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Movimiento obrero y revolución: las raíces del Día Internacional de la Mujer

Cartel alemán de 1914 del Día Internacional de la Mujer Trabajadora.

En el año 1977, la Organización de las Naciones Unidas marcó con una cruz morada el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Quedaba así institucionalizada una fecha que, sin embargo, llevaba a sus espaldas la historia de una lucha escrita por muchas manos. Sus raíces brotan décadas antes y su germen tiene que ver con la batalla colectiva de las mujeres obreras a principios del siglo pasado.

"Que no existiera una relación con un acontecimiento concreto no implica que debamos rechazar la idea del origen obrerista de esta celebración y pensemos en la falta de relación del 8 de marzo con la lucha de las mujeres por conseguir mejoras laborales, pues las manifestaciones y huelgas de mujeres fueron un hecho constante", explica la profesora Begoña Marugán en un artículo publicado por La Marea. Aquellas movilizaciones relativas a los derechos de las mujeres como trabajadoras y ciudadanas toman forma en 1907, durante la I Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, celebrada en Stuttgart, capital del Estado federado alemán Baden-Wurtemberg.

"En aquella primera conferencia liderada por [Clara] Zetkin se reunieron 58 delegadas de países europeos pero también de otras regiones del mundo como India o Japón. Zetkin fue una activa militante comunista que tuvo mucha más importancia en la práctica que en la teoría feminista. Escribió sobre todo conferencias y panfletos, ya que su intención era persuadir a las masas, hacer una tarea de educación y proselitismo", cuenta la escritora y periodista Nuria Varela en su libro Feminismo para principiantes. "Así se desarrolló un feminismo de clase, socialista y comunista, junto al feminismo de las sufragistas y en ocasiones frente a él", escribe.

En conversación con infoLibre, Varela reconoce que "el relato es un poco confuso", especialmente debido al baile de fechas acentuado por el paso del tiempo. "La historia de las mujeres no se escribe, se olvida, pero sí se puede hablar del contexto", relata. A finales del siglo XIX y especialmente a principios del XX, comenta, se produce "una gran lucha de las primeras trabajadoras en las industrias, de las primeras obreras". Empieza la industrialización y con ella la consolidación de las fábricas como centros de trabajo y la incorporación de las mujeres "en condiciones pésimas", lo que genera "una lucha potente" de las obreras.

Esa organización colectiva se produce prácticamente de forma paralela a los movimientos que comenzaban a impulsar las mujeres estadounidenses, que tan sólo un año antes apuntaban al 28 de febrero como el Día de la Mujer. En Estados Unidos tuvieron especial intensidad las huelgas en el sector textil y en 1911 sucede el conocido incendio en la fábrica de camisas Triangle de Nueva York, el 25 de marzo, en el que murieron cerca de 146 trabajadoras, según se aventura a afirmar, aunque con cautela, Nuria Varela.

Julia Cámara es historiadora y activista feminista. Al otro lado del teléfono, desde Zaragoza, explica que "se suele hablar siempre del incendio en Nueva York, pero hay que contextualizar la época como lo que era: un periodo con unas condiciones laborales pésimas, donde había accidentes laborales medianamente masivos con normalidad". Por ello, a su juicio "se ha usado ese punto de referencia como se podía haber cogido otro". Lo que es cierto, añade, es que desde los años treinta del XIX hasta ya entrado el siglo XX "las mujeres protagonizan algunos de los repertorios más interesantes de conflictividad de clase", una cuestión que guarda relación con "los motines del hambre, las revueltas del pan o las protestas en las grandes ciudades". Tal y como relata Cámara, "normalmente en todos los grandes conflictos del periodo hay primero revueltas de mujeres, que son quienes preparan el terreno para que pueda haber una movilización de otro tipo" posteriormente.

