SEMANA SANTA
Ateo pero cofrade: así ha resignificado la sociedad andaluza la Semana Santa

“Ateo pero cofrade”. Esta expresión choca cuando se pronuncia arriba de Despeñaperros. Pero es la síntesis de un sentimiento que recorre Andalucía durante la Semana Santa, celebración que en el sur ha traspasado su significado religioso para convertirse también en un fenómeno social, cultural, económico y artístico que une a millones de personas más allá de los desfiles procesionales y la fe. Un espacio resignificado en el que hay costaleros comunistas y nazarenos sindicalistas, además de contar con una amplia presencia del colectivo LGTBI, por contradictorio que parezca.
“Comprendo que la gente no lo entienda porque Andalucía es un concepto que no se entiende, sino que se siente”, reflexiona la politóloga Ana Salazar, que lanza esta primera impresión para abordar el concepto transversal de la Semana Santa en el sur: “Hay que vivirla para entenderla. Desde el punto de vista histórico, político y religioso, esta comunidad tiene muchísimas variables, que metidas en una coctelera crean un estado emocional sensorial que hay que sentirlo para entenderlo”.
Y profundiza: “La Semana Santa es transversal y viene de uno de los grandes éxitos de la Iglesia en Andalucía: convertir los códigos religiosos en expresiones culturales populares. Aquí se mezcló la religión con la sensibilidad artística, con lo festivo y con lo emocional. Quitando las ferias de las capitales, todas las festividades tienen un componente religioso muy grande”.
Salazar desgrana los elementos que utiliza la Semana Santa: “La estética es el vehículo con las imágenes, con la música, con colores como el dorado y el rojo pasión, con los olores del incienso… Adapta las tradiciones locales, hay cosas de las celebraciones paganas. Fomenta la participación popular y robustece la memoria colectiva. No se intenta transmitir la fe a través del dogma, sino a través de la emoción colectiva con elementos como el dolor, la alegría, el sacrificio o la esperanza. Todo eso se vive dentro de la Semana Santa y se consigue una narrativa emocional en movimiento”.
"No conoces el color político del penitente a tu lado"
Además, la politóloga pone el acento en sentimientos universales que se celebran en Semana Santa: “La maternidad, la familia, la hermandad y la unión. Y ese patrimonio emocional se convierte también en un sentimiento de identidad”. “Es transversal desde el punto de vista generacional, participan desde los niños hasta la gente mayor. También es transversal en el plano socioeconómico. Te puedes encontrar en la misma cofradía a un sindicalista y a un empresario, a un universitario y a un obrero. También hay presencia de las personas LGTBI”.
Hace esta reflexión: “La túnica iguala a todo el mundo. Los nazarenos salen de casa con el capirote puesto, no sabes quién está a tu lado. Son personas uniéndose a un sentimiento común. No conoces el color político del penitente de tu lado. Puede haber personas muy conservadoras y muy progresistas. Y espiritualmente, hay personas creyentes tradicionales, pero también hay cofrades que lo viven culturalmente o como fenómeno artístico”.
Por supuesto, la Semana Santa tiene grandes déficits también, como señala Salazar, especialmente en el campo de la igualdad. Desgrana esta situación: la mujeres no tienen las mismas oportunidades para alcanzar ámbitos de poder, tampoco aquí. De 115 cofradías en Sevilla, seis tienen una hermana mayor. Y sólo en el 15% hay representación paritaria.
La gran asignatura pendiente es la igualdad y la presencia de mujeres en los órganos de poder
Otro de los puntos fuertes de la implantación de la Semana Santa es la importancia que tienen las hermandades de barrio, especialmente en las zonas populares y obreras de las ciudades andaluzas. Sobre esta idea comenta Salazar: “Las cofradías tienen una dimensión socio-política, refuerzan la identidad local y canalizan las tensiones sociales. En la Semana Santa no entra la polarización. Pertenecer a la hermandad de tu barrio también te legitima y crea comunidad”.
