Los riesgos de la campaña de Abascal en Extremadura: de movilizar a la izquierda a atraer el voto útil al PP

Las elecciones extremeñas del próximo 21 de diciembre inaugurarán un nuevo ciclo electoral que podría complicar —todavía más— la legislatura al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, como ya sucedió en las autonómicas y municipales del año 2023. En aquel momento, los gobiernos autonómicos del PSOE sufrieron tal debacle que Sánchez se vio obligado a adelantar las elecciones generales. El movimiento de la presidenta extremeña, María Guardiola —avalado por la dirección nacional del PP— busca asestar un golpe al Ejecutivo central a través de su candidato autonómico, José María Gallardo, actualmente en horas bajas tras su imputación. Pero la jugada también conlleva riesgos para un PP en pugna con Vox, ya que los comicios llegan en pleno auge de la extrema derecha.

Bajo esa lógica, se explica por qué el líder de Vox y principal referente del partido, Santiago Abascal, se está volcando en la precampaña, hasta el punto de multiplicar su presencia en Extremadura en los últimos días. Una estrategia que ha obligado al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, a cambiar el paso y echar el resto en la campaña extremeña que acaba de comenzar. Feijóo acompañará a Guardiola en algunos de los grandes mítines, pero también recorrerá por su cuenta la región para "peinar todo el territorio" y multiplicar la repercusión, según fuentes de Génova. "Coincidirá en alguna que otra ocasión, pero también tendrá agenda paralela a la presidenta para peinar más territorio", explican.

Tanto PP como Vox son conscientes de que lo que suceda en Extremadura tendrá efectos en el clima político nacional y podrá condicionar las siguientes citas electorales en Castilla y León y Andalucía, donde el PP también gobierna. Una carta que, a su vez, jugarán también Sánchez y la izquierda, como pasó el 23J, con el objetivo de activar al electorado progresista frente al "peligro" de la ultraderecha. Se trata de la misma estrategia que Sánchez utilizó en las elecciones de 2019, cuando Vox era un fenómeno emergente y acababa de estrenarse en las instituciones consiguiendo representación en el Parlamento de Andalucía. La izquierda ganó ampliamente esas elecciones con el índice de participación más alto en 15 años. El socialista volvió a recurrir a ello el 23J. Y sobrevivió de nuevo.

Abascal, ¿efecto movilizador para la izquierda?

Seis años después, sin embargo, la formación de Abascal está más que asentada: es la tercera fuerza del país, tiene representación en prácticamente todos los parlamentos e, incluso, ha participado en diversos gobiernos autonómicos hasta la ruptura de 2024. Su presencia en campaña podría actuar como catalizador de la izquierda, especialmente si replica determinados discursos racistas, como hizo recientemente cuando aseguró en un mitin que "cuatro moros" le habían pegado "unas voces" en Talayuela. Una profesora y periodista extremeña explica, en conversación con infoLibre, que hay "mucha población" en Talayuela que es inmigrante de segunda o tercera generación, pero que tiene DNI español, aunque para Abascal ninguno lo es realmente.

Esta experta cree que las actitudes racistas de Vox sí pueden tener una réplica en las elecciones, si bien destaca que "la izquierda" está "desilusionada" en Extremadura tras años de gobiernos socialistas sin grandes cambios. "El candidato del PSOE no despierta mucho fervor, no solo por su situación judicial, sino porque es una persona que no tiene carisma. Yo creo que veremos una subida importante de Unidas por Extremadura, porque su candidata sí ha estado muy presente", expone. Con todo, cree que las palabras de Abascal hablando despectivamente de "los moros" ya "no ofenden ni escandalizan a nadie". "Lo hemos normalizado", afirma.

