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Génova y el PPE quieren que España sea el bastión de la derecha y un laboratorio de gobiernos con los ultras

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, se reúne en Santiago con el presidente del Grupo Popular Europeo, Manfred Weber.

La camiseta roja para hacer campaña”. Estas palabras salían del líder del PP europeo, Manfred Weber, en Bruselas para acusar al comisario de Medio Ambiente, Virginijus Sinkevicius, por sus posicionamientos contra la proposición de ley del PP y Vox en Andalucía sobre Doñana. Alimentaba así la teoría de un supuesto apoyo de la UE a Pedro Sánchez de cara al 28M. Y, a su lado, Dolors Montserrat, la portavoz del Partido Popular en el Europarlamento como enlace con Madrid.

El PPE ha convertido en estos últimos meses los ataques a Pedro Sánchez en uno de sus ejes centrales, repartiendo críticas constantemente y maniobrando desde Bruselas para desgastar al Ejecutivo de coalición. Una alianza establecida durante la época de Pablo Casado, pero que ha ido incluso en aumento durante la etapa de Alberto Núñez Feijóo al frente de Génova 13.

Y esta unión de fuerzas tiene diferentes factores y objetivos. Uno de ellos es que a nivel continental los populares se han quedado sin gobierno en los grandes países, no hay un gran referente a nivel europeo. Las cuatro naciones más pobladas y con mayor peso económico responden a otras familias políticas: Alemania (coalición liderada por los socialdemócratas), Francia (centro), Italia (extrema derecha) y España (coalición de izquierdas).

España, la gran pieza en las urnas

Por lo tanto, para los conservadores sería esencial que España virase a finales de año en las elecciones generales para poder tener a uno de los grandes países bajo sus órdenes, ya que también viven en la paradoja de ser el grupo mayoritario en la Eurocámara pero no tener una gran nación. El adiós de Angela Merkel y la derrota ante los socialdemócratas germanos dejó al PPE sin su gran oráculo.

El PP europeo ve en España la oportunidad de anotarse una gran victoria antes de las elecciones al Parlamento Europeo que se celebrarán en mayo del año que viene. Génova 13 ha labrado las relaciones con sus homólogos europeos, especialmente con el sector más duro y Montserrat tiene hilo directo con Weber. Asimismo, la exministra de Sanidad se ha acercado a Monika Hohlmeier.

Esta parte más dura del PP Europeo está cruzando líneas como criticar incluso a la Comisión Europea, que está liderada por Ursula Von der Leyen, conservadora alemana. El equipo de ella ha tenido que salir a defender el papel de los comisarios y la función “institucional” de la CE. Un enfrentamiento que tiene a España como protagonista pero que cuenta con otras aristas pasadas y futuras: la exministra de Defensa llegó al puesto después de que los líderes europeos desecharan la posibilidad de que fuera Manfred Weber. 

Él fue el principal candidato conservador durante aquellas elecciones europeas en 2019 y la cabeza visible que participó en los debates aspirando a presidir la Comisión. Pero no logró luego en el sudoku del reparto llevarse el pastel. En las representaciones de los partidos progresistas españoles en Bruselas, según varias fuentes consultadas, señalan que el conservador está “obsesionado” con España y la menta constantemente en sus intervenciones, además de estar dirigiendo el rumbo del PPE hacia las posiciones más duras.

Los movimientos del PPE contra la coalición

El PP europeo ha impulsado durante estos últimos meses dos misiones con la idea de desgastar al Ejecutivo de coalición: una sobre los fondos europeos y otra sobre la ley del sólo sí es sí. Han enviado a grupos de eurodiputados para controlar al Gobierno sobre estos temas. La impulsada por Hohlmeier se fue del país poniendo algunos peros como retraso en control de fondo y trabas burocráticas pero sin detectar ni fraudes ni infracciones, como se había alentado durante semanas por parte de las derechas española y europea. Y la segunda misión ha redactado un informe alertando sobre la “alarma social” generada por la ley del sólo sí es sí.

