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Fuera de foco

María Hervás: "No se necesita tener tanto para ser feliz"

La artista María Hervás.

Si hay un nombre que no deja de repetirse en los escenarios de los teatros de la capital, ese es el de María Hervás (Madrid, 1986). No es para menos: el trabajo de la actriz tiene encadilada a la crítica y a los espectadores. Ya en el 2014 sorprendió con su papel en Confesiones a Alá, en el que interpretaba a Jbara, una joven de 16 que conversa con su dios, y que le valió la nominación al Premio Valle-Inclán de Teatro. Tres años después, ha vuelto a destacar en Las crónicas de Peter Sanchidrián, la obra de Jose Padilla estrenada en el Pavón Teatro Kamikaze, una comedia de ciencia ficción.

Uno de los rasgos más destacados de la intérprete son sus cambios de registro:el público la ha visto como Miranda Lily, la it girl y blogger del Gym Tony, la serie de Javier Veiga en Cuatro, pero también como Ifi en Iphigenia en Vallecas, que se ha convertido en el proyecto personal de la actriz, también adaptadora y productora del texto. La obra, versión del dramaturgo galés Gary Owen sobre el mito clásico, cuenta la historia de "una choni" que, al igual que la hija de Agamenón, lleva a cabo un duro sacrificio.

Hervás reflexiona, durante el paréntesis que son las vacaciones, sobre sus propias elecciones vitales. Y, particularmente sobre una: cómo educar a los hijos que llegarán algún día en un mundo cuyo "modo de vida" no parece ser muy "saludable". Mientras tanto, y en la parte laboral, todo es actividad: a la vuelta le espera el regreso de Iphigenia, una serie todavía en el aire y algún proyecto teatral por concretar.  

Pregunta. En verano, ¿descanso o trabajo?

Respuesta. Un poco de todo. En julio hemos estado haciendo Las crónicas de Peter Sanchidrián, de Jose Padilla,  en el Teatro Kamikaze, y aunque me escape unos días, mi cabeza nunca para. Siempre estoy inventando cosas.

P. ¿Un rincón para refugiarse del mundanal ruido?

R. Oporto.

P. ¿Cuál es el momento de las vacaciones con el que sueña?

R. Despertarme en un entorno natural, hacer yoga bajo la sombra de un árbol, con el mar enfrente y después desayunar fruta en una mesa de madera con las personas a las que quiero.

P. Ahora toca hablar del más temido…

R. Yo creo que en vacaciones, el único temido que se me ocurre es el momento de decidir dónde ir. Soy tremendamente indecisa, y muy soñadora. La mezcla perfecta para volverte loca a la hora de escoger destino.

P. ¿A quién dejaría sin vacaciones?

R. A nadie. No creo en el castigo. Pero habría una pandilla de indecentes a los que les propondría un campamento de verano para que redescubrieran su sensibilidad. ¡Sí! Estoy hablando de la clase política.

P. ¿Se lleva algún Cuadernillo Rubio, algunos deberes para septiembre?

R. Este año pasado me he estrenado como dramaturga, traductora, directora y productora. Con un panorama de ese tipo, siempre hay tareas pendientes 

P. ¿Hay algo que le quite el sueño en estos meses?

R. No poder viajar con tranquilidad y plantearme si el modo de vida en el que nos educan es el más saludable como seres humanos. Hace poco viajé a Oporto y sentí descubrir que hay caminos mucho más sencillos y naturales en los que no se necesita tener tanto para ser feliz. Deseo profundamente ser mamá, y esto me hace cuestionar qué tipo de camino quiero mostrar a mis hijos.

El Teatro Kamikaze amuebla la casa

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P. ¿Qué le espera a la vuelta?

R. Iphigenia en Vallecas, que es mi proyecto personal, coproducida por Antonio Castro Guijosa; una serie de la que todavía no puedo hablar mucho, pero que esperemos que salga adelante; otras propuestas teatrales aún por cerrar, y mil otras fantasías de las que ocuparme con ganas e ilusión para hacerlas realidad. Es decir: mucho trabajo, pero todo escogido. Soy una mujer muy afortunada.

 

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