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‘El consultor’, el espectacular retorno de un maldito bastardo

Presentación de la serie 'El consultor'.

Desde Malditos bastardos de Tarantino deseaba que el actor Christoph Waltz tuviera otro personaje a la altura. Han pasado casi quince años, y ni siquiera su interpretación posterior en Django desencadenado, también de Tarantino y por la que el director consiguió que Waltz lograra su segundo Óscar como actor de reparto, fue tan jugoso como aquel.

Ahora vuelve, por fin en todo su esplendor, en una serie de ocho episodios de media hora en Prime video. El consultor pide ser vista en maratón, sus cuatro horas de intriga, sátira y delirio no dan tregua.

Un ejecutivo malévolo para salvar una empresa de videojuegos

Cada escena es un punto de giro de la historia en esta serie elogiada por el maestro del género Stephen King, admirador del novelista en el que se ha basado el guion, Bentley Little. Cuenta como el dueño y jefe de una empresa de videojuegos para móviles muere y un malévolo y enigmático consultor externo al que nadie conoce se hace cargo de la compañía para salvarla.

Este divertimento ha cosechado críticas controvertidas. Entre los reproches se repite que le falta coherencia. Pero para ello tendría que ser considerado un drama o un thriller realista, cuando contiene claros elementos surrealistas o fantásticos.

Sátira trepidante

Más que buscar una lógica irreprochable en esta producción de suspense, para disfrutarla conviene sumergirse en su ritmo, en su atmósfera, en lo sugerente de cada novedad, derive o no perfectamente de lo anterior.

Si se logra, la recompensa es doble. Por un lado, el puro entretenimiento, un ritmo trepidante, sin espacio para el menor tiempo muerto. Por el otro, una sátira de la presión en las empresas, del miedo al fracaso, de la corrupción o de la facilidad de abandonar la civilización si alguien propone nuevos y más descarnados métodos y otros tantos apuntes más sobre el mundo en que vivimos.

Magnético Christoph Waltz

Y todo liderado por un espectacular Waltz, magnético en cada gesto, tanto de su rostro burlón como de su cuerpo, como de su peculiar dicción austroalemana. Dos jóvenes actores le dan la réplica.

Brittany O´Grady, sobria y elocuente, y a quien vimos en la primera temporada de The White Lotus, encarna en varios momentos de la serie el papel de los espectadores, una observadora asombrada e incrédula por el devenir de los acontecimientos.

Sus reticencias iniciales hacen más poderosa su transformación a lo largo de los episodios y el desconcierto de la audiencia al haber conseguido una identificación con ella. Se emancipa de nosotros como si en un videojuego el personaje que hemos elegido empieza a tomar sus propias decisiones.

Natt Wolff interpreta con encanto a un pusilánime que se deja llevar sin mucha reflexión. Wolff es hijo de actriz y músico y heredó ambas profesiones de sus padres. Empezó a trabajar en las dos desde la guardería y con su único hermano.

Actores entregados al proyecto

El trío reúne un protagonismo claustrofóbico, todo se cuenta a través de ellos, y los tres actores se han mostrado entusiasmados con el proyecto. Wolff afirma haber recibido el guion de cada episodio como un regalo de Navidad. Para O´Grady es un salto pasar de papeles adolescentes al de una mujer centrada en su carrera profesional.

Por su parte, Christoph Waltz ha declarado a Nicki Sun, de Movieweb que: “Cuando percibes que toda la obra está construida en torno a ti, nunca, jamás, debes aprovecharte. No eres tú, es el personaje en la constelación. Si empiezas a creer que se trata de ti como persona empiezas a perturbar seriamente el flujo. Debes dejarte llevar por ese flujo. (…) Si lo consigues se convierte en puro gozo”.

Pesadilla en la oficina

La oficina en la que tiene lugar la mayor parte de la acción juega también un importante papel. El equipo de arte y dirección de la serie ha conseguido que esa compañía aspiracional, en la que cada empleado y empleada puede sentirse a sus anchas se convierta en un lugar siniestro.

Una de las mejores series del año pasado, Separación, versaba sobre la espeluznante vida en una oficina. Y otras varias en los últimos tiempos analizan los tóxicos ambientes de trabajo de las compañías tecnológicas y a sus fundadores. Junto a las series clásicas que cuentan los casos en los que trabajan médicos o abogados está surgiendo un interesante género de la oficina de pesadilla.

A la oficina debemos la serie porque el creador de la misma, Tony Basgallop, quería ubicar en una un thriller. Cuando un colaborador le sugirió el libro de Bentley Little, le cautivó con su oscuridad y su humor.

Basgallop proviene de la televisión británica. A partir de 2014 dio el salto al audiovisual americano escribiendo episodios para la secuela de 24, 24: vive otro día. En 2019 debutó la serie de terror psicológico Servant, creada y escrita por él y producida por M. Night Shyamalan para Apple tv. Ese título acaba de concluir con su cuarta temporada disponible desde enero. También ha sido elogiada por el generoso Stephen King.

Habrá al menos segunda temporada

El consultor está concebida para tener varias temporadas, que serían como capítulos, con cierta continuidad, pero diferenciados unos de otros. Puede acabar siendo una trilogía o cualquier otra fórmula, ya que no existe la vieja presión de la televisión en abierto para hacer series interminables.

Entre los parecidos razonables del planteamiento de El consultor, se encuentra la tercera temporada de Fargo. En ella, el personaje interpretado por David Thewlis también llegaba como ayuda externa a una empresa, en aquel caso de parkings, llevada por Ewan McGregor. El mismo humor terrorífico animaba a aquel personaje.

Desconcierto absoluto, constante intriga

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La comedia surgía allí también en parte por el desconcierto absoluto que provocaba su imperturbabilidad. En esta serie esta discrepancia entre compañeros de trabajo crea un constante juego de tensiones y clímax que mantiene continuamente el interés.

Aquí además tenemos capitalismo salvaje, romances de oficina, un sector tecnológico que busca clientes adictos a sus productos o técnicas de gestión que promueven la competencia despiadada entre los empleados.

Todo entretejido con los “¡Ohhs!” y “¡Ahhs!” de los misterios y la acción trepidante. Entre tanto estímulo no hace falta impacientarse con la lógica. Además, respecto a la incoherencia, como en todo aspecto que se analice, la realidad siempre superará a la ficción.

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