La situación en el PP

Casado recrudece su guerra con Vox y admite que una coalición en Castilla y León puede costarle las generales

Pablo Casado y Alfonso Fernandez Mañueco se saludan en la sede del PP en Madrid.

El futuro de la Junta de Castilla y León se complica. El presidente del PP, Pablo Casado, decidió este martes reabrir la guerra con Vox, la misma que planteó durante la moción de censura que la ultraderecha presentó en octubre de 2020, justo cuando los de Santiago Abascal acaban de desafiarles emplazándoles a compartir tareas de gobierno o asumir que habrá repetición electoral.

En su intervención ante la Junta Directiva de su partido, en la que no mencionó nunca a Vox por su nombre, y en presencia de todos su barones, Casado defendió la estrategia de tratar de llegar a un acuerdo con la extrema derecha en Castilla y León pero sin darles entrada en el gobierno autonómico, algo que los ultras ya han rechazado. “Un Gobierno fuerte, estable y en solitario, con pilares firmes, sin trajes prestados y sin la espada de Damocles continua”, dijo. Un acuerdo que, subrayó, deberá además tener como límites los principios del PP. 

“Nuestros principios son nuestras condiciones. Y no vamos a renunciar a ellos. Nunca. Y quien quiera pactar con nosotros tendrá que aceptarlos y respetarlos”, advirtió. Y puso algunos ejemplos en clara referencia a Vox: para el PP “la igualdad no es negociable, ni la cohesión territorial, ni la integridad autonómica, ni la integración en Europa”. Por eso no aceptará ningún acuerdo “con formaciones que dividan a las personas por el color de la piel, su género, acento u orientación sexual”, ni que defiendan “el revisionismo constitucional contra las comunidades autónomas”.

Si alguien pensaba que, después de lo ocurrido en Castilla y León, donde el PP no ha conseguido contener a Vox, Casado iba a cambiar de estrategia y abrazar un gobierno de coalición con los ultras como le pide Ayuso, tendrá que esperar. Porque, contra todo pronóstico, el líder del PP mantiene intacto su plan de reunificar el centro derecha a través las urnas, atrayendo a los votantes de Vox con el argumento de que sólo uniendo todo el espacio a la derecha del PSOE bajo el paraguas de su partido será posible desalojar a Pedro Sánchez de la Moncloa en 2023.

“Yo no estoy en política para llegar como sea donde sea ni para hacer lo que sea”, avisó. “No fue ese el mandato que recibí de mi partido y no es el mandato que pediré a los españoles porque”, y esta es la clave de su intervención de este martes en la sede de Génova, “jamás lo concederían”. Si pacta con Vox, si hace útil votar a la ultraderecha, viene a decir Casado, no conseguirá reunificar el espacio político que su partido monopolizaba hasta la aparición de Ciudadanos y de la formación de Santiago Abascal. “Los españoles nos conocen y esperan de nosotros que hagamos algunas cosas y que no hagamos otras. La credibilidad y la confianza en nuestro partido son fundamentales”, añadió.

En vez de eso, su propósito sigue siendo “llevar el gran proyecto reformista y liberal del PP de nuevo al Gobierno de España”. “No hay otro” partido capaz de hacerlo, subrayó, porque es “la alternativa a los populismos y los radicalismos a la izquierda y a la derecha. Y nadie nos va a mover de nuestro sitio”, remarcó.

“Nuestro partido es el resultado de la voluntad de unir a los españoles y no de dividirlos. Para ser alternativa”, añadió en alusión a Vox, “hay que poder confirmar una mayoría social y no hacer equilibrios sobre minorías radicalizadas como lleva haciendo el socialismo en los últimos 20 años”.

Según Casado, lo que está haciendo el PP es lo correcto porque “liderar nuestro país es unir la derecha sin desunir España. Fortalecer un partido que está situado en la derecha para que pueda hacer una tarea claramente de centro, acercándose a él y no a ningún extremo”. 

Por eso, proclamó, hay que “rechazar el bloque de ruptura que forman hoy los populismos a un lado y a otro”, lo que alude a Vox en el lenguaje del líder de la oposición, “y ofrecernos como plaza mayor del constitucionalismo, del reformismo, del autonomismo, del europeísmo y del atlantismo”, cinco valores que siempre contrapone a los de los ultras.

