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Las causas de la guerra ruso-ucraniana

Juan José Torres Núñez

Para crear infiernos están ahora la OTAN y la UE. Augusto Zamora R.

El 12 de junio de 1812 las fuerzas occidentales de Europa cruzaron las fronteras de Rusia y la guerra empezó. Lev Tolstói explica en Guerra y paz que de hecho fue contrario “a todas las leyes de la razón humana y la naturaleza humana”. En su análisis considera un sinfín de puntos de vista y causas que ocasionan una guerra. De las muchas causas que enumera dos son las más importantes: “la ambición de Napoleón” y su “rechazo a retirar sus tropas más allá del Vístula”. Tolstói escribe que si Napoleón “no hubiera ordenado a sus tropas que avanzaran, no hubiera habido ninguna guerra”. Y se pregunta por qué las tropas avanzaron hacia el este hasta las fronteras de Rusia. En esta lectura encontramos las dos causas principales que explican por qué ahora Rusia se ha visto obligada a invadir Ucrania. La primera, por la ambición de Estados Unidos, que ha perdido el contacto con la realidad, aferrándose a mantener la hegemonía, la confrontación y el dominio de un mundo unipolar que ya no existe; y segunda, por el rechazo de la OTAN a seguir avanzando hasta las fronteras de Rusia. Si EEUU se hubiera dado cuenta de que ya vivimos en un mundo multipolar que necesita cooperación y una nueva arquitectura de seguridad, y si la OTAN, una organización belicista, se hubiera disuelto, no hubiera habido ninguna guerra ruso-ucraniana.

La OTAN, fiel a su belicismo, se ha ido expandiendo hacia el este y sigue con su política de “puertas abiertas” para continuar con su expansión, amenazando con permitir a Ucrania que forme parte de la Alianza, aunque de hecho ya la considera como un miembro más. Al no haber elegido Ucrania el camino de la neutralidad, manteniendo buenas relaciones con todos sus vecinos, especialmente con Rusia por su situación geográfica, su historia y por la cantidad de rusos que forman parte de su población, Ucrania ha puesto en peligro la paz en Europa y en el mundo. La neutralidad le hubiera llevado a la paz, al progreso, a la estabilidad, al desarrollo y a la prosperidad. Al haber elegido el camino de la guerra, ha cavado su propia fosa y la ha llenado de muerte, miseria, destrucción y pobreza. Ya lo advirtió Augusto Zamora R. en su libro Política y geopolítica para rebeldes, irreverentes y escépticos al afirmar que “cualquier planteamiento que pretenda incluir [a Ucrania] en la OTAN llevará irremediablemente a la guerra y a una intervención de Rusia, lo que resultaría en la desaparición de Ucrania como Estado independiente”.

El camino elegido por Ucrania contradice todas las leyes de la razón humana. ¿Sabe Ucrania el número de cabezas nucleares que tiene Rusia? ¿Le ha negado Rusia alguna vez el gas natural o la coexistencia pacífica? Que Rusia ha reintegrado parte de su territorio, es verdad. Pero no es menos cierto que ese proceso tiene unas causas que no se pueden olvidar. Ya las conocemos todos. En febrero de 2014 EEUU preparó una revolución de color y un golpe de Estado. Muchos rusos no aceptaron el nuevo gobierno controlado por extremistas antirrusos y eligieron su propio destino. Hoy asistimos a un espectáculo televisivo lleno de tragedia y propaganda en donde no nos hablan de las causas. El representante de la política Exterior de Europa, Josep Borrell, dijo en Bruselas que se ilegalizaban los medios rusos RT Today y Sputnik porque estaban llenos de “propaganda manipulada”. Y en Televisión Española habló de “propaganda basura”. En este digital, el periodista Pascual Serrano ha publicado un interesante artículo, Prohibir los medios de comunicación del enemigo”, con una buena observación sobre la propaganda del enemigo y los bombardeos de la OTAN a las televisiones estatales de los países que ha atacado.

