Franco ha muerto, su BOE sigue vigente en Galicia (IV): los bienes apropiados

El 20 de noviembre de 1975 fallecía el ferrolano Francisco Franco Baamonde a los 82 años. Se cumplen ahora 50 años de su muerte, pero durante sus cerca de 40 años de dictadura tomó decisiones que siguen marcando a la Galicia actual. En los fines de semana de agosto repasamos algunas de ellas, publicadas en el BOE entre 1936 y 1975, como la de hacer una autopista de peaje entre las principales ciudades gallegas, otorgar una concesión de terrenos públicos en la ría de Pontevedra para construir una fábrica de celulosa o autorizar decenas de presas con dudosas o nulas garantías ambientales o para la población afectada. Unas ocupaciones de tierras en el caso de las presas que se repitieron durante cuatro décadas con todo tipo de propiedades privadas que el franquismo decidió destinar a usos militares o entregó a empresarios afines, cuando no a la propia familia Franco.

Los herederos del dictador ganaron dinero o aún lo ganan gracias a muchos de estos bienes, algunos vendidos en las últimas décadas, otros puestos a la venta más adelante y varios más envueltos en causas judiciales que dirimirán sus dueños reales y legítimos.

Porque el espolio que llevó a cabo la familia del dictador fascista tras la guerra no se limitó al dinero de la población, que también. Durante años, terrenos, casas, importante patrimonio artístico o edificios históricos fueron usurpados a la ciudadanía de la época por parte de los Franco, que se lucraron y aún siguen lucrándose de todas esas propiedades gracias a una élite burguesa clave para aquel "macroespolio", tal y como lo definieron los historiadores Carlos Babío y Manuel Pérez Lourenzo en una detallada investigación. El BOE plasmó varias de estas apropiaciones, que se legalizaron a través de la legislación del régimen, pero no otras muchas.

Babío y Pérez Lourenzo, centrados en el caso del Pazo de Meirás pero también más allá de él, explican que fueron alrededor de 80.000 metros cuadrados, por ejemplo, los que los Franco ampliaron sus propiedades fuera de los muros de este inmueble y en la propia parroquia de Sada. El caso de las Torres –con toda la batalla judicial para determinar quién es dueño de los cientos de bienes que la familia del dictador guardaba en el interior– terminó en diciembre de 2020, cuando el Estado oficializó su expulsión después de que una sentencia judicial en septiembre ordenase la reversión al público del inmueble tras 42 años de democracia en la que los herederos de un dictador mantuvieron su propiedad. Pero hay un lote más de casos.

En el inventario de los bienes de Meirás, por ejemplo, se encontraban las esculturas del Mestre Mateo. El pasado mes de junio, el Tribunal Supremo condenó a los Franco a devolverlas al Concello de Santiago como legítimo propietario, después de un procedimiento judicial emprendido en 2017 para recuperar las dos piezas que habían sido parte de la composición original del Pórtico da Gloria y el consistorio había comprado en 1948 al conde de Ximonde, Santiago Puga, para integrarlas en el "patrimonio artístico de la ciudad".

Acabaron en poder del dictador y de su esposa, Carmen Polo, después de que esta mostrara en 1954 un "interés insistente" en las esculturas al visitar el Pazo de Raxoi junto a su marido durante los actos del 25 de julio, cuando acudieron a hacer una ofrenda al Apóstol y a inaugurar el Hostal dos Reis Católicos. La consorte del general golpista sugirió "de forma inequívoca que pasasen a su posesión" y, aunque no hubo "formalidad alguna" para hacerlo, siete años después ya aparecieron en una exposición como "cesión" de los Franco, documentó el Concello.

Tras una larga batalla judicial, recursos y apelaciones varias, el Supremo concluyó que la administración local compró las piezas y que no hay documentación alguna que acredite cómo pasaron a manos de los Franco, por lo que "la pérdida de la posesión de las estatuas por parte del Concello se produjo por una vía de hecho y no mediante una actuación administrativa regulada".

Es un proceder semejante en otros casos de patrimonio importante del que se apropiaron los Franco, siendo el Pazo de Meirás, las esculturas del Mestre Mateo y la Casa Cornide, en la ciudad vieja de A Coruña, los tres símbolos de ese "macroespolio". En este último caso, la familia del dictador acaba de decidir abrir el inmueble al público, tal y como le obliga la declaración BIC, mientras el Concelo inició hace ya años el proceso para reclamar judicialmente la reversión al público de la propiedad.

La Casa Cornide fue comprada en 1948 por la Dirección General de Bellas Artes del Ministerio de Educación, tal y como se recoge en el BOE del 14 de enero de 1949, el inicio de un proceso preparado y simulado que acabó con los Franco como propietarios, aún hoy, de un bien que estaba en manos de una administración pública, en este caso el Concello de A Coruña.

Con Alfonso Molina como alcalde, pasa a propiedad municipal, mediante un expediente incoado en 1958 y formalizado en junio de 1962 a través de una permuta con el Ministerio de Educación Nacional, que recibe a cambio una parcela municipal en San Roque/zona escolar.