Es ahí donde “se situaron durante décadas mayorías abrumadoras de españoles en las urnas” que él quiere recuperar, recordó. “Ahora son esas bases las que están en cuestión y el PP va a ser quien las defienda y quien convoque de nuevo a la inmensa mayoría de españoles”.

Para defender su posición, Casado evitó la más mínima autocrítica en relación con lo ocurrido en Castilla y León, donde el PP ha quedado lejos de sus expectativas. “Aguantamos cualquier comparación: echemos un vistazo a la derecha alemana y su hundimiento; a la francesa y sus fracturas; a la italiana y su laberinto interminable. Miremos lo que ha sucedido en Portugal. Nuestra recuperación se está produciendo. Miremos cuántos partidos históricos han resistido en pie, cuántos alcanzan hoy la proyección de voto que tenemos nosotros y cuántos están en cabeza. Somos una excepción en positivo”, se jactó.

Contra Vox

El líder del PP, como hiciera en la moción de censura de 2020, volvió a subrayar las diferencias con el partido de Abascal. “Somos el partido que hizo la Transición, que fundó la Unión Europea y el euro, que cree en la igualdad real de oportunidades, que rompió el techo de cristal de las mujeres en política y en el mercado laboral. El pionero en la sostenibilidad de Kyoto, París y los objetivos de desarrollo sostenible. Que defiende sin complejos el estado de Derecho y la seguridad de todos sin buenismo, pero sin xenofobia”.

“Los que hicimos posible que la convivencia entre españoles fuera posible, no para poner en marcha una máquina dispensadora de carnets de buen o mal español”, añadió. “No un partido probeta de laboratorio”. Una formación “que sirve a España y no a ninguna internacional de lo excéntrico”. 

“Por todo ello”, destacó, “es evidente que nadie está en condiciones de ejercer ninguna supuesta tutela moral o programática sobre el PP. Y debemos ser claros sobre esto: la semilla del populismo y del radicalismo”, de nuevo dos expresiones que utilizó para señalar a Vox sin mencionarlo, “puede tardar más o menos en dejar ver su fruto, pero siempre es un fruto amargo para las sociedades que lo cultivan”. “No creen ni en las instituciones ni en la política como tarea para la convivencia, aunque las utilicen para vaciarlas desde dentro, aumentar la polarización y debilitar el sistema”, acusó.

En vez de eso, resumió, el PP propone “una agenda reformista para la mayoría, y no un memorial de agravios o un manifiesto de ocasión”. 

“Hace poco más de un año os dije que nuestro espacio electoral no es una pequeña parte de una supuesta derecha partida por tres, sino la hegemonía del inmenso espacio del centro reformista español. Hoy os lo reitero con más razón todavía. No nos engañemos; hay quienes equivocan sus prioridades, y están más preocupados por sustituir al PP que por cambiar a este mal gobierno. Lo segundo les resulta imposible, y lo primero jamás ocurrirá”.

En democracia, razonó, “reunir fuerzas es reunir votos, recuperar voluntades, renovar esfuerzos y buscar los grandes objetivos nacionales que queremos para España y sus ciudadanos. Lo demás es perder. Y perder significa que gobiernan otros”.

Casado recordó que desde que asumió el timón del partido está empeñado en “reagrupar el espacio electoral con propuestas concretas”. Y ahora “lo fácil sería sumarse a las estrategias de confrontación que están poniendo en riesgo nuestra convivencia. Lo cómodo sería dejarse llevar en la deriva polarizadora por un puñado de votos”.

En todo caso, que Casado no quiera, en principio, pactar ahora con Vox en Castilla y León un Gobierno de coalición no significa que vaya a moderar su discurso. Más bien todo lo contrario. Una buena prueba fueron los términos con los que remató su intervención ante la dirección del partido.

Casi todos los problemas de España, aseguró, nacen “de uno solo”, del que culpó al PSOE: “Se están cerrando los espacios de libertad que abrimos hace más de cuarenta años”. “Nuestra tarea histórica para España se resume en esto: volver a abrir espacios de libertad para la sociedad española. La libertad nos unió como nación hace 40 años y la libertad debe unirnos ahora una vez más”.

