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La historia en crisis

El brote de ébola de 2014, la primera gran amenaza de una epidemia letal

Teresa Romero, acompañada por los sanitarios del hospital Carlos III de camino a una rueda de prensa

El brote de ébola de 2014 fue uno de los más letales hasta la fecha y asoló especialmente Liberia, Sierra Leona y Guinea. Saltó al primer plano mediático en España cuando dos misioneros repatriados de urgencia murieron a causa de la enfermedad y una auxiliar de enfermería que atendió a uno de ellos se contagió, aunque finalmente pudo superar el envite del virus. La política de contención seguida por el Gobierno y, en especial, por el Ministerio de Sanidad de Ana Mato, fue duramente criticada por los medios.

¿Qué pasó?

El 6 de octubre de 2014, España notificó el primer contagio autóctono por la enfermedad del virus del Ébola (EVE) en el país. Nunca antes se había dado un caso de contagio directo entre personas fuera del continente africano. Se trataba de Teresa Romero, una auxiliar de enfermería que había atendido a uno de los dos misioneros repatriados desde Sierra Leona para ser tratados por el virus.

Durante algunas semanas, reinó la incertidumbre ante la posibilidad de que este suceso aislado se convirtiera en un brote. Dada la falta de experiencia con la enfermedad en España, el país no estaba preparado para combatir los estragos que podría causar un virus tan letal. En el Hospital Carlos III se improvisó una unidad de aislamiento para atender a los enfermos, pero era la única que había en todo el territorio.

Los sanitarios extremaron las precauciones, utilizando equipos de protección individual incluso más extremos de los recomendados, y el ébola no llegó a más. Eso sí, se cobró la vida de dos misioneros. El perro de la auxiliar de enfermería contagiada fue sacrificado como medida preventiva.

La alarma sanitaria generada por la llegada del ébola a España no era desproporcionada. El virus del Ébola es uno de los más letales del mundo —su tasa de mortalidad ha llegado a alcanzar el 90%—. La enfermedad derivada provoca fiebres hemorrágicas y se puede contagiar a través del contacto directo con sangre u otros fluidos corporales de enfermos.

Aunque se descubrió a mediados de la década de los 70, en la actualidad sigue sin existir un tratamiento efectivo. La OMS precalificó por primera vez una vacuna a finales de 2019 —los resultados premilinares apuntaban a un 97,5% de eficacia—, y fue autorizada para su distribución por dos países en febrero de este mismo año. Además, el pasado 7 de julio, la Comisión Europea aprobó una segunda vacuna que está en vías de obtener la precalificación.

¿Cómo se desarrolló la crisis?

El primer caso de EVE en España llegó el 7 de agosto con la repatriación del misionero Miguel Pajares y la religiosa Juliana Bonoha desde Liberia. El primero falleció días más tarde a causa de la enfermedad, mientras que Bonoha fue dada de alta a finales de mes.

Ese mismo mes de agosto, la OMS ya había publicado una hoja de ruta con los protocolos recomendados para atajar el brote de ébola que se había desatado en Sierra Leona, Guinea y Liberia con especial virulencia. La de ese año fue una de las oleadas más duras de EVE hasta la fecha; la eficacia de transmisión del virus era alarmante, no había recursos suficientes y los tratamientos de los que se disponían no eran del todo efectivos. Todo ello se sumaba a la tensión creciente en Europa, donde se repatrió a varios nacionales, en su mayoría voluntarios que se habían infectado en África. Solo en España y Reino Unido se produjeron casos de transmisión autóctona.

El 22 de septiembre de 2014 el misionero Manuel García Viejo fue repatriado a España tras haber contraído el virus del Ébola en Sierra Leona. Murió tres días más tarde en el hospital Carlos III de Madrid. Durante ese tiempo, estuvo dos veces en contacto con una auxiliar de enfermería Teresa Romero, que empezó a mostrar síntomas unos días después de su fallecimiento.

Tras ser ingresada en un primer momento en el hospital de Alcorcón, fue trasladada a la unidad especial del Carlos III, donde recibió tratamiento con un antiviral y un suero hiperinmune procedente de un donante que había sobrevivido al ébola. Durante dos semanas su estado fue grave, y hasta el día 21 del mes de octubre no dio el primer resultado negativo en carga viral de ébola. Aún con todo, permaneció aislada hasta primeros de noviembre.

