El futuro de la extrema derecha

Olona amaga con promover una escisión en Vox si Abascal no acepta su regreso

Santiago Abascal y Macarena Olona, en la noche electoral andaluza.

El conflicto entre Macarena Olona, la que fuera candidata de Vox a la Presidencia de la Junta de Andalucía, y su antiguo partido está sacando a la luz las tensiones internas de la ultraderecha española. Olona, que abandonó abruptamente su escaño y el liderazgo andaluz de Vox el pasado mes de agosto alegando motivos de salud que ahora han desaparecido, quiere volver. Pero el líder de su antiguo partido, Santiago Abascal, no está dispuesto. Al menos no a corto plazo.

“Es muy importante que pase el tiempo, el tiempo lo cura todo”, declaró esta semana Abascal en una entrevista en Esradio, cuando el presentador del programa le preguntó si estaba dispuesto a recibir de vuelta en el partido a quien hasta hace dos meses fue uno de los principales referentes de su formación y sigue siéndolo para la ultraderecha en toda España. 

Desde que Olona reapareció haciendo el Camino de Santiago, rodeada de seguidores y sin problemas de salud —según ella dimitió porque creía tener una dolencia grave que le imposibilitaría seguir en política pero ahora ya sabe que sufre un problema de tiroides fácilmente controlable con medicación— la ultraderecha contiene el aliento. 

Algunos quieren que regrese a la dirección de Vox y a la primera línea de la política. Otros apuestan porque la exdiputada autonómica se decida a encabezar una nueva formación política integrada por diferentes grupos que se mueven en el entorno de su antiguo partido pero que no han tenido encaje en él. 

Algunos de ellos, como el integrista HazteOír o la organización ultra de origen mexicano El Yunque, están estrechamente vinculados al fundamentalismo religioso y muy activos en el ámbito de los movimientos contra el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo, la muerte digna o los derechos del colectivo LGTBi.

Discrepancias durante la campaña

Todo indica que el fracaso electoral cosechado en Andalucía, donde Vox aspiraba a crecer lo suficiente como para condicionar el gobierno y entrar en la Junta, estuvo precedido de serias diferencias entre los equipos de Abascal y Olona a cuenta de la organización y el desarrollo de la campaña. No falta quien sugiere que haber ofrecido la candidatura a Olona —que ella aceptó voluntariamente, según sus propias palabras— no fue sino una estrategia de Abascal para desplazarla fuera de los focos de la política nacional, donde rivalizaba en popularidad con el líder de la organización.

Lo que sí está claro es que Olona quiere reunirse con Abascal para negociar su regreso a la primera línea de la política en un puesto vinculado a Andalucía como una forma de retomar el compromiso al que renunció cuando dejó su escaño. En algunos medios se asegura que estaría pensando en ocupar uno de los puestos de representación en el Senado que corresponde designar a Vox después de las elecciones. Sería un modo de volver a la política nacional a la espera de regresar al Congreso después de las elecciones de 2023.

No obstante, nada se sabe a ciencia cierta sobre lo que va a plantearle a Abascal. No falta quien especula con que, a pesar del tono conciliador con el que habla del líder de Vox, la excandidata andaluza sólo busca “un portazo” que le sirva de excusa para poner en marcha su propia plataforma política.

Es una posibilidad que ella alimenta con declaraciones ambiguas: “Para mí Vox no es el proyecto, es el instrumento. El proyecto es España”, aseguró en una entrevista emitida por la cadena Cope, propiedad de los obispos españoles. A quienes “hablan de una división, de una escisión más allá de Vox”, no les desmiente. Les responde que “hay que ser muy responsables”. “Mientras Vox represente una alternativa, sería una temeridad plantear una alternativa”. ¿En qué situación cambiaría eso? Cuando Vox “traicione sus principios”, se responde a sí misma. 

De lo que no cabe duda es de que la exportavoz adjunta de Vox en el Congreso está cortejando a una amplia nómina de seguidores que en estos momentos están fuera de la disciplina de Abascal y que se mueven en el ámbito de la extrema derecha más radical, muchos de ellos en el ámbito del integrismo católico. Su agenda de entrevistas, declaraciones públicas y conferencias —con gran eco mediático gracias a la contestación que están recibiendo por parte de quienes protestan contra ella— está ya fraguando, de manera informal, una plataforma de apoyo que Olona va a utilizar para presionar a Abascal. 

Los “desencantados de Vox”

“En este camino que estoy recorriendo desde la libertad, con el cariño de la gente, que es lo que he encontrado, mayoritariamente, he tenido oportunidad de conocer a personas que han estado cerca de nuestro partido y que se han desencantado con Vox”, asegura la propia Olona. 

A ellos vincula precisamente su voluntad de volver a la política: “Si retornase a la primera línea sería para servir de elemento aglutinador”. Es algo que, dice, debería hacer Vox, “porque un partido que excluye no puede representar una alternativa de gobierno. Ni representar a España y a los españoles desde una posición excluyente”, avisa.

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Entretanto, los esfuerzos de Vox por pasar por alto la resurrección política de su antigua dirigente apenas si consiguen disimular su incomodidad. Abascal evita criticar a su antigua compañera pero ya deja clara su incomprensión. “No soy capaz de explicar muchas cosas”, confesó esta semana encogiéndose de hombros cuando le preguntaron por lo que ha pasado entre ellos. “Una vez que una persona abandona Vox no puedo juzgar lo que hace”, se excusó, reafirmando que ya no forma parte de la organización. “Es libre de hacer su vida y defender lo que ella quiera”.

Abascal admite que “hay gente pensando en plantear otra alternativa”, algo que le parece “posible y lícito”. Aunque, en su opinión sólo “tendría cabida en España si Vox traiciona sus planteamientos”. Algo que, asegura, no va a ocurrir. “Vox es un partido muy firme que sigue teniendo un mensaje totalmente distinto del resto de los partidos, incluso en relación con el PP”. “Nosotros estamos tranquilos”, asegura.

No obstante, y aunque entiende que “si hay españoles que no se sienten representados es lícito que puedan plantear otro movimiento político”, no cree que Macarena Olona “esté pensando en eso”.

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