En ese escenario existe además un debate muy presente en torno al voto femenino. "Las primeras décadas del siglo XX están marcadísimas por el sufragismo, que es lo que luego caracterizaría lo que se llama primera ola" del feminismo, continúa Cámara. Surge entonces "un debate entre sectores sufragistas que entienden que esa es la llave para todo, y sectores de mujeres, fundamentalmente socialistas que están insertas dentro del movimiento sufragista, que plantean que el debate por los derechos de las mujeres y su emancipación es más global".

Prende la llama

Aquella llama de debate y lucha colectiva prende a través del altavoz que supone la primera reunión internacional liderada por Clara Zetkin y tres años después regresa a la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, esta vez en Copenhague (Dinamarca), con una llamada clara: "Invitamos urgentemente a todos los partidos socialistas y organizaciones de mujeres socialistas, así como a todas las organizaciones de trabajadoras basadas en el principio de la lucha de clases a enviar a sus delegadas o incluso delegados a esta conferencia", recuerdan el investigador Daniel Gaido y la docente Cintia Frencia en su trabajo Los orígenes obreros y socialistas del Día Internacional de la Mujer.

Durante el segundo encuentro se plantea la proclamación de un día internacional que se celebraría anualmente. La propuesta sale adelante. Ese año "se proclama el Día de la Mujer con carácter internacional, un poco a modo de homenaje", apunta Varela. "La propuesta se aprobó de manera unánime, se habían reunido más de cien mujeres de 17 países, pero ahí no se establece una fecha fija", agrega.

Se materializa un año después, en 1911. En marzo, pero no el octavo día, sino el 19, en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza. "Como consecuencia de lo aprobado el año anterior, se adopta el Día Internacional de la Mujer Trabajadora y se celebra por primera vez el 19 de marzo en distintos países", explica Varela. La oleada feminista y obrera cristaliza a través de movilizaciones, mítines, folletos y revistas divulgativas. La revista bimestral editada por la comunista alemana Clara Zetkin, Die GleichheitIgualdad–, llama a las mujeres a involucrarse en su edición del 13 de marzo: "¡Compañeras! ¡Mujeres y muchachas trabajadoras! El 19 de marzo es vuestro día. Es vuestro derecho. Detrás de vuestras demandas está la Socialdemocracia, los trabajadores organizados sindicalmente. Las mujeres socialistas de todos los países se sienten solidarias con vosotras. El 19 de marzo debe ser vuestro día de gloria".

En ese contexto y con el ideario socialdemócrata y comunista por bandera, la lucha de las mujeres ganaba peso esencialmente alrededor de dos cuestiones: "Por un lado la emancipación económica de las mujeres respecto a los hombres y por otro la emancipación respecto al trabajo doméstico", narra Cámara. Las mujeres alemanas tienen ahí un papel fundamental pues protagonizan "un proceso de movilización muy interesante". El SPD (Partido Socialdemócrata de Alemania) "tiene un alto nivel de militancia, es un partido de masas, de manera que la incidencia fue importante" en territorio alemán.

 

Cartel alemán de 1914 del Día Internacional de la Mujer Trabajadora.

Y entonces llega Rusia. A lo largo de los dos años posteriores, con la I Guerra Mundial a las puertas, el movimiento refuerza sus lazos "con las mujeres rusas, que celebran su primer Día Internacional de la Mujer el último domingo de febrero de 1913", cuenta Varela, una fecha que en el resto de países europeos sí rondaría el 8 de marzo, como muestra el cartel alemán de 1914. A nivel internacional, completa Cámara, "son las mujeres las pioneras y las únicas en plantear las demandas de paz". Se celebran conferencias de mujeres "que piden a sus gobiernos que acaben con la situación de conflicto" porque ellas son "las más expuestas siempre a los ataques contra la vida, las que tienen que seguir manteniendo a las familias aun cuando las personas que estaban encargadas económicamente de ello, los hombres, desaparecen".

