Rivera buscó perfil propio con un viaje a Venezuela y duros ataques a Rajoy

Actitud beligerante ante Unidos Podemos –viaje a Venezuela en la precampaña, incluido–, duras críticas Rajoy y más veladas al PP, partido con el que Rivera cuenta, junto al PSOE, para negociar "sin condiciones" la formación de Gobierno tras las elecciones del 26-J. Estos han sido los ejes principales de una campaña que Ciudadanos empezó y acabó manteniéndose estable en las encuestas, que auguran para la formación naranja un resultado similar al conseguido el 20-D: el cuarto puesto y alrededor de 40 diputados. 

Ciudadanos inició una campaña menos presidencialista que la del 20-D con cierto temor sobre si el resultado de Unidos Podemos en las circunscripciones de tamaño mediano y pequeño –en las que se decidirán qué mayorías se pueden formar tras el 26-J– podría mermar sus resultados respecto al 20-D. De ahí que el equipo de colaboradores de Rivera hiciera un esfuerzo extra en publicidad en provincias como Huesca, Albacete, Guadalajara o Badajoz. 

El líder tenía previsto visitar todas estas provincias menos Huesca (sí estuvo en Zaragoza), aunque finalmente sacrificó la visita a Badajoz para seguir junto a sus compañeros un partido de la selección española de fútbol en Barcelona. En los últimos días de campaña, la llamada al voto útil a los electores de centroderecha enarbolada por el PP llevó a la formación naranja a contraatacar repitiendo el mensaje de que con un 1% de los votos que Ciudadanos logró el 20-D (13,9%) podría conseguir hasta "diez escaños más"

El PP, por su parte, intensificó en la recta final hacia el 26-J los mensajes que le ubican como la única formación capaz de mantener la estabilidad en España. Para ello, hizo un llamamiento contra el voto a Ciudadanos en determinadas provincias e intentó poner el énfasis en que es en los llamados "restos electorales" de muchas circunscripciones se jugará el futuro de España. Los conservadores repitieron que, con los sondeos en la mano, hay al menos 27 circunscripciones en las que Ciudadanos no conseguiría escaño.

No extraña, por tanto, que el líder de la formación naranja se empleara a fondo en sus críticas a los conservadores, a los que ha echado en cara su excesivo optimismo en relación a la recuperación de la economía. "Queremos un gobierno que pueda volver a decir la verdad, que una a los españoles, que sea capaz de darle la mano a los que se han caído en esta crisis", dijo el pasado 18 de junio en un mitin en Sevilla, en el que añadió que su formación es garantía de "un gobierno que escuche, que sienta, que tenga piel".

Pero si algo ha llamado la atención  en esta campaña ha sido la hostilidad de Rivera con Mariano Rajoy. Fue muy duro con él en el debate a cuatro celebrado el lunes 13 de junio. "Se lo digo de corazón, creo que la nueva etapa política de España necesita un nuevo Gobierno, y le pido, por favor, que reflexione", le dijo tras recordarle el caso Bárcenas. "Usted aparece en estos papeles, y solo por eso es muy difícil confiar", añadió.

Días después contribuyó a reforzar la idea de que su partido no quiere tener nada que ver con este PP insistiendo en que su formación no favorecerá la continuidad del presidente en funciones en la Moncloa, ya sea con el voto a favor o con la abstención. A la pregunta de si descartaba la abstención para que gobierne Rajoy, respondió: "Sí. No queremos que Rajoy gobierne, que siga gobernando, queremos cambio de entrenador, de Gobierno, de personas". 

Críticas a Podemos 

El otro flanco de las críticas de Ciudadanos fue para Unidos Podemos, en un intento de atraer al votante que quiere el cambio político pero huye de los "extremos". Y, especialmente, a los indecisos moderados. "Hay gente con dudas, indecisa, que no sabe si ir a las urnas. Si no hacen política, la harán por ustedes y los extremistas ganarán", dijo en Sevilla. En el equipo de Rivera consideran que si la participación este domingo estuviera por debajo del 70% la formación naranja podría verse seriamente perjudicada. 

Durante esta campaña el nivel de confrontación entre Ciudadanos y Podemos fue mucho mayor que en diciembre. Hace seis meses los líderes de ambas formaciones presumieron de buena sintonía en los platós de televisión. De hecho, una de las cuestiones sobre las que el partido naranja hizo autocrítica tras el 20-D fue no haber confrontando lo necesario con sus adversarios, especialmente con Podemos. Todo, con el objetivo de intentar colar el mensaje de que quien vota Podemos vota las ideas comunistas o el modelo de Grecia o Venezuela. Rivera ha llegado a decir que la formación de Iglesias es la sucursal chavista en España.

Precisamente el viaje de 48 horas de Rivera a Venezuela durante la precampaña –invitado por la oposición– fue utilizado después en algunos mítines para atizar a Podemos. Especialmente después de que se hiciera pública la investigación abierta por la Asamblea nacional del país americano, que pide que Pablo Iglesias y otros miembros del partido acudan a aclarar a Caracas si el gobierno venezolano financió la fundación de su partido. La formación morada siempre ha negado cualquier vínculo financiero con Venezuela.

Menos numerosos, aunque sí contundentes, especialmente en el tramo final de la campaña, han sido los reproches a los socialistas, a los que Ciudadanos buscó desautorizar por sus pactos con las candidaturas municipalistas patrocinadas por Podemos en Madrid, Barcelona o Valencia. Tanto es así que Rivera ha conminado al PSOE a decidir "qué quiere ser de mayor": "Si quiere gobiernos constitucionalistas o con el populismo". 

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El escándalo por las grabaciones –desveladas por Público– en las que el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, conspira con Daniel de Alfonso, director de la Oficina Antifraude de Cataluña, para buscar casos de corrupción con los que atacar a políticos de Convergència y de ERC también tocó tangencialmente a Rivera. Después de que De Alfonso revelara durante su comparecencia en el Parlamento catalán que se había reunido con el líder de Ciudadanos, éste admitió haberse reunido con él solo una vez en 2013.

Rivera negó, no obstante, que le pidiera información sobre casos de corrupción que afectaran a otros partidos políticos, como había dicho De Alfonso. "No le pedí ninguna cosa más que trabaje contra la corrupción y el fraude. Fue una reunión ordinaria, como las que tuvo con otros presidentes de grupo parlamentario, que tenemos una relación ordinaria con las entidades que dependen de la Generalitat", señaló el político catalán. 

No obstante, si algo ha dejado claro esta campaña es que Albert Rivera sigue siendo el principal eslogan y marca de la formacióneslogan . El partido quiso evitar algunos de los episodios que contribuyeron a embarrar la carrera hacia el 20-D, cuando declaraciones desafortunadas de sus compañeros de filas se fueron colando en la campaña. La consecuencia es que, en algunos de los actos sectoriales, los candidatos al Congreso y Senado, presentes en los actos, no tomaban la palabra. 

Actitud beligerante ante Unidos Podemos –viaje a Venezuela en la precampaña, incluido–, duras críticas Rajoy y más veladas al PP, partido con el que Rivera cuenta, junto al PSOE, para negociar "sin condiciones" la formación de Gobierno tras las elecciones del 26-J. Estos han sido los ejes principales de una campaña que Ciudadanos empezó y acabó manteniéndose estable en las encuestas, que auguran para la formación naranja un resultado similar al conseguido el 20-D: el cuarto puesto y alrededor de 40 diputados. 

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