Lecturas infalibles

Xavier Aldekoa aprende de la "mirada empática" de Kapuściński y Alexiévich

El periodista Xavier Aldekoa.

“Voy a hacer un poco de trampas y voy a decir dos”, responde Xavier Aldekoa (Barcelona, 1981) cuando le preguntamos por la recomendación de un clásico literario para la sección veraniega Lecturas infalibles. El reportero especializado en información sobre África lleva las sugerencias “a su terreno”: se decanta por Ébano, de Ryszard ÉbanoKapuściński, por ser uno de “los primeros periodistas y de los primeros libros que mira a los ojos de los africanos” sin ninguna superioridad moral; y por Voces de Chernóbil, de la escritora y periodista Svetlana AlexiévichVoces de Chernóbil, ya que es uno de los libros que más le ha impactado por la manera en la que documenta: “Da absolutamente el protagonismo a las historias de los demás”.

 

“Me han influido en la manera de hacer preguntas, en la manera de observar, de ver la vida”, explica el autor de Océano África (2014) e Hijos del Nilo (2017). ¿Qué hace que las obras de estos autores sigan siendo vigentes hoy? “En los dos casos: la mirada”, matiza Aldekoa. Le han marcado la “mirada empática” y, sobre todo, el intento de “ser justo con el otro”, a lo que añade las “ansias de aprender o de descubrir” de Kapuściński.

La obra de este autor polaco, Ébano, es un conjunto de relatos y crónicas sobre diferentes países del continente africano cuya intención es explicar la compleja realidad africana, por lo que no es casual que Xavier Aldekoa –corresponsal de África para La Vanguardia– se encontrase con Ryszard Kapuściński, premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, cuando tenía alrededor de 13 años. “Encadené uno detrás de otro: Los cínicos no sirven para este oficio, Un día más con vida, Viajes con Heródoto, El emperador…”, enumera. “Me influyó mucho. Por eso siempre acabo hablando de Kapuściński, porque, aunque ahora le vea fallos, es una especie de admiración adolescente que hace que le perdones muchas cosas”. Aunque reconoce que esta recomendación puede sonar a tópico, el miembro de la productora Muzungu y cofundador de la revista 5W considera que su referente cambió la forma de tratar el continente y sus gentes porque “baja a mirar, vivir, convivir con ellos”.

Esa misma humildad, pero de la obra de la bielorrusa Svetlana Alexiévich, impactó al periodista catalán hasta el punto de que le ha cambiado incluso la forma de entrevistar. “No llevaba demasiado tiempo en Sudáfrica como corresponsal”, donde está desde 2009, cuando se encontró con el trabajo de la premio Nobel de Literatura. “Normalmente, en situaciones catastróficas o muy complicadas las preguntas giran alrededor de la muerte. Sobre qué ha pasado, qué te han hecho. El trauma. En cambio, en este libro, que también parte de un hecho traumático y horrible como la explosión nuclear en Chernóbil, ella pregunta sobre la vida, sobre las cosas que nos unen o que nos pueden llegar a conectar con esa gente. Y me pareció una revelación porque la gente explica muchas más cosas, a parte de la vida, y te hacen entender mucho mejor lo que significa después de la muerte o, en este caso, el horror”.

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Voces de Chernóbil, como el propio nombre indica, da todo el protagonismo a las víctimas. El papel de la periodista queda relegado, en el relato, a un espacio tan secundario que es difícil verlo. Las 400 páginas están llenas de las declaraciones de los entrevistados: más de 500 testigos del desastre, que incluyen bomberos, liquidadores, políticos, físicos, psicólogos, residentes en la zona afectada y familiares de los anteriores fallecidos; aquellos que sobrevivieron y fueron olvidados por su propio gobierno, contextualizados con la información recopilada durante diez años.

Por esto, Xavier Aldekoa, finalista del Premio Cirilo Rodríguez al mejor enviado especial de un medio español en 2016, asegura que la rigurosidad de Alexiévich, desde su punto de vista, “elevó el nivel de lo que es el periodismo de largo aliento”. Se refiere así al reportero especializado, aquel que investiga en profundidad sobre un tema durante un largo periodo y que entrevista, prueba datos, se documenta.

“Creo que poca gente ha viajado y se ha pateado tanto el mundo para hablar con los que aspiran a ser refugiados, porque durante el camino no lo son (están en un limbo en el que no son nada), y me parece que no está mal reivindicarlo”, explica Aldekoa al sugerir la lectura de su amigo, Agus Morales, con No somos refugiados. “Justo ahora, cuando oímos que se impide a las ONG y los barcos que rescaten a la gente en el mar, leer este libro me parece que es más necesario que nunca”.

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