Los intentos de Vox de apropiarse de la Semana Santa en Andalucía han caído en vano. Como reitera la politóloga: “¿Es que dónde estaba el ataque a las procesiones? Lo que representan, al contrario, es un sentimiento compartido de pertenencia y un relato emocional común. Sólo hay que ver las audiencias de Canal Sur durante estos días. Y, además, tiene hasta una variante provincial muy importante: no es lo mismo en Sevilla que en Almería o Jaén. Eso enriquece el crisol cultural. Es un fenómeno tremendamente complejo”.
"Los andaluces se han apropiado de la fiesta"
Todos los martes santos sale por las calles de Sevilla la hermandad de los Estudiantes. Durante muchos años, bajo la Virgen de la Angustia ha ido de costalero Sergio Pascual, exdiputado y primer secretario de Organización de Podemos. Relata en primera persona lo que significa la Semana Santa: “Las cofradías han sido un vehículo de socialización y de comunidad en los barrios, especialmente en los populares como el Cerro del Águila, Macarena y San Benito”.
“La sociedad andaluza resignificó algo puramente eclesial, se lo apropió y lo convirtió en algo que es una fiesta. No es un momento de luto para rememorar la muerte de Jesucristo, sino que la gente aprovecha para quedar, compite por ver quién mueve mejor los pasos y los costaleros con casi como Mbappé”, ilustra Pascual, quien apostilla: “Es un fenómeno social, cultural y folclórico, mucho más que religioso. Hay quien lo vive exclusivamente por la fe, pero es solo un punto de un iceberg inmenso”.
Otro de los factores es que se escapa del control total de la Iglesia: “Tiene algo así como derecho de veto, pero se le ha ido de las manos. Los andaluces se han apropiado de la fiesta y la han hecho suya. Hay sectores ultras del clero a los que no les gusta cómo se celebra ni que se le diga ‘guapa’ a una Virgen ni que la gente salga de debajo del paso tras estar porteando para irse a tomar una cerveza”.
Pascual indica, no obstante, que no se puede presentar la Semana Santa como “una vanguardia del progresismo”: “Mantiene todavía lugares oscuros. Es difícil encontrar a mujeres en los puestos de poder. Apenas hay hermanas mayores”. Pero a la vez señala que es “absolutamente transversal en lo ideológico”: “Fue ridículo cuando dijeron que Podemos quería quitarla. Es como si se proclamara que la derecha va a quitar los carnavales de Cádiz".
Hace Pascual este análisis al hilo: “La Semana Santa tiene valores universales con la matriz de la tradición judeocristiana. Es posible que conecte con sectores retrógrados, pero también es conductora de ideas progresistas como la construcción de comunidad en los barrios, el apoyo mutuo, las bolsas de colaboración entre vecinos para que nadie se quede atrás”.
A la vez que introduce un aspecto histórico: “La represión franquista fue tan cruenta en Andalucía que dejó pocos espacios para socializar. Por eso, muchos ciudadanos no tuvieron más remedio que resignificar un lugar que les permitiera vivir en sociedad y en comunidad. Ese lugar fueron las hermandades como sitio de asociacionismo. Pasó como con los sindicatos verticales”.
No hay que mirar solo a Sevilla y las grandes capitales andaluzas para entender el fenómeno. La localidad cordobesa de Baena, cuyo gobierno municipal se basa en un acuerdo entre el PSOE e Izquierda Unida, se para literalmente durante la Semana Santa, cuyas hermandades anclan sus raíces desde el siglo XVI.
"Caben todas las ideologías"
La alcaldesa socialista de la localidad, María Jesús Serrano, explica frente a los tópicos: “Vox ha intentado apropiarse de la Semana Santa en las grandes ciudades, pero eso no pasa en el mundo rural. Nada que ver con el discurso de la ultraderecha de que estas fechas están en peligro por la izquierda y la migración. Intenta mediatizar ese tema. Como ha pasado con la agricultura y el campo, ¡y mira lo que están haciendo con los aranceles!”.
Serrano estima que la mitad de los vecinos (de una localidad con unos 19.000 habitantes) participa directamente en los desfiles procesionales. Hay momentos en los que hay más de tres mil personas tocando el tambor juntas en la Semana Santa. Comenta: “Trasciende lo religioso, es un fenómeno cultural, social y tradicional, que viene heredado de padres a hijos. Caben todas las ideologías y todas las condiciones sexuales. Hay gente más religiosa y otra menos. Con máximo respeto a la fe, hay personas que participan como una fiesta popular basada en costumbres arraigadas desde tiempos ancestrales”.
