Un presente sombra del pasado
Paul Ricouer afirma que el presente es la sombra del pasado. En el juicio al fiscal general del Estado Álvaro García Ortiz, que ha sido condenado sin pruebas por revelación de secretos, esta sombra es alargada, porque hemos podido observar que la justicia se ha mostrado totalmente anómala; en este caso, como una casta corporativa, más propia del franquismo que de una sociedad democrática, y en connivencia, a mi parecer, con la fiscal superior de Madrid, con la UCO y con el Colegio de la Abogacía de Madrid, bajo la dirección de su decano, Eugenio Ribón, que ha actuado como acusación particular, levantando debate sobre su neutralidad. Eugenio Ribón, cuando declaró, simbolizó en todo su esplendor el poder que representa el Alto Tribunal como dominio de los fuertes,al saludarles con una reverencia que mostraba sumisión y respeto.
Cuando observas este teatro, que no sé cómo alguien se puede creer a no ser que esté en suspensión de la incredulidad, no es difícil deducir que se está haciendo política para el PP, Vox y afines. Incluso en el PP conocen los datos de la UCO y las próximas causas judiciales antes que otros. Si uno echa a volar la imaginación, no es difícil fantasear y escuchar cómo algunos jueces, el empresariado, la Conferencia Episcopal y algunos medios de comunicación le susurran al oído al Sr. Feijóo: "Nosotros hacemos lo que podemos, lo seguimos intentando con Begoña Gómez (Audiencia Provincial de Madrid) y su hermano". Ahora queda conseguir acabar con el Satán que habéis construido, es decir, con Pedro Sánchez. Pienso que sería mejor decirle que para hablar hay que leer y que para hablar hay que pensar. También que la manufactura de su personaje todavía debe revestirse de carisma.
Nuestras sociedades están atravesando una profunda crisis y es porque no solo se cuestiona la 'legalidad' de las instituciones, sino también su 'legitimidad'
En estos escenarios que he venido describiendo se les olvida centrar la atención en dos principios esenciales de nuestra tradición ético-política, como ha analizado Giorgio Agamben. Nuestras sociedades han perdido la legitimidad y la legalidad: están atravesando una profunda crisis y es porque no solo se cuestiona la legalidad de las instituciones, sino también su legitimidad; no solo, como demasiado a menudo se repite, las reglas y las modalidades del ejercicio del poder, sino el principio mismo que lo funda y legitima. “Una crisis que golpea la legitimidad no puede resolverse exclusivamente en el plano del derecho. La hipertrofia del derecho que pretende legislar sobre todo, antes bien conlleva, por medio de un exceso de legalidad formal, la pérdida de toda legitimidad. Las instituciones de una sociedad se mantienen vivas sólo si estos principios, que (en nuestra tradición también han recibido el nombre de derecho natural y derecho positivo, de poder espiritual y poder temporal o en Roma, de auctoristas y potestas), siguen estando presentes y actúan en ellas sin pretender coincidir jamás”.
Si por otra parte –como ha ocurrido en las democracias modernas–, el principio legitimador de la soberanía popular se reduce al momento electoral y se resuelve en reglas procedimentales jurídicamente prefijadas, la legitimidad corre el riesgo de desaparecer en la legalidad y la máquina política se paraliza de igual modo.
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Mary Roscales es socia de infoLibre.