Los diablos azules

Nueva ilustración radical

La filósofa Marina Garcés.

Marina Garcés

Este texto pertenece a Nueva ilustración radical, libro de Marina Garcés que acaba de ser publicado en la recuperada colección Nuevos Cuadernos Anagrama. ________________________Marina Garcés

Si las humanidades tienen que ver con la capacidad de dar forma y sentido, libremente, a la experiencia humana y a su dignidad, tenemos que entender que su crisis está directamente relacionada con la distancia que se ha abierto entre lo que sabemos acerca del mundo y de nosotros, y nuestra capacidad de transformar nuestras condiciones de vida. Hemos constatado históricamente que saber más, tener más educación, más información, etc., no nos hace más libres ni éticamente mejores. Tampoco ha contribuido a forjar unas sociedades más emancipadas. De ahí la profunda desproporción que nos asalta y que hace de nosotros analfabetos ilustrados.

 

Foucault, siguiendo la vía crítica abierta, entre otros por Nietzsche, nos enseñó a ver que tras la premisa ilustrada de la emancipación a través de la ciencia y de la educación se articulaban nuevas relaciones de poder. Poder sobre los cuerpos, sobre los códigos de lenguaje, sobre los hábitos y los comportamientos, sobre las estructuras institucionales, sobre los proyectos nacionales… Toda forma de saber conlleva unas relaciones de poder. Esta idea se ha convertido para nosotros en una premisa incuestionable, casi en una obviedad. A partir de ella, podemos analizar, y así lo hacemos a menudo, las relaciones de poder que están inscritas en los conocimientos de nuestro tiempo. Tenemos herramientas muy sofisticadas para la crítica y para examinar los efectos de dominio del conocimiento, sus aplicaciones y transmisión.

Pero, al mismo tiempo, cuando defendemos las virtudes éticas y políticas del conocimiento y de la educación, su necesidad para la democracia y la justicia, a menudo caemos en argumentos tan banales que ni siquiera los ilustrados del siglo XVIII creían, sin sospechar de sus sombras y perversidades. Como hemos visto antes, ellos ya desconfiaban de la cultura si no iba de la mano de la crítica y la autocrítica.

Dice la protagonista de la película Una giornata particolare (Ettore Scola): “A una mujer inculta se le puede hacer cualquier cosa”. Lo que debemos preguntarnos hoy es cómo y por qué a tanta gente culta hoy se le puede hacer cualquier cosa. Y por qué sociedades tan supuestamente cultas siguen cometiendo tantas atrocidades. Son las preguntas que ya se hacía la teoría crítica en pleno siglo XX, cuando proclamó el fracaso de la cultura: no solo la Europa ilustrada no supo evitar el fascismo y la guerra, sino que el pensamiento crítico y revolucionario (anarquismo, socialismo, comunismo…) tampoco condujo en la práctica a sociedades más emancipadas.

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Nuestro principal problema es, entonces, redefinir los sentidos de la emancipación y su relación con los saberes de nuestro tiempo. ¿Qué saberes y qué prácticas culturales necesitamos elaborar, desarrollar y compartir para trabajar por una sociedad mejor en el conjunto del planeta? Parece una pregunta ingenua, pero cuando las humanidades pierden el vínculo con esta cuestión se convierten en meros conocimientos de textos sobre textos y mueren. Redefinir los sentidos de la emancipación: en eso tienen que consistir las actividades humanísticas si quieren ser algo más que un conjunto de disciplinas en desuso.

*Marina Garcés es profesora de la Universidad de Zaragoza. Entre sus últimos libros están Marina GarcésNueva ilustración radical (Anagrama, 2017) y Fuera de clase (Galaxia Gutenberg, 2016). 

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