Lucrezia de Médici también se merece una novela
El libro durmiente comenzó su andadura como club de lectura en junio de 2003. Su nombre hace referencia a la necesidad de rescatar los valores y principios que duermen en el seno de los libros. El libro durmiente se define como una entidad creada sin fin de lucro. Nuestra acción adquiere la condición de voluntariado cultural. Desde el año 2012, correspondiendo con el período lectivo, impartimos los talleres de escritura creativa en dos niveles: básico y avanzado. Finalmente, la invitación a los autores para presentar sus obras o impartir clases magistrales sobre las técnicas de escritura ha dado lugar a la creación de un foro literario donde confluyen los lectores, libros y escritores, compartiendo ideas e inquietudes en pro de la cultura.
El retrato de casada
Maggie O'Farrell
Libros del Asteroide (2023)
No es tanto el qué, sino cómo lo cuenta. Maggie O'Farrell magnetiza. Destila lirismo y perturba al lector a partes iguales con la niña obligada a casarse en el universo pudiente de los palacios de Florencia renacentista del siglo XVI. Reenamorarse de O'Farrell es sencillo, aunque parezca difícil tras su apabullante Hamnet. Superarse es una cosa, maravillar de esta manera, otra.
Lucrezia, hija del duque Cosimo de Medici, existió pero poco más que un retrato, un poema y unas cartas dejó en su breve paso por el mundo. La escritora construye casi de la nada a esa adolescente de quince años que murió sin cumplir el año de casada rodeada del enigma de un esposo que pudo tener relación con el fatal desenlace.
Cuando abrimos las páginas encontramos a Lucrezia a solas con Alfonso d'Este, primogénito del duque de Ferrara. Los intereses y la peleas entre ducados ordenan una alianza estratégica de apellidos con un hombre doce años mayor que ella. Pero no es la diferencia de edad lo que trastoca a la joven sino su personalidad ambivalente. Tan dulce y encantador como inquietante.
Maggie O'Farrell se luce con su narrativa describiendo la doble cara del joven arrollador que gobierna férreo sus dominios fuera y dentro de palacio. Qué maravilla: cómo nos interna la escritora en la angustia psicológica que hace temblar a Lucrezia
Estaba destinada al matrimonio y el sometimiento al esposo tras el del padre; el sino de las mujeres que debían afianzar la sucesión de la estirpe y el poder. Lo sabía, pero el espíritu indómito de una niña obligada a ser mujer antes de tiempo ya apuntaba maneras desde la infancia.
La escritora se sirve de saltos al pasado para que entendamos quién es esta joven tan frágil y poderosa a la vez. De alma creativa y soñadora, rodeada de hermanos y padres que desatendieron su especial brillo y sus excelentes aptitudes para el dibujo y la pintura, que se convertirán en una especie de refugio.
Va más allá de una afición. Le permite abstraerse de la realidad, del peligro latente que se respira en las estancias del palacio; sola en su jaula de oro y cristal, entre lujos y comodidades, como la tigresa que de pequeña vio en el sótano del hogar familiar. Y aun así, mostrará sus garras en la medida de sus posibilidades cuando sus obligaciones como esposa la ponen a prueba.
La autora crea de forma magistral a su criatura, libre en su interior pese a las ataduras y la rigidez del escenario en el que le ha tocado vivir. Los barrotes no garantizan el aprisionamiento de la víctima, aunque el desánimo parezca vencer su empuje y pasión, hasta llegar a delirios fruto de la ansiedad. Esa ansiedad y opresión de la que te contagias con cada párrafo donde se dice más de lo que realmente se escribe. No hace falta. Hay magia en la escritura de esta autora.
Como hizo con Hamnet, –inolvidable– Maggie O'Farrell convierte en únicos capítulos e historias ya contadas. La forma en la que modela su relato la hace distinta, envuelve e hipnotiza hasta hacerte sentir dentro el corazón y las vísceras de Lucrezia: poderosa y débil, dulce y audaz, desvalida y huracán.
El apabullante universo renacentista en segundo plano es perfecto para el espejismo de este entorno bucólico, donde las estrictas normas y protocolos colisionan con la independencia emocional de la protagonista. Es un ave fénix que se niega a lo evidente e inevitable, lidiando con una atmósfera tremendamente hostil. Esa lucha silenciosa, su grito sin voz descrito de manera excelente, es un deleite para el lector.
Supongo que Maggie O'Farrell debió enamorarse de esta niña-mujer olvidada que probablemente invisibilizaron entre la fastuosidad de la corte. Y ha conseguido embelesarme con su ficción. Más o menos cierta, da lo mismo; me vale y me sobra.
La familia no solo es plural
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He recomendado mucho este libro y sé que no sólo yo me he quedado fascinada.
Dejo para el final precisamente el desenlace de este trágico cuento de princesas. Dios. Si valiente ha sido la apuesta de desenterrar a Lucrezia, la vuelta de tuerca es espectacular. De traca.
De verdad. No se la pierdan. Ojalá Maggie O'Farrell esté terminando ya su próxima novela.