Talento a la fuga

“Volveremos si nos hacemos magnates del ladrillo, pero nos quedaremos mientras sigamos con la Ciencia”

“Volveremos si nos hacemos magnates del ladrillo, pero nos quedaremos mientras queramos seguir trabajando en Ciencia”

Son pareja y padres de un niño de 2 años, pero a Ezequiel Martín y Eguzkine Ochoa, ambos de 34 años, además de un hijo, les une su pasión por la Ciencia y sus títulos de doctores especialistas en genética, una especialidad que les ha empujado ahora a viajar a Cambridge, la histórica ciudad universitaria de Reino Unido que, de momento, ya ha dado trabajo como investigador a Ezequiel, y de la que esperan sea igualmente generosa con Eguzkine, actualmente en paro.

El motivo de su marcha es, según Ezequiel, el mismo que ya se ha llevado a miles de investigadores españoles al extranjero: “En España te tienes que marchar para tener la opción de volver algún día. En otros países no es así, hay gente que se va, si quiere, y otra no se marcha porque hay contratos”. Ellos escogieron Cambridge, “la meca de la investigación en genética", no solo “porque está en Europa” sino por la “proyección profesional” que esta prestigiosa universidad le ofreció a Ezequiel. “Llego aquí con un contrato de cuatro años, algo que en investigación es mucho, sobre todo para un español, y después existe la posibilidad de ampliar la relación laboral e incluso esperar a que salga una plaza en la universidad”. Unas expectativas y una estabilidad que en España se les aparece como algo impensable. “Aquí tu proyección va en aumento, en España es ninguna”, sentencia Eguzkine entre risas.

De momento trabaja Ezequiel, pero Eguzkine ya ha iniciado su búsqueda activa de empleo en el área de su especialidad sin que en ningún momento conjugue la tan presente desesperanza que acompaña a los jóvenes españoles en los años de la crisis. “Miro ofertas de empleo muy enfocadas al área en la que yo he trabajado, que es un campo muy específico, e igual salen ocho ofertas al mes en Cambridge. En España a lo mejor se publican ocho pero en un año”. Una comparación que alimenta sus esperanzas de poder seguir desarrollándose en el área en la que se especializó y para la que reconoce, “también hay mucha competencia”. Tal y como explica Ezequiel, “hay que tener en cuenta que Cambridge es la segunda mejor universidad del mundo y que aquí al lado está el Instituto Sanger, una institución que es referencia mundial en investigación genética”, sin embargo, creen que más tarde o más temprano también aparecerá la oportunidad para Eguzkine.

Molestos con el escaso reconocimiento que recibe la Ciencia en España, no dudan en poner en cuestión el modo en que se ha recortado el presupuesto de la inversión en I+D+i en los últimos años. Un duro tijeretazo que su experiencia laboral en el CSIC, la mayor institución pública dedicada a la investigación, les ha permitido conocer de primera mano. “Siempre recortan por abajo”, protesta Ezequiel. “Busca entre los despedidos a algún jefe, a ver si lo encuentras. Lo que hacen es cerrar centros enteros, todos los becarios a la calle y a los jefes los recolocan en otras sedes”, explica. Un modo de abaratar costes que, según sostienen, castiga a quienes hacen un buen trabajo y premia a quienes tienen una plaza de por vida, “aunque lo hagan mal”.

También reseñan el modo en que se ha ido precarizando la actividad investigadora, otra fórmula para reducir las partidas presupuestarias y que ahora potencia la salida de científicos al extranjero en busca mejores condiciones laborales. “Cuando estaba haciendo la tesis doctoral en España, cobraba en torno a 1.290 euros al mes durante los cuatro años. Ahora un becario que trabaje en el laboratorio en el que yo estaba, rondará los 650 o 700 euros mensuales, y las becas en vez de ser de cuatro años son de tres”, explica Ezequiel.

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La degradación de la investigación en España a la que se refieren, contrasta con el escenario que ambos se han encontrado en Inglaterra, un país que apuesta más decididamente por la Ciencia, no solo en lo relativo a la inversión y los recursos, sino también en lo referente al reconocimiento del que goza. “A nosotros nos aparece que somos doctores en nuestra tarjeta de crédito. Nuestro título se considera de alto nivel, sin embargo, en España no tiene ninguna consideración”, explica Eguzkine. “En España lo que significa es que se trabaja sin cobrar”, apostilla entre bromas Ezequiel. Ambos hablan de un reconocimiento que se hace notar en la misma televisión pública del país que les ha acogido. “Ves el telediario y la programación de la BBC y la apuesta por la innovación y por la investigación es amplísima”, relata Eguzkine. Una apuesta que según ella, suscita una completa integración de la Ciencia en la cultura británica, algo que sin duda, ambos siempre han echado en falta de España. “Aquí los científicos punteros son famosos, salen en la tele y los ciudadanos saben quiénes son y los valoran. En España no, porque nunca aparecen en la tele ni en los medios. No conocemos a 'los héroes de la ciencia'”, sentencia Ezequiel.

Acaban de llegar a una de las ciudades con mayor nivel de formación por habitante. Un enclave universitario que les ofrece ahora la posibilidad de combinar, en las mejores condiciones, su faceta profesional con la de padres. “Nuestro hijo va a la guardería con niños de muchos países. Nos gusta que vea la diversidad que hay en otros países”, asegura Eguzkine. Con todo, le apena la distancia con la familia. “Mis padres, tienen un nieto que vive en otro país y obviamente quieren que vivamos más cerca de ellos, pero claro, primero tenemos que alimentarlo y darle un futuro a él”, explica. 

Eguzkine y Ezequiel lo tienen claro: “Volveremos si nos hacemos magnates del ladrillo, pero nos quedaremos mientras queramos seguir trabajando en ciencia”. Mientras tanto, vivirán en Cambridge, esperando a que España decida, no solo recibir a “constructores” y “turistas”, sino reabrir sus puertas a los miles de exiliados científicos que ahora se han visto forzados a emigrar por la precariedad y el desempleo.

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