En contra de Ayuso y la derecha mediática

La posición de Casado de descartar un gobierno de coalición con Vox desafía a la derecha mediática y sobre todo a Isabel Díaz Ayuso, que sostienen justo lo contrario. La presidenta de la Comunidad de Madrid apostó abiertamente este martes por esa solución para Castilla y León, la misma que ya había apoyado en plena campaña en contra del criterio de Génova. Su apuesta es porque Castilla y León tenga “pronto” un Gobierno “basado en la suma de intereses” frente al “proyecto totalitario que está destrozando España". “Que no nos importe lo que opine la izquierda sobre nuestros pactos”, añadió acusando implícitamente a Casado de estar más pendiente de lo que digan el PSOE y Unidas Podemos. El PP, precisó en referencia a Vox, debe “buscar con otros partidos” lo que les une para pedir que castellanos y leoneses sean víctimas de “políticas identitarias, pobreza y desesperanza”.

“Mi opinión es clara”, insistió después a su llegada a la junta directiva nacional en la calle Génova: “Lo que no hay que hacer es escuchar a la izquierda; yo con el sanchismo no pactaría”.

Para enfado de la dirección de Casado, Ayuso volvió también a repetir su petición para que Casado no demore más la celebración del congreso del PP de Madrid, con el fin de que “no se siga retrasando dar voz a los afiliados”, que “la ilusión del votante en Madrid no pare”.

La presidenta madrileña dejó claro que Casado no puede fallar en 2023: la prioridad es “cambiar el Gobierno de la Nación y que el Partido Popular tome urgentemente las riendas”. Para eso, dijo, quiere presidir el PP de Madrid: para hacer “lo imposible por consolidar este proyecto que de izquierda a derecha está uniendo la sociedad madrileña en torno a la libertad y que se está convirtiendo en un modelo en el que toda España mira. Los españoles no nos perdonarían estar no centrados en esto y solo en esto, nos va mucho en juego a todos. España no soportaría otro lustro sanchista”.

La respuesta de Génova llegó de la mano de la vicesecretaria de Organización del PP. Ana Beltrán pidió expresamente a Ayuso tratar los “temas internos” exclusivamente dentro del partido. “No hay que ponerse nerviosos. Desde la dirección nacional sabemos perfectamente cuándo se tiene que realizar“” el congreso de Madrid, que sigue sin fecha.. Hay que confiar", ha declarado la 'número tres' del PP, para subrayar que "los temas internos se deben tratar de forma interna" porque "es lo mejor para todos".

Según Beltrán, pese a las palabras de Ayuso, el PP de Madrid “ha funcionado y sigue funcionando perfectamente” y está “bien engrasado y motivado”, realizando "numerosas acciones a pie de calle”. “No es momento de personalismos sino de estar todos unidos”, le reprochó en declaraciones a Europa Press.

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De las discrepancias internas dentro del PP a la hora de pactar o no un gobierno con Vox dejó constancia este martes la portavoz parlamentaria, Cuca Gamarra. En el partido, admitió, hay “tantas almas” como miembros y cargos de la formación, pero será Mañueco el que decida. “Cada uno es muy libre de tener la posición que considere, pero en este asunto solo hay un alma y es aquel que tiene que liderar el Gobierno de Castilla y León”. El ganador de las elecciones, zanjó, debe tener libertad para negociar lo que más le convenga, zanjó.

En medio de la aparente euforia del PP por el 13F, Alfonso Fernández Mañueco admitió que en la reunión del PP de Castilla y León de este martes hubo críticas, que él llamó “autocríticas”, por los resultados electorales. Lo que le ha obligado a comprometerse a impulsar un análisis “en profundidad” para “reaccionar" de cara a las municipales de 2023.

El PP tiene hasta el 31 de mayo para cerrar un acuerdo de investidura si no quiere que se repitan las elecciones. Pero antes, el 10 de marzo, tendrá que pactar la Mesa de las Cortes castellanoleonesas para evitar que quede en manos de la oposición. En los quince días siguientes, hasta el 31 de marzo, el presidente del Parlamento autonómico deberá proponer un candidato a la Presidencia de la Junta. 

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