El trumpismo vuela los puentes entre republicanos y populares europeos

La extrema derecha europea está realizando una pinza de gran calado al PP europeo, la formación que tradicionalmente había representado a la familia conservadora del continente y que tenía en el Partido Republicano estadounidense a su hermano político al otro lado del Atlántico.
A la investidura de Donald Trump en Washington acudieron Giorgia Meloni, primera ministra italiana, el expremier polaco Mateusz Morawiecki, jefe de los Reformistas y Conservadores Europeos en la Eurocámara, o el colíder de Alternativa por Alemania (AFD). También Santiago Abascal, vicepresidente del nuevo partido la Europa de las Naciones Soberanas, donde están Le Pen, Salvini u Orbán. Pero no hubo representantes populares, ni por supuesto socialdemócratas o de formaciones de izquierda y ecologistas del viejo continente.
La investidura de Trump fue un termómetro revelador de quiénes son sus aliados en Europa. El húngaro Viktor Orbán no acudió por problemas de agenda, pero estaba invitado y por los eventos organizados en la capital de EEUU por el nuevo mandatario se pavoneó un sonriente Nigel Farage, líder político del Brexit.
La extrema derecha, los soberanistas y ultracatólicos o el movimiento neoliberal anarcocapitalista de la Unión Europea están celebrando la llegada de Trump y sus primeras medidas como el paso definitivo sobre el que proyectarse para la conquista de las instituciones comunitarias. “Las órdenes ejecutivas firmadas por el presidente Donald Trump transformarán no sólo los Estados Unidos sino el mundo entero. La rebelión contra la democracia liberal woke ha entrado en una nueva fase. Ha llegado el momento de que las fuerzas patrióticas ocupen Bruselas”, celebró Orbán en redes sociales, sin ocultar su ambición.
La pinza ideológica de la extrema derecha europea
Si en Estados Unidos Trump fagocitó los tradicionales dogmas del Partido Republicano, esta reversión ideológica se ha llevado por delante la vieja alianza partidista trasatlántica. Los populares europeos ya no tienen interlocución directa con la nueva administración y asumen que ahora deben negociar con un rival político. “Europa tiene que ofrecer al dealmaker Trump un acuerdo bueno para los Estados Unidos y Europa”, reconoce su líder Manfred Weber. El bávaro que dirige con mano de hierro la familia conservadora europea no es tan bravo ante el estadounidense y asegura que hay que actuar “con confianza”, mostrando a Washington los beneficios de su relación con la UE. “Debemos centrarnos en la seguridad común, la competitividad y China”.
Los populares hablan de un estado de ánimo de “incertidumbre”, “pérdida”, hasta de “crisis espiritual” o de “emociones negativas” ante el nuevo escenario político abierto en los Estados Unidos. Y mientras, sus rivales políticos en Europa, la ultraderecha, está eufórica. Matteo Salvini, líder de la Liga italiana, jaleó una de las medidas más controvertidas del estadounidense, la invisibilización del colectivo LGBTIQ+. “A toda velocidad hacia adelante, Presidente Trump”, dijo Salvini.
El anuncio de que con su llegada a la Casa Blanca “sólo habrá dos géneros en los Estados Unidos, hombre y mujer” es una de las peliagudas cuestiones que sitúan a los populares entre la espada y la pared: o posicionarse claramente en favor de las libertades sexuales y los derechos de ese colectivo, en línea con socialdemócratas y liberales, o escorarse aún más hacia la derecha para frenar la sangría ultra. Republicanos y populares divergen claramente en este debate, pese a la pluralidad de voces en la familia popular europea, que va desde el conservadurismo católico polaco al liberalismo finlandés, defensores del matrimonio igualitario y los derechos queer.
Los populares europeos se reorientan
Sufriendo la pinza de la extrema derecha europea en temas migratorios, de seguridad y defensa, en su oposición a la lucha contra al cambio climático o sobre los derechos y libertades sexuales, los populares también se encuentran en un sándwich ya que socialdemócratas y liberales intentan robarles el centro.
En Alemania, la CDU lo vive en sus carnes tras la abierta defensa del delfín de Trump, el magnate empresarial Elon Musk, a la AfD, quien ha puesto su red social X a trabajar para esa formación ultra. El antiguo partido de Angela Merkel encabeza las encuestas al atraer de nuevo el voto moderado de socialdemócratas y de derechas liberal, descontento con la coalición de Gobierno. Pero ahora la AfD va segunda y la presión se deja notar. Su líder, Friedrich Merz, reaccionó al apoyo de Musk advirtiendo que “si tienes una serpiente como esa en tu cuello [en referencia a la AfD], esa serpiente te estrangulará”.
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Merz convocó en Berlín este pasado fin de semana a los líderes del PP europeo, y junto a Manfred Weber dieron un giro en las políticas industriales y medioambientales de la formación, comprando argumentos de los ultras. El principal partido de la Eurocámara reclama abiertamente “medida especiales de alivio” para las automovilísticas que les eviten “multas potenciales por incumplir sus objetivos de emisiones en 2025” y declaró en el comunicado de sus líderes, incluido Alberto Núñez Feijóo, el premier polaco Donald Tusk o el griego Kyriakos Mitsotakis, que “tampoco están a favor de un objetivo individual de porcentaje de energía renovable”, como exigen las leyes de la UE.
Para evitar la sangría por la extrema derecha, el PP europeo se ha lanzado contra el Pacto Verde comunitario abriendo al mismo tiempo otra vía de agua. El vicecanciller Robert Habeck, líder de los ecologistas alemanes, ha denunciado que ante el negacionismo de Trump y el giro medioambiental de los conservadores “el planeta arderá en llamas” y apuesta por incentivos fiscales a las tecnologías renovables para impulsar la economía de su país. El canciller socialdemócrata Olaf Scholz está atacando a los conservadores por otro frente, las rebajas fiscales que prometen a semejanza de la AfD. Scholz asegura que “a diferencia de la CDU que quiere utilizar decenas de miles de millones para donaciones fiscales a los ricos y super ricos”, el SPD “con sus propuestas aliviará la carga del 95% de los contribuyentes”, dirigiéndose directamente a la clase media alemana.
En la Eurocámara, los socialdemócratas europeos también quieren aprovechar el viraje de los populares. La táctica es equiparar las recientes posiciones de los conservadores con los ultras y exigir el respeto del pacto de gobernanza de las instituciones con populares y liberales. “La Unión Europea necesita urgentemente afrontar el aumento de la extrema derecha, cuyo único objetivo es destruir el proyecto europeo”, denuncia Iratxe García, la líder socialdemócrata en el Parlamento Europeo. La advertencia es clara, si el PP europeo sigue acercándose a Meloni, Orban, Salvini o Geert Wilders, la UE puede saltar por los aires.