La Unión Europea corteja a Donald Trump para cerrar un acuerdo comercial en las próximas semanas
Hay fotos que revelan más que los simples gestos diplomáticos o la marca que quieren transmitir sus protagonistas. Con el pulgar hacia arriba, Donald Trump se muestra confiado y poderoso en mítines, ante sus fieles votantes o políticos afines. Úrsula von der Leyen viste muchas de sus grandes citas políticas con un sencillo collar de pequeñas perlas y una blazer azul, color de la bandera de la UE.
Elementos presentes en la reciente foto de los dos mandatarios, que contiene mucho más. Ambos posaron sonrientes para sus cámaras oficiales. en la reunión del G7 en Canadá, sin un atisbo de tensión gestual. “Una oportunidad para buenas y profundas conversaciones entre aliados”, escribió la propia Von der Leyen en sus redes sociales. Casi amigos. Bruselas y Washington están más cerca que nunca desde que hay nuevo inquilino en la Casa Blanca. Ha tenido que pasar medio año de desplantes y cruces de acusaciones para ver un encuentro entre la presidenta de la Comisión Europea y el de los Estados Unidos.
La escalada prebélica que vive Oriente Medio a cuenta de los ataques de Israel contra Irán y la esperada respuesta del régimen de los ayatolás favorece un acercamiento diplomático de la Unión Europea a los Estados Unidos. La guerra comercial sigue abierta, pero parece ya en un segundo plano y las principales autoridades comunitarias están realizando un giro con Trump, siempre receptivo a lisonjas y alabanzas.
“Donald tiene razón, en este punto tenemos un serio problema”, aseguró recientemente Von der Leyen dentro de la reunión del G7 en Canadá, para referirse a la “instrumentalización” que China ejerce con su posición como primer productor de materias primas críticas, acusándola de “amenazarnos a todos” y suponer un “desafío real”. Ese todos se refería a Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia, Canadá, Japón y la UE.
Europa corteja a Trump
Von der Leyen fue dura dentro de la reunión con Trump sobre las restricciones que la UE y Estados Unidos están sufriendo en las importaciones de materiales raros necesarios para la industria del automóvil, de las baterías eléctricas o las turbinas eólicas. Y criticó también los subsidios de Beijing para impulsar a sus propias compañías en medio de la guerra comercial. “No es competencia de mercado, es una distorsión intencionada”, dijo la alemana, haciendo suyos argumentos del presidente estadounidense.
El cortejo a Trump en el foro del G7 celebrado en Canadá fue manifiesto y tuvo continuación con una conversación entre la Alta Representante Exterior europea y el secretario de Estado norteamericano. Marco Rubio, quien había plantado a Kaja Kallas en su primer viaje a Washington, mantuvo ahora sí analizó por teléfono con la estonia la posibilidad de un conflicto abirto entre Israel e Irán y ambos acordaron “el compromiso de mantener un estrecho contacto” como “aliados y socios” ante la tensión creciente en Oriente Medio.
Kallas y Von der Leyen son firmes defensores de Israel y no han dudado estos días en situar a “Irán como la principal fuente de inestabilidad regional”, frente a voces como las de Francia o España, pero también la de otros socios de los 27 más pequeños como Irlanda, Luxemburgo o Bélgica más críticas con todas las operaciones militares que realiza el Gobierno Netanyahu por su efecto desestabilizador, o directamente por las vulneraciones a los derechos humanos como la que está llevando a cabo en Gaza.
Las disputas comerciales con China y el apoyo político a Israel como potencia aliada en Oriente Medio son los ejes desde los que la UE está acercando posiciones políticas con Washington, mientras el acercamiento personal a Trump es puesto en marcha también por otras autoridades comunitarias. El presidente del Consejo, Antonio Costa, regala a Donald Trump una camiseta de la selección de fútbol de su país, Portugal, firmada por Cristiano Ronaldo con un mensaje de puño y letra, “jugando por la paz”, y Costa añadía, “como un equipo”. Y en paralelo, varias mandatarios europeos contribuyeron a esta ofensiva cautivadora. El revigorizado eje alemán del presidente Emmanuel Macron y el canciller Friedrich Merz analizó en una cena con Trump la creciente tensión en Oriente Medio sin salirse del guión de que Israel tiene todo el derecho a defenderse y a pasar a la ofensiva contra Irán.
La primavera del deshielo comercial
Para llegar a esta cordialidad entre la UE y Estados Unidos han tenido que pasar cinco meses desde que la Casa Blanca tiene nuevo inquilino. Durante todo ese inicio de la presidencia, Trump ninguneó a Von der Leyen sin aceptar una llamada protocolaria de bienvenida y su secretario de Estado, Marco Rubio, cancelaba a última hora la primera reunión con Kallas. La comunicación entre el Berlaymont, sede de la Comisión, y la Casa Blanca estaba rota mientras Trump sí recibía a la italiana Giorgia Meloni o al presidente polaco, Andrzej Duda, dos políticos ultras alineados con la derecha soberanista europea.
Durante todo el invierno, Estados Unidos y la Unión Europea fueron dos trenes a todo vapor circulando en direcciones enfrentadas por la misma vía, con la guerra arancelaria desatada por Washington como choque inevitable. Trump acusaba a la UE de “estafar” a su país y ser “patética” y en el 'Liberation Day' de los aranceles a primeros de abril imponía uno adicional del 20% a todos los productos de los 27.
Von der Leyen denunció que las tarifas eran injustificadas y en su equipo elevaron el tono amenazando con “golpear a los Estados Unidos en importantes sectores para ellos donde a nosotros no nos cueste mucho, donde sabemos que duele”, hablando de represalias a productos estadounidenses de “distritos republicanos, Estados con senadores republicanos” para que “sientan la presión dentro del sistema americano”.
Pero con la primavera, llegó el deshielo. El primer paso fue la tregua de 90 días decretada por Trump para los aranceles. En Bruselas la acogieron con alivio y también cautela, porque siguieron trabajando en el paquete de represalias comerciales. Las negociaciones no prosperaban y poco tiempo después la Comisión advirtió que ya tenía listo un primer golpe de 95.000 millones de euros a productos estadounidenses. La amenaza de Bruselas iba en serio.
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Las vueltas de la política internacional también propiciaron el acercamiento. Durante el funeral del papa Francisco en Roma se produjo un encuentro, breve, apenas un saludo y un cruce de palabras, entre Von der Leyen y Trump. La primera conversación cara a cara desde el regreso arrollador del empresario a la Casa Blanca. En la Comisión confirman que supuso un antes y un después, ya que ambos “acordaron verse” posteriormente. Un “breve intercambio”, explican en Bruselas, pero que consolidó la tregua comercial.
A las pocas semanas, los dos políticos descolgaron el teléfono y mantuvieron “una buena conversación”. Trump aceptó la petición europea de mantener la pausa de las tarifas hasta el 9 de julio y la presidenta de la Comisión aseguró que “Europa está preparada para discusiones avanzadas rápida y decisivamente”.
Este deshielo de meses ha fructificado en el G7 de Canadá, del que Von der Leyen salió dando instrucciones para acelerar el trabajo con los estadounidenses y cerrar un acuerdo comercial “justo y bueno”. Y ya empiezan a aparecer cifras, como la posibilidad de que la UE acepte finalmente una tasa básica del 10% para dirimir la disputa. En el equipo de la presidenta de la Comisión niegan esta posibilidad e insisten en que todavía no hay nada cerrado. Pero viniendo de un claro enfrentamiento verbal y político hace tan sólo cinco meses, la distensión actual es propicia para un pacto antes de la fecha límite del 9 de julio.