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En busca de la izquierda perdida

Juan Manuel Arévalo Badía

Cuando se esté secando la tinta regada por las rotativas de este medio, la ciudadanía andaluza habrá pasado el Rubicón. Mejor el Guadalquivir, o quizás el más cercano Valdearazo, casi con ese tránsito festivo y fervoroso con el que se pasan aquí los cursos fluviales a modo de la secular purificación por el agua. Este largo viaje, más bien éxodo bíblico de la política andaluza hunde sus raíces en aquellos tiempos en los que la gobernanza bética transcurría en los límites temporales de la credibilidad. El PSOE, al igual que les sucede a sus contrarios políticos en otras comunidades, creyó ver que el viejo método romano de gobierno clientelar era el adecuado para sus fines, olvidando que tras las siglas existía una ideología clara, al contrario que la derecha cuya estructura es el neoliberalismo sostenida exclusivamente por la economía desigual. Los variopintos personajes que han volado alrededor de la colmena socialista pusieron de manifiesto su papel de zánganos fecundadores de la reina, cuyo origen es la carencia de la genética raíz. Tampoco producen miel, como las obreras y normalmente una vez fecundada la reina, mueren .Pero esa ley natural es en la apicultura, en la política no rige, por desgracia. La colmena se ha esterilizado y las reinas que parten para crear nuevo enjambre no se han desecho de la cohorte del zanganeo. Volviendo a las realidades menos agrícolas, el PSOE ha carecido de estrategia como oposición en el foro parlamentario andaluz y han desaprovechado el único escaparate que les quedaba: el Parlamento, porque la oposición es un lugar para fortalecer bases y proponer modelos de sociedad que atraigan a la ciudadanía. En Andalucía el PSOE, me refiero al de San Telmo, cortocircuitó su conexión con las bases y con su propia ideología, y lo ha hecho recientemente como oposición manteniéndose silencioso ante medidas vergonzantes como la sobre explotación del acuífero de Doñana. Sorber y soplar no se puede en el contexto de la izquierda, eso solo se permite en las formaciones de la derecha, en donde todo es justificable. Con respecto a las otras formaciones de izquierdas, herederas de las “taifas” que acabaron con el Califato, se enzarzan en las nuevas “fitnas”, para acabar grano a grano, en mano de las mesnadas castellanas. Cuando lo público este deteriorado, hagan como Boabdil: lloren, porque hasta la Alhambra, la habrán privatizado. Y no se olviden que siempre quedará una “cañita libertaria”. Algo es algo.

Juan Manuel Arévalo Badía es socio de infoLibre

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