Coronavirus

La salud mental, de "atención de segunda" a problema de primera por la explosión de casos derivados de la crisis del covid-19

Psicólogos y personal sanitario trabajan durante la pandemia, en una imagen de archivo.

La pandemia sanitaria que ha azotado al mundo ha dejado tras de sí un reguero de consecuencias que empiezan a aflorar. No sólo el confinamiento y sus secuelas, sino también la incertidumbre económica y laboral, las pérdidas emocionales y la frenética actividad del personal sanitario, todo ello ha dejado importantes heridas de difícil cicatrización. Especialmente en lo relativo a salud mental. Si el sistema público de salud se ha demostrado como pilar básico durante la crisis del covid-19, igual de relevante será a partir de ahora en la atención psicológica de quienes arrastren los efectos del coronavirus. Y sin embargo, los expertos se reconocen preocupados: la atención psicológica lleva una década lastrada por los recortes y la privatización. La situación es de urgencia. La ONU ya ha advertido de una crisis psicológica masiva si los países no aumentan sus recursos para mejorar la inversión en salud mental.

"Tenemos una red de salud mental que no está preparada para la atención ni en una situación normal". Así lo expresa Fernando Chacón, decano del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, en conversación con infoLibre. Recuerda algunas cifras: la media de personal sanitario dedicado a la salud mental en suelo europeo es de dieciocho por cada cien mil habitantes, mientras que la ratio en territorio español se sitúa tres veces por debajo, seis por cada cien mil personas.

Antes de la emergencia sanitaria, comenta el psicólogo, el sistema público no estaba preparado para "atender las necesidades normales de la población", de manera que una parte importante de la población "tiene que acudir a psicólogos privados, cuando dispone de recursos". Ahora, continúa, el problema quedará visiblemente acentuado. "Las estimaciones más conservadoras hablan de entre un 10% y un 15% más de problemas mentales, como ansiedad, depresión o incluso estrés postraumático", especialmente en lo que respecta a los colectivos más vulnerables.

Anna Romeu, presidenta de Emergencias del Col·legi Oficial de Psicologia de Catalunya, coincide en que "desde hace años se ha venido advirtiendo" de los déficits en el sistema público en cuanto a atención psicológica. Unas lagunas que se expresan con especial virulencia en la "falta de profesionales". Los psicólogos integrados en el sistema público, matiza, "son muy buenos pero están colapsados" y es "un hecho histórico que se trata de atención de segunda".

La psicóloga estima que, a priori, "invertir en psicología puede parecer caro, porque es una inversión muy grande, pero a largo plazo es más barato que no hacerlo". No invertir en salud mental dentro de la red pública, advierte la profesional, "a la larga conlleva la cronificación de pacientes que si hubieran recibido atención psicológica" podrían haber tenido un tratamiento adecuado.

Nel González preside la Confederación de Salud Mental y coincide en el diagnóstico: "Tradicionalmente en nuestro país, por desgracia, la salud mental siempre estuvo a la cola". Parte, por tanto, de una "situación de desventaja por la falta de recursos económicos y humanos", pero también porque existe "un desconocimiento social importante: a nadie se le enseña que la salud mental se puede cuidar y es un tesoro que tenemos".

Especial relevancia cobra esta premisa en el contexto actual. "La gente está aterrorizada, se están viviendo situaciones de estrés, de ansiedad y lo que conocemos como el síndrome de la cabaña, mucha gente que no tiene ganas de salir", explica. En añadido, aquellas personas que partían de una situación previa compleja han podido pasar el confinamiento "encerradas en casa, en su habitación o en cama", de manera que prestarles atención será también un reto. "En España la situación no va a ser peor que en otros países, pero sí tenemos una diferencia de recursos notable", lamenta.

Paliar la desigualdad

Recuerda Chacón la importancia de no esquivar el contexto económico. "En la crisis anterior los índices de suicidio se incrementaron, el efecto se vio años después", aclara, precisamente coincidiendo con la alerta de la ONU, quien subraya que los efectos de la crisis a nivel psicológico se dejarán ver a largo plazo. Las lecciones de la anterior crisis resultan especialmente valiosas para los profesionales, y la experiencia demuestra lo importante de los tiempos. "Darse cuenta de que existe un problema de salud mental es cuestión de educación", dice el experto, pero no es menos importante el "factor cultural y los recursos económicos".

