¿Hacia dónde vamos?
En estos días, una vez más, estoy dando vueltas y más vueltas, cual burro en la noria, a ideas y pensamientos recurrentes. No tengo claro hacia dónde nos dirigimos como sociedad, no sé qué pasará en mi futuro más inmediato, mucho menos qué sucederá a nivel social o político, ni tan siquiera sé si alguien tiene un rumbo definido, quienes toman las decisiones que nos afectan a todos no parecen tenerlo, solo discuten no con propuestas sino a ver quién es peor o qué nos diferencia más.
Le pedimos a Ia inteligencia artificial que nos muestre tendencias, que nos busque patrones y que nos ayude a procesar datos mucho más rápida, eficaz y eficientemente de lo que lo hacemos nosotros, pero en los medios las noticias más impactantes son casi siempre las negativas, la corrupción, el engaño, el ver quién ensucia más.
No percibimos ni valoramos lo que se hace bien, la ayuda, la solidaridad, los jóvenes que se forman y trabajan y buscan su sitio, las personas que vienen buscando una vida mejor y a quienes se les acusa en muchas ocasiones de forma general de la delincuencia de otros, quizá porque no hemos sabido darles las oportunidades necesarias, la simpatía o la simple escucha, aunque a veces no tengamos ni medios ni manera de ayudar a quien tenemos delante, más allá de acompañarles en sus procesos.
A veces creemos tener la verdad, la solución, pero las soluciones mágicas no existen, ni siquiera la inteligencia artificial tiene todas las respuestas.
No tengo ni la inteligencia ni las herramientas para eliminar la desigualdad cada vez mayor, pero sigo creyendo en las personas
No sé hacia dónde vamos ni como sociedad ni como individuos, desconocemos el futuro, pero sí sé que lo importante son las personas, quienes nos rodean nos hacen mejores, la diversidad enriquece, sin embargo la desunión, el miedo al diferente, la falta de respeto a la esencia de cada una y cada uno de nosotros, la corrupción, cuyos casos tapan los avances que se han logrado y causan una irreparable desafección, el egoísmo individualista que causa guerras y muerte solo por el afán de notoriedad de algunos y el miedo al poder, son los elementos más visibles, no se ven las pequeñas cosas, los pequeños logros.
No tengo ni la inteligencia ni las herramientas para eliminar la desigualdad cada vez mayor pero sigo creyendo en las personas. Cada día veo y trato con personas amables, animosas que, pese a tener graves dificultades y barreras, me demuestran que solamente les hace falta una oportunidad, creer en ellas, quizá el horizonte se vea más claro si nos apoyamos los unos en los otros y disfrutamos del viaje y las pequeñas cosas aunque no sepamos el punto de llegada.
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Francisco Goya es socio de infoLibre