Además, añade que, desde la revitalización que vivió la Semana Santa en la década de los noventa del siglo pasado, las hermandades se han igualado y no hay apenas diferencias sociales. Ella misma participa en la de los “trajecillos blancos” (la de Jesús del Huerto), que durante muchos años fue de las más humildes.
Para resaltar lo que supone como hilo social la Semana Santa, Serrano relata: “Casi todo el mundo tiene una hermandad, en lugares de convivencia que se llaman cuarteles. Allí se reúnen antes de la procesión, pero también cuando acaba. Van las familias, los amigos y los hermanos. Están abiertos a todo el mundo. No hay de derechas e izquierdas, ¡hay costaleros comunistas de IU!”.
"La cultura 'queer' de Sevilla está ligada a las hermandades"
El documental ¡Dolores, guapa! se ha convertido ya en un objeto de culto tras su estreno hace apenas tres años. Un retrato de cómo el colectivo LGTBI vive la Semana Santa y cómo es una de las piedras angulares de esta tradición en un mundo lleno de contradicciones. Jesús Pascual, su director, sostiene: “La interpretación oficial está secuestrada por unos pocos de clase poderosa, pero puede verse que es un hecho social completo y una fiesta transversal que afecta a todas las clases sociales y en la que participa todo tipo de personas con un sentimiento que tiene más que ver con la pertenencia a la ciudad”.
Pascual reconoce que es “muy complicado” de entender para muchas personas que no son andaluzas: “Tiene muchos factores. Incluso si eres ateo, como es mi caso, tiene el componente de ligarte con lo trascendental, con lo que te supera, con algo más grande que tú: el paso del tiempo. Pasa como con la Navidad o los cumpleaños, sirven para repasar tu vida”.
“Además, es una fiesta completamente sensorial. Está pensada desde el Barroco para que la gente estalle. Tiene la parte visual, musical, de los sabores, del tacto y del estado de ánimo con el cuerpo cansado después de estar tantas horas en la calle de pie. Buscas un estado alterado de tu cuerpo y de tu mente. Es una especie de catarsis colectiva, que tiene que ver también con conectarte con la urbe”, desgrana el cineasta.
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Hilvana: “Por eso los barrios humildes la viven tanto. Es su manera de reivindicarse como parte de la ciudad. Si lo quieres ver desde un punto de vista más anticlerical, las imágenes funcionan como totem o escudo de un club de fútbol. Símbolos que aglutinan a un grupo de personas muy amplio, pero que cuando llegan al centro dicen: ‘aquí estamos y estamos a la altura’. De hecho, es muy curioso ver en Sevilla cómo las hermandades del centro de familias ricas y aristócratas hacen una estación de penitencia como muy solemne y austera, mientras que las de barrios son las que tienen más flores, velas, túnicas caras y música”.
Para adentrarse en el papel de la comunidad LGTBI: “La cultura queer autóctona de Sevilla está ligada a las hermandades y a la participación en la fiesta. Históricamente las personas LGTBI han configurado la fiesta. Juan Manuel Rodríguez Ojeda revolucionó a finales del XIX y principios del XX la estética de lo que hoy conocemos como la Semana Santa de Sevilla. Era una persona abiertamente homosexual, lo echaron de varias hermandades. Tiene un busto conmemorativo en frente de la basílica de la Macarena, donde hasta hace nada estaba enterrado Queipo de Llano. Es todo el rato contradicción”.
“Hoy en día la situación social es diferente. Pero hay tensiones raras. Evoluciona de manera dispar, depende del caso, de la hermandad y de la persona. Pero cada vez es menos secreto y se lleva una vida con más dignidad y reivindicativa”, afirma Pascual, quien insiste en la “explosión de los sentidos” que producen las procesiones: “Como dice una persona en el documental, es como tomarse un tripi sin droga”. “En Sevilla tiene, además, el componente pagano de ser la fiesta de la primavera. Se celebra la vida. En Zamora hace frío, pero aquí la gente está en manga corta, hay sol y los naranjos están en flor. Es el resucitar de la vida en el sentido abstracto y filosófico”, concluye.