Los populares europeos también se han movido para azuzar estas semanas contra la coalición poniendo en duda hasta el apoyo de España a Ucrania. Manfred Weber lanzó desde Bruselas: "Llegamos a la Presidencia española con incertidumbre sobre si están a favor del apoyo a Ucrania o no. Podemos debe aclarar su posición y Sánchez debe aclarar cuál es la posición del Gobierno español sobre Ucrania, no podemos aceptar ninguna incertidumbre en este momento de la historia".

Esa alianza de mensajes entre Génova y el PPE también se ha producido durante meses con el tema de la Justicia, como ya explotó en su día Pablo Casado. Weber remitió una carta, firmada también por Montserrat, a la Comisión en diciembre en la que se calificaba de “asalto institucional” el nombramiento del Gobierno del exministro Juan Carlos Campo y de Laura Díez, ex alto cargo en Moncloa, como miembros del Tribunal Constitucional. El conservador alemán hablaba en la misiva de “una flagrante violación de las reiteradas recomendaciones de la UE a despolitizar la justicia, en el sentido de que podrían influir y restringir la independencia de las decisiones y el correcto funcionamiento de la más alta institución de garantías constitucionales en nuestro país”.

Esta actitud contrasta con la buena sintonía, en cambio, que mantiene Von der Leyen con Pedro Sánchez. La presidenta de la Comisión Europea siempre ha puesto a España como ejemplo de alumno aplicado en la gestión de los fondos (recibiendo el primero de la clase las ayudas frente a otros países como Italia, al que se han ralentizado las ayudas por dudas). Asimismo, la conservadora alemana ha apoyado durante estos meses, especialmente por la pandemia, políticas más sociales, que en sectores conservadores se quieren frenar de cara al futuro. Incluso ha puesto a España como referente en temas como la excepción ibérica.

La derecha europea se mueve con la ultraderecha

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La familia del PP europeo también mira a España por otro motivo: los pactos con la ultraderecha. Los democristianos alemanes siempre habían puesto una línea roja a los partidos de extrema derecha, con Angela Merkel haciendo duros discursos contra ellos. Esas alianzas parecían imposibles entre la mayoría de partidos conservadores, pero poco a poco se empieza a mover el tablero. Castilla y León ha supuesto el primer laboratorio en el país de un Ejecutivo de coalición, sin que finalmente se frenara en Bruselas. Ahora el PP europeo, con Weber como capitán, está explorando alianzas con los ultras, como en Finlandia e Italia.

Los gobiernos entre el PP y la ultraderecha se pueden ampliar a partir del 28 si les dan los números. Los barones del partido están a favor y ninguno los ha descartado. La presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, declaró este fin de semana en una entrevista con Efe que prefiere que su partido forme Ejecutivos de coalición con Vox a que siga gobernando el PSOE en las autonomías donde está en juego un cambio en mayo. Núñez Feijóo habla de lograr la mayoría más amplia posible, pero todas las encuestas indican que necesitaría a los de Santiago Abascal para entrar en La Moncloa. En ningún momento el expresidente de la Xunta ha rechazado pactar con la ultraderecha. Por lo tanto, si esa fórmula se impone tras diciembre, se trataría del país de la UE más grande con un gobierno conservador apoyado en los ultras.

El propio Feijóo ha aprovechado también las cumbres del PPE en Bruselas para atacar duramente al Gobierno. En la de finales de marzo cuestionó en la rueda de prensa posterior la política exterior de la coalición, desde la gestión de los fondos hasta el viaje de Sánchez a China pasando por el acuerdo sobre la reforma de las pensiones. El presidente del PP está intentando crearse también un perfil internacional y establecer lazos con los líderes conservadores. A mediados de abril viajó a Estocolmo para reunirse con el primer ministro sueco, Ulf Kristersson, de su familia política. Su mensaje principal fue que encontró más información de la Presidencia sueca de la UE que de la española por parte de La Moncloa.

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