Una compraventa simulada

Pocos días después de dicha permuta, Sergio Peñamaría (sucede a Alfonso Molina como alcalde el 19 de mayo de 1959), tramita la venta y el pleno del 3 de julio de 1962 acuerda la venta del palacio y también las bases para una puja que se celebra un mes después. Pedro Barrié de la Maza gana la puja celebrada el 2 de agosto de 1962 y adquiere la Casa Cornide por 305.000 pesetas. Esa misma tarde el pleno da cuenta que Barrié solicita transmitir la propiedad a Carmen Polo. Tres días después Barrié culmina la operación y vende la casa a Carmen Polo por 25.000 pesetas, como figura en la escritura.

Un informe jurídico encargado por el Concello a la Universidade da Coruña (UDC) –que sirvió de base para iniciar la reclamación judicial del inmueble– advirtió de la ilegalidad de los procedimientos de permuta, puja pública y posterior venta de la Casa Cornide y señaló la "simulación" en la compraventa, en una estratagema idéntica a la que indicó la justicia en el caso del Pazo de Meirás.

Precisamente, Pedro Barrié de la Maza, dueño del Banco Pastor, máximo dirigente de la extinta Unión Fenosa o de Astano y uno de los principales financieros del bando fascista en la guerra civil, fue clave en que Franco cumpliese con sus caprichos o los de su mujer, así como para que recibiese el Pazo de Meirás o la Casa Cornide en propiedad. Fue partícipe de los montajes que facilitaron la apropiación de estos inmuebles, sólo una parte de los bienes que estuvieron o están aún en manos de la familia del dictador tras dudosas e ilegítimas artimañas para hacerse con ellos.

Muchos de los terrenos adquiridos, por ejemplo en Meirás, fueron después vendidos en los 80 y 90, con el dictador ya muerto, obteniendo así sus herederos importantes beneficios. Finalizada la guerra, por ejemplo, Franco hace un recorrido por varias localidades de la costa próxima a Sada y ordena que se le compre una propiedad para construir una casa. Le adquieren un terreno en Bastiagueiro (Oleiros) y construye una residencia, todo pagado "con fondos públicos", como indica Carlos Babío. A la muerte del dictador, su familia vende también esta propiedad en una de las mejores zonas del concello de Galicia con mayor renda per cápita. Negocio redondo.

Y hay mucho más. Sólo en el Pazo de Meirás destacaba la cantidad de piezas arqueológicas de importante valor, cruceros, fuentes, balaústres o escudos traídos de otros pazos gallegos. Así, por ejemplo, el Pazo de Bendaña, en Dodro, fue desmantelado para intalar en la residencia de verano de los Franco elementos como gravados, figuras de la capilla y las propias piedras. Incluso la biblioteca desapareció. Además, de los pazos de Ximode o Hermida también se retiraron diferentes objetos que acabaron en Sada y en propiedad de los Franco.

"Trama de favores mutuos"

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La mayoría de todas estas piezas eran regalos de diferentes concellos y otras administraciones o adquisiciones de la mujer del dictador, Carmen Polo, conocida en la ciudad de A Coruña por entrar en las joyerías y acceder a todo cuanto capricho tenía sin ningún reparo. Entre los regalos para Meirás, fuentes de granito de los siglos XVII y XVIII, una réplica del relieve de la plaza de las Bárbaras en A Coruña o un crucero que representaba al Santo de los Croques y que fue usurpado del Pórtico da Gloria de la Catedral de Santiago.

Allí, en Meirás, incluso surgieron empresas de la mano del espolio. Pazo de Meirás Productos de la Huerta explotaba fincas expropiadas, producía leche, lúpulo o madera. Y en Ferrol, el Concello pagó hasta 1979 la luz y el agua de la casa natal de Francisco Franco.

En todas estas operaciones durante la dictadura, los Franco se valían de la ayuda de las élites franquistas, especialmente en A Coruña y alrededores por tener allí su residencia de verano. "Era una trama de favores, de favores mutuos a cuenta del erario público; se lucraron y aún se lucran las élites", explicaba Babío. Porque el espolio no terminó con la muerte de Franco y la desaparición del escudo con el águila en el encabezamiento del BOE sino que se adentró varias décadas en la democracia.

El 20 de noviembre de 1975 fallecía el ferrolano Francisco Franco Baamonde a los 82 años. Se cumplen ahora 50 años de su muerte, pero durante sus cerca de 40 años de dictadura tomó decisiones que siguen marcando a la Galicia actual. En los fines de semana de agosto repasamos algunas de ellas, publicadas en el BOE entre 1936 y 1975, como la de hacer una autopista de peaje entre las principales ciudades gallegas, otorgar una concesión de terrenos públicos en la ría de Pontevedra para construir una fábrica de celulosa o autorizar decenas de presas con dudosas o nulas garantías ambientales o para la población afectada. Unas ocupaciones de tierras en el caso de las presas que se repitieron durante cuatro décadas con todo tipo de propiedades privadas que el franquismo decidió destinar a usos militares o entregó a empresarios afines, cuando no a la propia familia Franco.