Tiempos mejores

María Toca Cañedo

Recuerdo mi primer paseo por Sol. Corrían finales de los ochenta y queríamos 'quemar' Madrid porque La Movida en Santander se nos quedaba pequeña. Había mujeres latinas, de color, algún tipo con chilaba, incluso, africanas con vestimenta de colorines. Era sábado por la tarde y rodeaban la plaza, arbolada aún, para encontrarse entre ellas.

Yo procedía de Santander, en donde todo andaba uniformado con el Lacoste, los castellanos y la grisura (spoiler, sigue igual) y me deslumbró el color, la variedad de razas, de gente. Años atrás, de camino a Dubrovnik, paré en Fiumicino dándome cuenta de lo grande, diverso y hermoso que era el mundo porque pululaban por los pasillos del aeropuerto tanta gente diversa. Amé lo diverso.

Tiempo después viví el primer 'Orgullo' en ese Madrid ochentero. Me reí hasta llorar con las historias contadas durante una singular tertulia en Chueca donde yo era la única heterobásica de un grupo numeroso. Las feministas andaban programando la 'mani', buscando eslóganes de combate. Las mujeres trans empecinadas en ir delante: “estamos acostumbradas a llevar hostias, nena, así que por si caen, nosotras al frente”. Las admiré tanto como me conquistaron el corazón por su ternura de víctimas valientes.

Hoy el odio al diferente se ha puesto de moda. El catetismo, paleto y malvado también, porque no hay más raza que una, la humana. Y mezclarse es enriquecerse

Al día siguiente contemplaba extasiada el desfile, la locura de música y color. Como el sábado aquel del paseo por Sol que hizo costumbre. Aun sin ser creyente, di gracias a un dios desconocido por la época que me tocaba vivir y mi pensamiento fue de un grato agradecimiento porque mis hijos, jóvenes puberales entonces, vivieran en una sociedad abierta, común, donde besar, amar o follar no estuviera penado. Donde cabía el mundo en nuestras ciudades. Donde la diversidad paseaba para encontrarse. Donde la puñetera blancura era lo de menos.

Me recuerdo apoyada en una farola contemplando el desfile al borde de lágrimas de agradecimiento. Mis hijos vivían en una sociedad abierta y gustosa.

Hoy, no es así. Hoy el odio al diferente se ha puesto de moda. El catetismo, paleto y malvado también, porque no hay más raza que una, la humana. Y mezclarse es enriquecerse.

Hoy, quién me lo iba a decir, recuerdo con nostalgia aquellos tiempos en que explosionaba la mezcla y se estrenaban libertades y me pregunto si es posible que las generaciones futuras tengan que volver a lucharlo todo.

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María Toca Cañedo es socia de infoLibre.

María Toca Cañedo

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