Una España de récords
España descuella en hazañas de difícil catalogación que hablan de su compleja y complicada idiosincrasia. Todas son objeto de admiración, ocupan páginas y minutos en los medios de comunicación y llenan de orgullo y satisfacción a más de una. Su gente es capaz de colocar en una rotonda un mortero de mármol de 50.000 kilos, hacer una paella para 110.000 personas, una tortilla con 840 kilos de huevos y 1.600 de patatas, un bocata de jamón de 765 metros de largo o un mosaico de 220 m2 con 230.000 sellos. España es el país del mundo con más bares por habitante, se beben 1,07 litros de ginebra por persona/año (primera del mundo), cuenta con Casa Botín como restaurante más antiguo del planeta, el turismo duplica su población y es cuarta en compra de lotería.
A pesar de que la ciudadanía es muy de disfrutar con esas minucias, España también destaca en asuntos menos frikis, más dignos de respeto y admiración, por los que vale la pena sacar pecho y sentir orgullo: líder mundial en donación y trasplante de órganos, primer país en número de Reservas de la Biosfera, primero en superficie de viñedo y olivar, en producción de aceite y en almacenamiento eléctrico en centrales termosolares. Tiene la segunda lengua materna del mundo por número de hablantes, tercera lengua en el cómputo global. Es el tercer país con más esperanza de vida y en lugares Patrimonio de la Humanidad, tercero de Europa con menos asesinatos y homicidios, cuarto productor mundial de energía eólica renovable y cuenta con un muy respetable etcétera.
España goza de una acreditada reputación festiva por su inclinación al jaleo, la diversión y la celebración. Hay quien afirma, para bien y para mal, que la de este país es una diversión continua, un modo de vida de holganza, pereza y vagancia, como si sus habitantes fuesen ociosas cigarras a la puerta de un hormiguero. A pesar de envidias y difamaciones, hay cosas que dan la razón a quienes así perciben a España. Una de ellas, las bodas, convertidas en los últimos tiempos en meras pasarelas para lucimiento de vanidades, postureos e hipocresía social. Siempre fueron matrimonio de conveniencia entre doña Fiesta y don Negocio a la salud de un proyecto de vida compartido, pero hace años que el proyecto es una quimera a corto plazo y prevalecen el jolgorio y el comercio sin freno.
Hay quien afirma, para bien y para mal, que la de este país es una diversión continua, un modo de vida de holganza, pereza y vagancia, como si sus habitantes fuesen ociosas cigarras a la puerta de un hormiguero
La juventud, que comparte la nómina o la prestación con Amazon, Glovo, Uber, el banco, las eléctricas, el coche, la hipoteca, el Mercadona y demás buitres y parásitos, no le teme a nada: la pensión de los abuelos o la media pensión en casa paterna les da alas. Que la niña tiene antojos y el niño se encapricha para el bodorrio, se les concede todo para el día más grande de sus vidas. España es el país donde más se paga por una boda (de media 21.800 €, casi el 50% de lo que cuesta la entrada de una vivienda), detrás de EE.UU. (27.200) y seguida por Italia (20.900), Canadá (20.400) y Reino Unido (17.900). En los últimos años, se ha incrementado el coste con desmesura, a pesar de que el número de matrimonios no para de bajar desde 2007. En cuanto al gasto en regalos de bodas, España es la más generosa del mundo con una facturación de 6.000 millones € al año, lo que se traduce en unos 269 € por invitado, seguida de Italia (228) y Grecia (200).
Hay récords recientes que no son del agrado de los patriotas de pulsera, corrupción y evasión fiscal, tal vez por la impronta de un Gobierno progresista. Hay 21.056.700 personas trabajando, se han creado 1,3 millones de empleos desde el inicio de la pandemia y el paro baja al 11,6%, la menor tasa desde 2008. La inflación es del 2%, frente a la media europea del 5,5%, y el FMI prevé hasta 2024 un crecimiento de su economía del 1,5 al 2,5%, el mayor entre los países desarrollados. En los últimos siete años, ha batido su récord de exportación colocándose primera de la UE en comercio exterior, y Hacienda lleva tres años batiendo el récord de recaudación con una presión fiscal tres puntos inferior a la de la UE. Y todo tras un borrascón, una pandemia, un volcán y con una guerra en Europa. Gestión.
____________________
Verónica Barcina es socia de infoLibre.