Otros expertos como Eduardo Bayón, consultor político y autor de 'Lucha de Tribus' también ponen en duda que la omnipresencia de Abascal pueda "activar" per se a la izquierda, aunque sí cree que puede movilizar si logra "ocupar" los temas de la campaña. "La idea de un Gobierno de coalición de PP y Vox puede mover más al de enfrente, aunque también puede provocar que el voto útil se vaya a Guardiola, como pasó con el presidente andaluz Juanma Moreno en las últimas andaluzas", analiza. Con todo, la experta añade que hay una "desafección generalizada" que puede provocar mucho abstencionismo —en una fecha tan cerca de las navidades— que no se aplica en el caso de los ultras. "Sus votantes son disciplinados y obedientes. No creen en el sistema, pero creen en Vox", resume.

Bayón añade que "en un territorio en el que ya gobierna el PP en solitario, el miedo tiene que estar estrictamente vinculado a la ultraderecha y, en cierta forma, debería capitalizarlo la izquierda". Sin embargo, cree que teniendo en cuenta que el PP ya gobierna y que Guardiola "tiene un perfil relativamente amable para un votante moderado", ese discurso "puede tener mayores dificultades que en otros territorios", añade. El impacto podría llegar tras las elecciones, especialmente si la extrema derecha tiene un resultado contundente que pone en aprietos a los conservadores. La estimación de voto del último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) indica que Vox podría duplicar el resultado que logró en 2023: pasaría de 5 escaños a una horquilla de entre 10 y 12.

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Los sondeos pronostican un batacazo de la izquierda al que se agarra el PP, que confía en necesitar solo una abstención de los ultras para gobernar. Y no es que Abascal quiera entrar en un gobierno con Guardiola. Tras la ruptura del pasado verano, la formación ha cambiado de estrategia y ya no busca tanto condicionar desde dentro como hacerlo desde fuera con políticas y discursos concretos. Es lo que ha ocurrido en la Comunitat Valenciana con la investidura de Juanfran Pérez Llorca y lo que quiere que suceda también en el caso extremeño. Así lo explicitó el propio Abascal en los últimos días: "¿Por qué el PP acepta un acuerdo político en Valencia y lo niega en Extremadura llevándonos a todos a unas elecciones?", planteó en un mitin.

Abascal trata de presentar a su formación como la única que garantiza un cambio real frente a un "bipartidismo" corrupto, tratando así de situar a Guardiola en el mismo bloque que el del PSOE. Y, a tenor de los sondeos, le funciona. Un discurso que, según la experta consultada, tiene "lógica" en Extremadura, donde, a su juicio, PP y PSOE son "muchas veces indistinguibles": "El PSOE extremeño es muy parecido al PP nacional", analiza. Bayón, por su parte, sí que aprecia diferencias entre ambos, aunque concede que es más acusada a nivel nacional y que en el caso de territorios como Extremadura tanto PP como PSOE apelan al "votante de centro".

El empuje de los ultras es el principal inconveniente para los intereses de Génova, ya que la convivencia de ambos partidos en Extremadura se ha demostrado imposible. En la dirección nacional del partido confían en acercarse a la mayoría absoluta —situada en 33 escaños— para tratar de limitar la injerencia de Vox. En la dirección de Vox ya anticipan que serán inflexibles en sus postulados si el PP necesita sus votos. Quieren dejar su huella y que Guardiola asuma lo que, en su día, despreció. Ese será su precio.

Las elecciones extremeñas del próximo 21 de diciembre inaugurarán un nuevo ciclo electoral que podría complicar —todavía más— la legislatura al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, como ya sucedió en las autonómicas y municipales del año 2023. En aquel momento, los gobiernos autonómicos del PSOE sufrieron tal debacle que Sánchez se vio obligado a adelantar las elecciones generales. El movimiento de la presidenta extremeña, María Guardiola —avalado por la dirección nacional del PP— busca asestar un golpe al Ejecutivo central a través de su candidato autonómico, José María Gallardo, actualmente en horas bajas tras su imputación. Pero la jugada también conlleva riesgos para un PP en pugna con Vox, ya que los comicios llegan en pleno auge de la extrema derecha.

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