Al hilo de este artículo, resulta sospechoso que Borrell justifique la propaganda basura del enemigo y no mencione que el gobierno de Ucrania está dirigido por extremistas de derechas y que en las filas de su Ejército se encuentran integrados el Batallón Azov y el Right Sector, luciendo símbolos nazis. Los lectores y lectoras no podrán encontrar RT Today y Sputnik, pero en Google tienen toda la información sobre estos batallones. En este digital publiqué el artículo “Ucrania: una fantasía geopolítica del belicismo” dando una amplia información sobre las organizaciones de ultraderecha que hoy están actuando en Ucrania. El periodista de investigación Max Blumenthal nos da esta información en su excelente artículo “FBI: Azov Battalion Trained Rise Above Movement”. Señala que Azov es una organización neofascista que forma parte de una unidad de la Guardia Nacional ucraniana. El Right Sector está formado por neonazis y ultras del fútbol. Llevan una represión letal contra todos los movimientos anti-Maidán. En mayo de 2014 cometieron una masacre en Odesa al atacar una manifestación pacífica proseparatista. Los manifestantes se refugiaron en la Casa de los Sindicatos y estos ultras le pegaron fuego y los quemaron vivos. Un total de 46 pro-separatistas murieron en las llamas. Por esta razón Vladímir Putin habla de genocidio. En el artículo de Blumenthal leemos que el profesor Katchanovski, de la Universidad de Ottawa (Canada), sabe “que las organizaciones fascistas son más fuertes en Ucrania que en ningún otro país del mundo. Pero este hecho no se informa en los medios de comunicación occidentales porque ellos ven estas organizaciones como un apoyo para la agenda política contra Rusia”. Y añade que la milicia RAM se ha centrado en Ucrania como “base para la conquista fascista en Europa”.

No sorprende, pues, que el presidente Putin exigiera por escrito en sus propuestas el 17 de diciembre de 2021 garantías firmes y legalmente vinculantes con tres requisitos clave: primero, no a la expansión de la OTAN; segundo, ningún despliegue de sistemas de armas de ataque letales cerca de sus fronteras; y tercero, regreso a la infraestructura militar de la OTAN en Europa al estado de 1997 cuando se firmó el Acta Rusia-OTAN. Estas peticiones son muy razonables para la paz y la seguridad en Europa. EEUU, que prefiere una guerra para sangrar la economía rusa, salió por peteneras el 26 de enero sin tomar en cuenta las preocupaciones fundamentales de los rusos. Esta ha sido la causa que ha obligado a Rusia a implementar “medidas técnico-militares”, sabiendo que ni los rusos ni los ucranianos querían una guerra. A quien sí beneficia la guerra es al “Gobierno” belicista de EEUU, dirigido por el complejo militar-industrial.

El presidente Putin se dirigió a su país y a todo el mundo con subtítulos en inglés el 24 de febrero para anunciar el lanzamiento de una “operación militar especial”. Repitió que la operación militar de Rusia no era para tomar el control de Ucrania, sino para “desmilitarizar” y “desnazificar” el país. Acusó a Los principales países de la OTAN de apoyar a los neonazis en Ucrania. Que los ucranianos pidan en las calles de España una zona de exclusión aérea significa apostar por vía directa a la Tercera Guerra Mundial. Putin ya subrayó que Moscú sabe cuáles fueron los que perpetraron la masacre de Odesa. En Rusia saben que los grupos neonazis como el Batallón Azov y el Right Sector veneran al líder ucraniano fascista de la Segunda Guerra Mundial, Stepan Bandera, que colaboró con Hitler en la guerra contra la URSS. Lo que ahora dice Putin no debe sorprender a nadie porque el 10 de febrero de 2007 ya lo expuso en su histórico discurso en la Conferencia de Seguridad de Munich. Allí rechazó las aspiraciones de EEUU de querer mantener su hegemonía mundial. Y criticó duramente la expansión de la OTAN hacia el este. Habló de  la necesidad de respetar la Carta de las Naciones Unidas. “No nos movemos hacia la OTAN, sino que la OTAN se mueve hacia nosotros”, dijo. Putin siempre ha pedido garantías de seguridad para todos y considera que lo mejor para Ucrania es la neutralidad. En las manifestaciones de los neonazis en Kiev el 1 de enero para conmemorar el cumpleaños de Bandera, coreando “Gloria” y “Nuestra Tierra”, portaban pancartas con su fotografía y en otras se leía, “Bandera, ven a restaurar el orden”. Al ver las manifestaciones nos damos cuenta de que Putin sabe lo que dice cuando habla de “desnazificar” Ucrania.

