¿Qué es...?

Qué es el sistema Stanislavski y por qué revolucionó el arte dramático

“No es que antes del sistema no hubiera actores y actrices que, por talento natural, lograran interpretaciones brillantes”, tercia el director y dramaturgo Félix Estaire en conversación con este medio. Y continúa: “Lo que pasa es que Konstantín Stanislavski (Moscú 1863 - 1938) estudió mucho sobre el proceso que tiene que seguir un actor para ‘meterse en el personaje’ y lo sistematizó”. Por eso la aparición de lo que se ha convenido en denominar sistema Stanislavski significó un antes y un después para la interpretación. “En pocas palabras”, resume Estaire, que con su obra TELMAH ha sido premiado recientemente en el IX Certamen Jesús Campos, organizado por la asociación de Autores y Autoras de Teatro, “podríamos decir que se trata de un sistema interpretativo en el que el actor se aproxima al personaje que debe interpretar desde una perspectiva analítica que lo acerque a la escena —una situación imaginaria— de la forma más real posible”. Aterricemos el concepto.

Stanislavski proponía que, a través de una serie de guías y principios, los actores y actrices lograran despertar una serie de procesos psicológicos menos controlables que la simple memorización y repetición del texto teatral, y que tienen más que ver con la experiencia emocional, las reacciones y el comportamiento subconsciente. “Efectivamente”, subraya Estaire, “en el sistema Stanislavski el actor tiene que encontrar emociones y motivos internos que le permitan interpretar al personaje como si se tratara de su propia vida”. El punto clave del sistema es, de algún modo, aprender a pensar como el personaje al que el actor está dando vida. El propio Stanislavski solía argumentar que “el ser actor no es un traje de confección que uno pueda ponerse y echar a andar ni un libro de cocina en el que baste encontrar la página correcta para tener la receta, sino que es toda una forma de vida”.

Sin embargo, el sistema ha ido evolucionando con el tiempo. “Si bien al principio”, explica Estaire, “lo que tenían que hacer los actores y actrices era hallar la verdad del personaje, que se trataba como un ente real, ahora tienen que encontrar en su propia experiencia los recursos que le permitan sentir lo que siente su personaje en cualquier situación”. En otras palabras, lo importante no es únicamente que el actor entienda lo que le sucede a su personaje en la escena concreta que está representando, sino que conozca las situación vital del mismo en ese momento y las circunstancias que lo rodean, con tal de poder reaccionar —incluso de forma subconsciente— de la misma forma que lo haría él. “Algunos actores incluso viven en su día a día como lo haría su personaje”, apunta el dramaturgo. Si, por poner un ejemplo, vive en el campo, el actor que lo tiene que interpretar se va una temporada a vivir al campo. “Pero eso tiene más que ver con lo que se conoce como ‘el método’, que con el propio sistema Stanislavski, aunque sí que tiene su origen en él”, señala. A medida que fueron pasando los años, distintas escuelas de interpretación fueron adaptando el sistema y configurando lo que se terminó por llamar ‘el método’, una revisión colectiva y plural que ha mantenido vigente el sistema.

Los principios del método Stanislavski

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El primero de los principios que rigen el sistema y, quizás, la piedra angular de todos ellos es la concentración. Los actores deben aprender a pensar como el personaje y reaccionar tal y como lo haría él. Una vez se ha logrado ese estado de concentración, Stanislavski hablaba de las circunstancias dadas, es decir, aprender a aplicar esa concentración en el texto concreto que el actor debe representar o, tal y como lo llamaba el propio director de escena, el mundo del libreto. El ruso también daba extraordinaria importancia al factor físico, incluso elaboró el Método de acción física. Por ello insistía en la relajación de los músculos mientras se llevan a cabo las actuaciones. Por otra parte, en el sistema Stanislavski el actor no debe memorizar solo el texto, sino también las sensaciones que experimenta. A ello lo llamó trabajar con los sentidos. Relacionado con la concentración, el principio de la comunicación y el contacto propone alcanzar la habilidad de interactuar con el resto de personajes sin comprometer ni contaminar lo que dice el libreto.

Era fundamental para Stanislavski que todo el proceso de interiorización del personaje fuera en consonancia con el libreto. Solo eso permitirá al actor encontrar lógica y credibilidad en el texto y coherencia en la interpretación. Y los textos, por supuesto, forman parte de la realidad misma y, por tanto, tienen implicaciones sociales y políticas. También ahí tiene que incidir el profesional. Con todo, si el intérprete logra acumular todos los principios anteriores, logrará un estado mental creativo. El conjunto de todo ello constituye la base fundamental del sistema, aunque existen muchos más detalles que lo completan y muchas derivaciones que lo han convertido en intemporal.

“Ser actor no es salir, recitar un diálogo y ya está”, resuelve Félix Estaire, “y está claro que el sistema Stanislavski —y el método que evolucionó a partir de él— fue una revolución cuya influencia llega hasta nuestros días”.

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