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El PP de Feijóo da cobertura a las mentiras de MAR para no abrir un nuevo frente con Ayuso
"Mentir no es ilegal". Así ha defendido la dirección del Partido Popular las declaraciones de Miguel Ángel Rodríguez, jefe de gabinete de la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso, ante el Tribunal Supremo el pasado mes de enero. En esa cita, a la que acudió en calidad de testigo, defendió el bulo que propagó al asegurar que la Fiscalía le había ofrecido un pacto a la pareja de Ayuso, Alberto González Amador, cuando en realidad fue al revés.
El colaborador de Ayuso difundió en dos chats con un centenar de periodistas y en sus redes sociales el bulo de que el Ministerio Público había ofrecido un pacto al novio de su jefa para que reconociera dos delitos fiscales, pero que había retirado la oferta "por órdenes de arriba". Una afirmación que ahora se ha transformado en una "deducción" y no en hechos probados, según confesó él mismo ante el juez Ángel Hurtado. La grabación se hizo pública el pasado viernes y desde entonces ni él ni Ayuso han dado explicaciones.
MAR, como así se le conoce en la esfera política y mediática, es el responsable de la hoja de ruta trazada para intentar tapar las mentiras de la presidenta madrileña sobre su novio, actualmente procesado por dos delitos fiscales e imputado por otro de corrupción en los negocios. Desde que comenzó el caso ha impulsado una teoría de la conspiración según la cual las acusaciones contra González Amador son una operación diseñada desde La Moncloa con el concurso de la Agencia Tributaria y de la Fiscalía con el único objetivo de destruir la carrera política de la presidenta de Madrid.
Una teoría apoyada también por el PP de Alberto Núñez Feijóo, que además de defender en privado que MAR puede recurrir a falsedades —pese a que prácticamente cada día critican al presidente del Gobierno por, según ellos, estar "instalado en la mentira"—, lo ha presentado en público como un mero "testigo. "Hasta donde yo sé, uno se sentará en el banquillo de los acusados el próximo 3 de noviembre —en referencia al fiscal general del Estado— y el otro es solo un testigo, así que cada uno saque sus propias conclusiones", fueron las palabras de la vicesecretaria de Coordinación Sectorial, Alma Ezcurra.
Malabares de Génova con Ayuso
Primero desde La Moncloa, donde ocupó el cargo de secretario de Estado de Comunicación del presidente Aznar, y desde hace seis años desde la sede de la Comunidad de Madrid, Miguel Ángel Rodríguez domina a la perfección la comunicación política y ha logrado a lo largo de su trayectoria que la atención se centre en lo que él quiere utilizando para ello mensajes sencillos y efectistas, habitualmente plagados de falsedades.
"Le he nombrado porque para mis mensajes y mi agenda es quien va a hacer mejor papel", argumentó Ayuso cuando hizo público su fichaje, en enero de 2020. Para algunos miembros del equipo de Feijóo, MAR es una presencia incómoda; no solo por su protagonismo —en el que compite con la propia Ayuso—, también por su influencia sobre el ecosistema mediático de la derecha, al que la Comunidad de Madrid riega desde hace años con subvenciones y ayudas discrecionales, como documentó recientemente infoLibre. Su poder en la capital es mayor que el de Feijóo. Y él lo sabe.
Por ese motivo, desde la llegada del gallego a la presidencia del PP hace ya más de de tres años, Génova ha evitado criticar nada que tuviera que ver con Ayuso o su entorno, ante el temor de que se les volviera en contra, como ocurrió con su antecesor, Pablo Casado, víctima de una defenestración orquestada por la presidenta madrileña y MAR. Consciente de su debilidad en las encuestas y sin una victoria que le respalde detrás, Feijóo o bien ha justificado a la presidenta madrileña o ha callado cuando no estaba de acuerdo con ella.
Ni siquiera con la cuestión del aborto la ha interpelado de manera directa, pese a la carta que publicó la pasada semana en la que anunció que todas las comunidades del PP van a cumplir con el registro de objetores de conciencia, pese a las reticencias de la dirigente madrileña. "Garantizaré siempre que cualquier mujer que opte por la interrupción de su embarazo pueda hacerlo con la mejor atención médica y psicológica, conforme a las leyes", aseguró pocas horas después de las palabras de Ayuso en la Asamblea.
Sin embargo, en una entrevista este lunes en Antena 3, el líder del PP defendió que Ayuso "no se declara en rebelión para nada", ya que en su comunidad la interrupción voluntaria del embarazo "se realiza en los hospitales madrileños de acuerdo con el criterio de los facultativos, todos los días, todas las semanas y todos los meses". Así, añadió que la citada carta iba dirigida a Pedro Sánchez y anunció que sustituirá el registro actual de sanitarios objetores para crear uno de médicos abortistas si llega a la Moncloa.
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Por lo que respecta a MAR, ninguno de sus desmanes ha contado con una desautorización expresa por parte de la dirección nacional del PP, ni siquiera cuando acusó a periodistas de elDiario.es y de El País de haber intentado asaltar la vivienda de Ayuso ocultos con pasamontañas o cuando amenazó directamente con hacer todo lo estuviera en su mano para cerrar el medio dirigido por Ignacio Escolar tras destapar el caso de González Amador, del que se ha erigido máximo defensor.
No lo hizo, por supuesto, su jefa de filas. Pero tampoco Feijóo, cuya mano derecha, Miguel Tellado, se escudó en que las amenazas se transmitieron a través de un canal privado. La gravedad de sus palabras les dieron igual: "Os vamos a triturar. Vais a tener que cerrar. Idiotas. Que os den", escribió. Unas palabras por las que nunca ha pedido disculpas.
Lo cierto es que el historial del jefe de gabinete de Ayuso está sembrado de ejemplos poco edificantes en lo que respecta a su relación con la prensa. De listas negras de periodistas elaboradas desde la Junta de Gobierno de Castilla y León a amenazas verbales a profesionales concretos, pasando por operaciones para desacreditar a diferentes personas y represalias en los medios públicos cuando pasaban a depender del Partido Popular. Una estrategia que Génova avala con hechos y omisiones.