La secretaria del Partido Progresista Socialista de Ucrania, la Dra. Natalia Vitrenco, ha hablado de neutralidad en una carta abierta enviada a todos los líderes del mundo, de la ONU, de la OTAN y de la OSCE el 19 de enero, incluyendo al presidente de su país. De esto los medios de comunicación  ni una palabra. En la carta pide el cese del envío de armas a su país y el cese del chantaje político. Señala que en 1991 se estableció en la Declaración de Soberanía de Ucrania un “estado neutral”, sin pertenecer a ningún bloque. “Con esta Declaración tuvimos paz y tranquilidad”, afirma. Pero “la política del nacionalismo ucraniano integral (fascismo) nos ha llevado a una catástrofe socioeconómica, a la pérdida de nuestra soberanía y a la transformación de nuestro pueblo en carne de cañón de la lucha geopolítica de Occidente contra Rusia y China”. Para Vitrenco enviar armas a Ucrania es una violación de la Carta de las Naciones Unidas y también del Acuerdo de Minsk, “que busca llegar a un acuerdo de paz en el conflicto de Donbás”.

En España, demonizar a Putin se ha convertido en un eslogan publicitario. Más inteligente y sensato se ha mostrado el que fue embajador de EEUU en la URSS desde 1987 a 1991, Jack F. Matlock, en su artículo “The Ukraine Crisis Should Have Been Avoided” [La crisis de Ucrania debería haberse evitado]. Explica que “a finales de la década de 1990, Putin sacó a Rusia de la bancarrota, estabilizó la economía, pagó las deudas externas de Rusia, redujo la actividad de crimen organizado e incluso comenzó a acumular ahorros financieros para capear futuras tormentas financieras, sometido a lo que percibió como un insulto a su percepción de la dignidad y seguridad de Rusia”. Y matiza que “si la principal demanda del presidente Putin es una garantía de que la OTAN no acepte más miembros, especialmente Ucrania y Georgia, obviamente no hubiéramos llegado a la crisis actual si la OTAN no se hubiera expandido”.

Quien sí ha entendido la situación actual ha sido China. Wang Yi ha manifestado que China aboga por la seguridad cooperativa y sostenible de todos los países. La seguridad de un país no puede conseguirse en detrimento de la seguridad de los demás países. “Las legítimas exigencias de seguridad de Rusia deben tomarse en serio”. También se han dado cuenta muchas personas y movimientos en EEUU, oponiéndose a la política beligerante de su “Gobierno” de guerras interminables y de confrontación con Rusia y China. Piden poner fin a las guerras y una cooperación con Rusia, India y China para acabar con los muchos problemas del  mundo.

En España solo una parte de la izquierda no se ha unido a los partidos de la derecha y la ultraderecha, que siempre están preparados para la guerra. Esta parte de la izquierda sí ha entendido que el conflicto actual solo se puede resolver por medio del diálogo, aunque no sabe todo lo que está pasando. Da pena ver una parte de la izquierda con el Partido Socialista y el presidente Pedro Sánchez, juntos con las derechas, para enviar armas a Ucrania. Como buenos vasallos de la OTAN se han unido a la política belicista de EEUU para crear en Ucrania un polvorín que al final estallará. La OTAN, acostumbrada a tantas invasiones ilegales como en Cuba, Vietnam, Guatemala, Laos, Camboya, Panamá, El Salvador, Nicaragua, Iraq, Kuwait, Somalia, Sudan, Libia, Siria, Yugoslavia, Yemen, Afganistán y etc., etc., quiere apagar la mecha con gasolina. Las palabras de Augusto Zamora son más verdad que nunca: para crear infiernos están ahora la OTAN y la Unión Europea.

Juan José Torres Núñez es socio de infoLibre

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