Netanyahu, el gran triunfador de los ataques de Estados Unidos a Irán

El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, visita Rehovot tras el ataque con misiles iraníes.

Gwenaelle Lenoir (Mediapart)

El surco aún no estaba del todo excavado, pero ya se perfilaba. Una vez más, Benjamín Netanyahu ha logrado evitarlo, e incluso rellenarlo.

La guerra contra Irán lanzada por el primer ministro israelí el 13 de junio, tras años de preparación de la opinión pública de su país y de amenazas contra Teherán, tenía como objetivo declarado destruir las capacidades nucleares de la República Islámica. Pero rápidamente el objetivo se transformó en la voluntad de derrocar al régimen iraní, proclamado, y no solo su arsenal atómico aún por construir, como una “amenaza existencial”. Podía volverse en su contra.

Para alcanzar las instalaciones principales del programa nuclear de Teherán, el Estado hebreo tenía necesidad absoluta de la ayuda estadounidense, como explicó Mediapart aquí. Pero Donald Trump titubeaba y dejaba lugar a la duda. Israel asesinaba a responsables militares y científicos iraníes, bombardeaba objetivos militares y barrios residenciales, así como objetivos políticos, como la televisión estatal. Irán respondía a una escala relativamente modesta en términos de medios utilizados, es cierto, pero a diario. Y a pesar de la reforzada censura a los medios de comunicación, se repetían una y otra vez las imágenes de los edificios destruidos por los misiles balísticos iraníes, al igual que las de la población en los refugios.

Comenzaba a aparecer en los medios de comunicación extranjeros la palabra “estancamiento” en referencia a un conflicto que cada vez más se preveía largo y sin una salida clara en cuanto a la destrucción de las capacidades de enriquecimiento de uranio.

El ataque lanzado por Washington contra tres instalaciones nucleares iraníes en la noche del 21 al 22 de junio vino a reforzar la posición del Estado hebreo y la de su primer ministro.

Ese ataque barrió los esfuerzos, ciertamente muy tímidos, de los europeos por volver a poner sobre la mesa una solución diplomática y ha reforzado la estatura que Benjamín Netanyahu se ha atribuido y que más le gusta: la de Churchill frente a la Alemania nazi.

El primer ministro lleva treinta años utilizando la metáfora: Irán es el Tercer Reich, el de Adolf Hitler, que quiere destruir Israel y que, si no se hace nada, puede provocar un nuevo Holocausto. Por lo tanto, él será Churchill, un estadista donde los haya, que resiste y vence.

“Hay un viejo dicho: la gente no ve el mundo tal y como es, sino tal y como es ella. Netanyahu ve el mundo a través del prisma de los acuerdos de Múnich de 1938 entre Occidente y la Alemania nazi, y se ve en el papel de Winston Churchill, el que entendió bien a Hitler antes de que fuera demasiado tarde”, escribe la periodista Carolina Landsmann en la sección «Opinión» del diario israelí Haaretz.

Y añade: “La diplomacia, para él, es una trampa. Solo el terrorismo se ajusta a su visión de la realidad. Cualquier otra situación se percibe como una ilusión condenada al fracaso, y sus acciones tienen como objetivo garantizar ese fracaso. Y lo que es igualmente inquietante es que ha logrado inculcarnos esta mentalidad.”

Volver a ponerse en pie, una vez más

Es lógico pues que el apoyo popular y político de los judíos israelíes y de su clase política, incluida la oposición, a la guerra iniciada contra Irán sea muy elevado. Salvo los palestinos con ciudadanía israelí, que se muestran en su gran mayoría opuestos a esa ofensiva.

Según una encuesta del think tank Instituto Israelí para la Democracia, realizada el 19 de junio, una gran mayoría de los judíos israelíes apoya la ofensiva contra Irán, considera que era el momento adecuado y que la sociedad es lo suficientemente resiliente como para hacer frente a las represalias iraníes.

También estaban convencidos de que la seguridad de Israel es una prioridad para el presidente Trump. Se trata de un fuerte aumento respecto a mayo, cuando este último visitó Riad y las negociaciones nucleares entre Estados Unidos e Irán aún estaban en curso.

En resumen, Netanyahu ha convencido a la opinión pública de que realmente puede remodelar Oriente Medio y de que es el único capaz de persuadir a Trump.

Con la ofensiva lanzada el 13 de junio ya había logrado hacer olvidar una larguísima serie de críticas y problemas que habían hundido su popularidad. En marzo de 2025, una encuesta indicaba que su coalición perdería las elecciones legislativas si se presentaba su predecesor de derechas, Naftali Bennett.

Una vez más, el destino de Netanyahu parecía confirmado: destitución del jefe de inteligencia Ronen Bar, pulso con la fiscal general Gali Baharav Miara, negativa a sacar adelante el proyecto de ley que obligaba al servicio militar a los ultraortodoxos, juicio por corrupción en el que debía testificar cada semana, revueltas contra la guerra genocida en Gaza, con múltiples llamamientos a no alistarse en el ejército, acusaciones de abandonar voluntariamente a los rehenes.

El primer ministro israelí escenifica su complicidad con el inquilino del Despacho Oval

Incluso tuvo que enfrentarse a una moción de censura ante el Parlamento... el 12 de junio.

Al día siguiente, 13 de junio, todo eso quedó barrido por los ataques aéreos israelíes a 2.000 kilómetros de Tel Aviv y una nueva postura marcial.

“No me sorprendió, porque no hay una verdadera oposición a Netanyahu”, afirma Nitzan Perelman, doctora en sociología política e ingeniera de estudios del Centro Nacional de Investigaciones Científicas, especialista en la derecha israelí. “Incluso Yair Golan, que se atrevió a decir que matar bebés gazatíes se había convertido en un pasatiempo, aseguró posteriormente en el canal 12 de televisión que Israel no está cometiendo crímenes de guerra en Gaza. Hay una ausencia total de crítica. La información de que el Gobierno decidió iniciar la guerra, estimando las posibles bajas civiles israelíes entre 800 y 4.000 israelíes, pasó prácticamente desapercibida. Se publicó, pero no fue criticada por los medios de comunicación, salvo en Haaretz [Mediapart se hizo eco de esta información aquí – ndr]. Pero si tomamos la cifra más baja, es más o menos el número de muertos del 7 de octubre. Y si tomamos la cifra más alta, es tres veces más. Pero no ha habido ninguna protesta por ese peligro para la vida”.

Poco más de una semana después, Netanyahu consolida su triunfo halagando a quien le permite eludir posibles acusaciones futuras de aventurerismo militar. El primer ministro israelí pone en escena su complicidad con el inquilino del Despacho Oval con una foto de él en su despacho, “al teléfono con el presidente Trump”, difundida por su gabinete. También incluye un discurso en inglés y un mensaje a la población israelí en hebreo.

“El presidente Trump lidera con valentía el mundo libre. Es un gran amigo de Israel, un amigo sin igual”, dijo, halagándole. Y añadió: “La historia recordará que el presidente Trump actuó para privar al régimen más peligroso del mundo de las armas más peligrosas del mundo. […] El liderazgo que ha demostrado hoy el Sr. Trump ha marcado un punto de inflexión histórico que puede contribuir a conducir a Oriente Medio y más allá hacia un futuro de paz y prosperidad.”

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Los dos líderes, que según Donald Trump han formado un equipo como “quizás ningún otro equipo haya trabajado antes”, sellaron su alianza con una fórmula inversa al lenguaje que George Orwell utiliza para caracterizar el aterrador régimen de “1984”: “la paz a través de la fuerza”.

 

Traducción de Miguel López

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