulta preocupante la posibilidad de que la competencia por atraer bases tributarias más móviles conduzca a tipos inferiores a los deseables en determinados impuestos patrimoniales o, incluso, a la desaparición de figuras que cumplen una función redistributiva necesaria, como el Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones"…. "sería deseable armonizar las bases imponibles y liquidables de los tributos cedidos total o parcialmente…así como estudiar la posibilidad de introducir topes máximos y/o mínimos de gravamen efectivo en ciertos impuestos patrimoniales". Más recientemente, en 2017, el Comité de Expertos para la reforma del sistema de financiación autonómica: “En este sentido, es recomendable una revisión que simplifique las estructuras del impuesto (de patrimonio), minorando reducciones y bonificaciones y armonizando su tratamiento" … "para obtener una mejora de la equidad debería ampliarse notablemente su base liquidable (de sucesiones..), suprimiendo todas aquellas reducciones que no tengan una fundamentación firme desde el punto de vista económico. (...) debería existir un único mínimo exento fijado por el Gobierno para todo el territorio…"

Los argumentos en favor de la armonización fiscal de estos dos impuestos se vienen repitiendo en múltiples foros académicos y políticos desde hace muchos años. Recientemente ha defendido la misma tesis Gabriel Rufián. Y saltaron los “patriotas” negando la necesidad de dicha armonización y anunciando calamidades. Rufián defiende los derechos de su circunscripción, pero ese es el sistema, para eso lo han elegido. Como hacen también los vascos, canarios, los de Teruel… En contra saltan ¿los patriotas? ¿Defendiendo a los madrileños? Lo que no entiendo es que Rufián se conforme con la condición de crear otro nuevo comité de expertos para proceder a esa armonización. Cabe acudir a las conclusiones de los comités del PP y legislar ya sin más demora.

El veneno del fascismo

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Yo no quiero a esos nuevos vecinos que ponen aquí su residencia fiscal, por una vez no me siento un madrileño acogedor. Como ciudadano no me gustan los motivos de su traslado. Como economista, constato que la “riqueza” que nos aportan es exigua y muy inferior a la que resta a su región de procedencia. Y la auténtica verdad es que la armonización fiscal en estos dos impuestos patrimoniales es necesaria, lo diga Agamenón o su porquero.

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Luis González Calbet es economista de la Plataforma por la Justicia Fiscal.

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