En Rusia, especialmente a partir del año 1915, se produce "un proceso de deserciones masivas del Ejército", relata la historiadora, porque era un país que seguía "funcionando prácticamente como un régimen feudal" y la guerra "consumió los pocos recursos que había". En ese contexto, los bolcheviques "lanzan la triple consigna: pan, tierra y paz". Lo primero guarda relación con la crisis de hambruna; lo segundo reclama el reparto de tierra entre los campesinos pobres y la paz exige el fin de la guerra. "Aquella consigna entonces era bastante atrevida, valiente", estima Cámara, porque pedía "la paz sin importar a qué coste".

Y a partir de ahí "las primeras revueltas masivas son las de las mujeres". La revolución de febrero de 1917, preludio de la revolución de octubre y causa de la abdicación del zar Nicolás II, no fue realmente en febrero. El levantamiento de las mujeres rusas que se produjo el 23 de febrero de aquel año –siguiendo la decisión de fijar como fecha simbólica el último domingo de febrero–, según el calendario juliano vigente, fue de acuerdo al calendario gregoriano un 8 de marzo. "El 8 de marzo de 1917 las mujeres rusas se amotinaron ante la falta de alimentos, dando inicio al proceso revolucionario que acabaría en el mes de octubre de ese mismo año con la caída del régimen zarista. Se ha borrado el origen comunista de este hecho, pero diferentes textos apuntan a esta teoría", escribe Begoña Marugán. Coincide con ella Nuria Varela. "El feminismo en Rusia se manifiesta especialmente y es muy combativo frente a la guerra. Ese domingo 23 de febrero de 1917 es el 8 de marzo según el calendario gregoriano", confirma.

A raíz de aquello, y tras la victoria bolchevique, el 8 de marzo quedó instaurado como día oficial en la Unión Soviética, en especial gracias a la labor de la comunista Alexandra Kollontai. "La URSS declara el Día Internacional y lo hace en memoria de esa primera manifestación masiva que inicia la revolución. Es decir, es un reconocimiento no sólo al proceso internacional, sino a su propia historia", explica Cámara. El paso creó un precedente que siguieron muchos otros países, hasta alcanzar la institucionalización en el marco de las Naciones Unidas. En 1975 el organismo internacional celebra el Año Internacional de la Mujer y en diciembre de 1977, a través de su Asamblea General, los países miembro proclaman el día para los derechos de la mujer y la paz internacional.

"Todavía no están todas"

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Las expertas consultadas coinciden en las dificultades de recuperar la historia de las mujeres. "No está en los libros de historia", asevera Varela. "Estamos construyendo todavía nuestra genealogía, todavía no está hecha, todavía no están todas las mujeres", lamenta.

Una percepción que es compartida sin titubeos por Cámara. "Incluso ahora se sigue investigando o escribiendo poco", pero además "hay cuestiones que se dan por sabidas y nadie investiga", sostiene la historiadora. Las genealogías feministas "y de cualquier lucha en general son diversas, son plurales y al final es importante entender que los procesos son muy amplios", reflexiona. En ese sentido, "hay una diversidad que nos precede y eso es lo que nos enriquece".

Por otro lado, recuerda tras repasar las raíces del movimiento feminista, "la historia nos demuestra que cada vez que se pretende de verdad remover la estructura de género te acabas encontrando con la clase. Y no solamente. Te acabas encontrando también con las relaciones de poder basadas en el colonialismo". Actualmente, afirma, "es imposible hablar de emancipación de las mujeres o igualdad de género sin hablar de las mujeres migrantes, de las trabajadoras del hogar o de las cadenas globales de cuidados". Ocurre lo mismo a la inversa, opina Cámara. A nivel histórico, "se ha demostrado cómo cada vez que ha habido un movimiento que ha intentado acabar con la explotación de clase y que no ha prestado atención al resto de estructuras de dominación, no ha podido lograrlo. En ambos sentidos lo uno sin lo otro no es viable".

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