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Héroes

Amanda Sampedro: "De pequeña eché en falta ver a una mujer jugando al fútbol en televisión"

Esta semana, tras ganarle la Champions al Chelsea, la capitana del Barça, Vicky Losada, dijo ante las cámaras con la voz quebrada: “No es solo ganar. Estamos abriendo puertas a las niñas que nosotras no hemos tenido”. Puertas que solo podían abrirse con “esfuerzo, trabajo y sacrificio”. Amanda Sampedro (Madrid, 1993) tiene tatuadas estas tres palabras que le inculcó su padre en el gemelo derecho. Mandy, la niña pizpireta que llevaba el pelo recogido en una larga coleta rubia y que soñaba con ser futbolista, se ha convertido en el referente que ella siempre buscó de cría después de cada caída, de cada derrota, de cada “el fútbol es cosa de chicos”.

Afortunadamente, la sociedad ha cambiado mucho. “Ahora pasas por el patio de un colegio y ves a chicas jugando al fútbol. Antes yo era la única… Eché en falta ver a una mujer futbolista en televisión, pero hoy tenemos la suerte de que nos televisan y niñas, incluso niños, nos pueden tener como modelos”, explica la capitana del Atlético de Madrid. Aún así, el machismo sigue apareciendo cuando son ellas las que se calzan las botas de tacos. El último capítulo: los comentarios ofensivos que se colaron por un micrófono abierto antes de empezar el Real Madrid - Eibar el pasado domingo. “No tenían que jugar nunca, tenían que prohibirlo, estas feminazis que quieren la igualdad…”, se pudo escuchar en la previa de la retransmisión.

Su primer día de colegio, hace veintidós años, Amanda vio un cartel en la conserjería en el que buscaban jugadores para el equipo de su colegio, el Mater Amabilis. Aunque lo ponía en masculino, ella, que se pasaba las horas muertas jugando al balón debajo de casa y que cuando subía seguía dando toques en el pasillo, no dudó en apuntarse. “Éramos ‘el equipo de la niña’, pero siempre me he sentido una más. Aunque sí que es verdad que, a veces, se escuchan algunos comentarios…”, hace una pausa. “Recuerdo un día que gritaron desde las gradas: ‘Venga, haz algo, ¿no ves que es una niña? ¡No se te puede escapar!’. ¿Por qué la chica no se te puede ir y el chico sí?”, se pregunta desde las pistas de Vallecas en las que empezó todo: “Gracias a este sitio hoy en día soy futbolista”.

Su vida ha girado siempre en torno a estas dos porterías frente al piso de sus padres en el que creció. Hoy, tres Ligas, una Copa de la Reina y una Supercopa después sigue viniendo cada poco. Este sitio es su brújula, el lugar al que acudir cuando tiene dudas, donde siempre encontrará el apoyo incondicional de sus padres. Desde el principio, la animaron a que luchase por su sueño y jamás le pusieron ninguna traba. “Mi padre me llevaba al Calderón, veníamos juntos a los partidos, jugaba con él... Mi madre se tuvo que sacar el carnet de conducir a posta para poder llevarme a entrenar. Cuando todo iba bien, me han sabido frenar y cuando no han ido tan bien las cosas me han aupado. A ellos les debo todo en mi carrera deportiva”, recuerda con un brillo especial en sus ojos claros.

‘¡Vamos campeona!’

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Aunque no es la realidad habitual en el fútbol femenino, Amanda se levanta todas las mañanas para ir a entrenar y se dedica a tiempo completo al deporte. Se siente una “afortunada”. Muchas jugadoras de divisiones inferiores o partidos más modestos luchan contra la precariedad y hacen grandes esfuerzos para compaginar el fútbol con otros trabajos: “Está claro que todavía quedan muchas cosas que cambiar, pero creo que estamos dando pasos de gigante. Ahora el objetivo es que se profesionalice, seguir creciendo, llenar estadios y generar tanto como ellos en cuanto a derechos televisivos”.

Para fomentar la igualdad en el deporte y darle visibilidad al fútbol femenino, Amanda ha escrito Campeona, el libro infantil que le hubiese gustado leer cuando marcaba sus primeros goles. En él, se dibuja a sí misma como protagonista para mandar un mensaje inspirador a las niñas cuya pasión es el fútbol: “Es un mensaje de ánimo para que cumplan sus sueños”. El título, explica, no hace referencia a conseguir títulos ni a ser la número uno: “Es lo que mi madre me decía desde la grada, un grito de ánimo. ‘¿Quieres ser futbolista? ¿Quieres ganar el partido de hoy? ¡Pues consíguelo! ¡Vamos campeona!’”, exclama levantando la voz imitando las palabras de su madre.

Termina la entrevista y le da un par de toques al balón antes de chutar a portería: “Tengo la suerte de que cada vez que salgo al campo lo hago con la misma ilusión con la que bajaba a estas pistas”. ¡Gol!

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