Cuando se confirmó el diagnóstico de Romero, se puso en marcha la tarea de seguimiento de contactos que podrían haber sido contagiados y 22 personas con diferente grado de riesgo fueron vigiladas. Entre ellas, su marido, que permaneció los 21 días correspondientes en aislamiento hasta sobrepasar el periodo de incubación del virus. Él no lo contrajo, pero se tomó la medida preventiva de sacrificar a la mascota de ambos, un perro llamado Excálibur. Su nombre se hizo eco en los titulares de aquellos días, ya que la decisión fue duramente criticada por sectores animalistas y por la familia de Romero. Llegaron a pedir una indemnización de 150.000 euros a la Comunidad de Madrid, pero el Tribunal Superior de Justicia de Madrid la rechazó, alegando que las autoridades médicas actuaron con "pertinencia".

¿Cómo se informó de ello?

Los medios de comunicación se volcaron con la alarma sanitaria generada por el brote de ébola y, sobre todo, con los pasos que iba siguiendo el Gobierno de Mariano Rajoy. En especial, se siguieron de cerca las declaraciones de Ana Mato, por entonces ministra de Sanidad. Sus torpezas comunicativas se pusieron de relieve en artículos como los publicados por El País, que calificaban de "calvario" su gestión de la crisis. El Mundo fue la excepción: dedicó varias piezas a Mato en tono amable y positivo, como señala una investigación de la Universidad de Cádiz.

El estudio critica, además, una falta de técnicas comunicativas necesarias para la información de crisis en las ruedas de prensa dirigidas por la ministra: "Tampoco se asumieron responsabilidades ni se reconoció ningún error en ningún momento de la comparecencia". "La gestión comunicativa de la crisis” por parte de la institución que Mato dirigía, remata, “no fue correcta".

Además, la ministra fue duramente criticada por abandonar su puesto durante el mes de agosto para irse de vacaciones, una decisión que justificó diciendo que las declaraciones públicas debían llevarlas a cabo los expertos para "no crear alarma". Ese mismo mes de noviembre, la investigación de la trama Gürtel la señalaba como beneficiaria a título lucrativo de los negocios irregulares de su marido, Jesús Sepúlveda, y la ministra decidía dejar el cargo.

¿Qué consecuencias tuvo?

El 2 de diciembre de 2014 la OMS declaró a España oficialmente libre de ébola. Habían pasado los 42 días estipulados por la organización desde que se diera de alta a la última paciente enferma y no había signos de que quedaran personas con EVE. Terminaron así cuatro meses de incertidumbre y alarma social ante el riesgo de que los casos aislados se convirtieran en epidemia.

Durante ese tiempo, 87 personas fueron identificadas como contactos con diferente grado de riesgo de haber sido contagiadas, de las que 15 realizaron un periodo de 21 días de cuarentena voluntaria en el hospital. Además, los 145 sanitarios que habían atendido a alguno de los enfermos se sometieron a este tiempo de aislamiento para superar el periodo de incubación del virus.

Como consecuencia de la enfermedad murieron dos misioneros: Miguel Pajares, un misionero de 75 años que se había contagiado en Liberia, y Manuel García Viejo, de 69 años, otro religioso repatriado desde Sierra Leona. Por su parte, la auxiliar de enfermería Teresa Romero se convirtió en el primer y único caso de contagio persona a persona en suelo español que ha habido hasta la fecha.

¿Qué aprendimos?

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El brote de ébola de 2014 avanzó términos que han sido de uso casi cotidiano seis años después: cuarentena, contagio, aislamiento, equipos de protección individual, rastreo de contactos. Incluso el nombre de Fernando Simón se hizo un hueco en los medios, que ya ostentaba entonces el título de director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias y fue el encargado de informar sobre los avances de la enfermedad en el país.

El virus del Ébola se descubrió en 1974, pero, hasta 2014, no se habían registrado contagios fuera del continente africano. La amenaza de un salto hacia Europa y la especial virulencia de la cepa obligaron a dar pasos hacia delante en la investigación y lucha contra las EVE. Desde entonces, ha habido importantes avances en el desarrollo de una vacuna efectiva para prevenir la enfermedad y en la actualidad hay dos vacunas aprobadas y en diferentes fases de distribución.

En España se mejoraron los recursos e instalaciones para que, de darse una situación similar en el futuro, el país estuviera mejor preparado para afrontarlo. El doctor José Ramón Arribas, jefe de la unidad de aislamiento del Carlos III durante el brote, explicó en 2019 para Europa Press que se han construido siete unidades de aislamiento de alto nivel en diferentes hospitales de todo el territorio nacional, cuando en 2014 no había ninguno.

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