Chacón no duda al afirmar que "lo peor de todo esto es la desigualdad: de nuevo quien tiene recursos tendrá asistencia y el que no los tenga, no podrá optar a ello". A su juicio, urge no perder de vista la relación evidente entre "la clase social y la salud". De hecho, ejemplifica, "uno de los indicadores de salud más importantes es el código postal". Una persona con una base sólida de recursos materiales "tiene muchos menos factores estresantes, no es víctima de desahucios y no tiene problemas de desempleo", en cambio quien no dispone de recursos "se ve sometido a un número de factores estresantes mayor". Es ahí, recalca Chacón, donde se manifiesta la función del sistema público de salud, "paliar esa desigualdad".

González recuerda que los efectos económicos son claros y se expresan en "trabajos precarios, esclavizantes y temporales", que se traducen en la falta de una "garantía de futuro". La crisis, coincide, "va a pegar como siempre a la gente más débil, los que tienen menos son los que más van a perder" y "es una pena que estemos mirando para otra parte". La salud mental, recuerda, "se nutre del bienestar de la gente"

El temor de los expertos tiene que ver con que aquellas personas sin recursos, quienes no puedan acceder a la red privada, se queden en casa sin recibir tratamiento. Además, alerta González, "existe la posibilidad, por ausencia de medios, de que la gente recurra al fármaco", que si bien "será una muleta importantísima", no puede sustituir a la necesaria "atención integral".

Recursos y pedagogía

A juicio de Chacón, la única respuesta posible pasa por "reforzar la red de salud mental" especialmente en la esfera preventiva, la atención primaria. "Es el momento de reforzar esa estructura", dice convencido. Los beneficios no serán únicamente los evidentes, sino que además contribuirá a paliar el estigma. Actualmente, completa, "como los recursos de las redes de salud mental son tan escasos, se tiende a atender a los casos más graves, por tanto la persona que no se perciba a sí misma como grave tiene más dificultades para acudir". Sin embargo, razona, "al centro de atención primaria nadie lo ve estigmatizante, porque al centro de salud vamos todos".

Pero alcanzar ese punto requiere de pedagogía. La parte educativa, coinciden los expertos, es fundamental. E igual de necesario es entender cómo funciona la salud mental. "Tú una enfermedad física la tienes o no la tienes, pero el trastorno mental puede ser muy gradual", detalla Chacón, de ahí la importancia del diagnóstico pronto y de "pedir ayuda cuanto antes".

De dónde venimos

¿De qué situación parte la atención a la salud mental en el sistema público? De una década de abandono, en la que los efectos de la crisis "han sido compensados sólo parcialmente". Así lo dice el Defensor del Pueblo en su último informe, publicado este mes. "En los últimos diez años, no se ha producido el necesario refuerzo de este tipo específico de atención" y aunque los servicios de salud sí han tratado de incrementar en parte la dotación de profesionales psicológicos especializados, "el ritmo de aumento es muy inferior al que los expertos señalaban que debía producirse para acercarse al estándar europeo".

¿Salimos 'mejores'? El shock del covid nos hizo más arriesgados, más individualistas y empeoró nuestros hábitos

¿Salimos 'mejores'? El shock del covid nos hizo más arriesgados, más individualistas y empeoró nuestros hábitos

La ratio de profesionales, añade, "es muy inferior a la de la mayoría de países desarrollados", pero además se constata una "falta de suficientes recursos asistenciales intermedios y comunitarios", lo que dificulta precisamente un "tratamiento integral de las enfermedades mentales". La detección precoz, recalca el análisis, "mejora mucho las expectativas de rehabilitación, el pronóstico y el bienestar de los pacientes", pero además "supone un ahorro para el sistema a largo plazo", tal y como explicaba la psicóloga Anna Romeu.

Por otro lado, la "inmensa mayoría" de los profesionales que prestan atención sanitaria en salud mental lo hacen "en consultas privadas", una dimensión que supera "los dos mil entre consultas o centros polivalentes". Este hecho da cuenta de que existen "profesionales psicólogos desempeñando funciones asistenciales, que cumplen, al menos, los requisitos básicos de calidad y seguridad profesional", pero también de que "existe un ámbito asistencial que están demandando y utilizando los ciudadanos, en beneficio de su salud mental, al que acuden en muchos casos por indicación de los propios profesionales de los servicios de salud", pero que aun estando previsto en la red pública "las administraciones no son capaces de ofrecer".

En enero, el Defensor del Pueblo reiteró la urgencia de incrementar la asistencia psicológica en el sistema público, tras haber iniciado en 2018 una actuación de oficio con el Ministerio de Sanidad, las comunidades y el Instituto Nacional de Gestión Sanitaria (Ingesa) para diagnosticar la situación del sector. Los expertos no sólo suscriben ahora la petición, sino que alertan de las consecuencias de no llegar a tiempo.

Más sobre este tema
stats