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Gordo, calvo y con gafas

Verónica Barcina Téllez

Un personaje pasado de peso, escaso de pelo y de mirada engafada es un altavoz de la extrema miseria radicalizada que anida hoy en el Partido Popular. Tipejos de esta calaña hacen que las carroñeras gaviotas de antaño parezcan hogaño aves finas y elegantes y que sus graznidos se antojen armónicas melodías. La degradación ideológica de la derecha está a la altura de la depravación intelectual de este tipo de voceros que airean orgullosos lo que hace una década era motivo de escarnio por parte de propios y extraños.

Es tradición del PP disponer, a falta de ideas decentes, de voceros y voceras con currículum de bocachanclas y vocación de bocazas. M. Á. Rodríguez, Hernando, González Pons, Floriano o Cuca Gamarra son ejemplos de la soez oratoria verdulera y la impúdica retórica de lavadero público que valoran en Génova 13 a la hora de elegir a quien les pregone. Sus cargos públicos tratan de imitar los modos del gordito, calvo, cuatro ojos con aceptables resultados, como Ayuso y Almeida, y desastres bufos, como Rajoy y Feijóo.

Las políticas económicas, laborales, sociales y culturales del Partido Popular son de sobra conocidas por una ciudadanía que las ha sufrido, las sufre y parece persistir en volverlas a sufrir: más impuestos, recortes en derechos, privatizaciones, precariedad, bajos salarios, bajas pensiones… Ante esta realidad, la derecha recurre a sus puntales populistas: terorrismo (dejó de existir con Zapatero), independentismo (reavivado por PP y Vox), fobias (migrantes, LGTBI, mujeres…) y bandera (otra vez excluyente, de nuevo franquista).

Nunca se sabe a qué tienen más apego voceros, partido, militancia y electorado, si al bulo, a la manipulación o al odio. La deriva radical del PP parece no tener freno, impulsada por un peligroso populismo trumpista

Nunca se sabe a qué tienen más apego voceros, partido, militancia y electorado, si al bulo, a la manipulación o al odio. La deriva radical del PP parece no tener freno, impulsada por un peligroso populismo trumpista en el que no caben ni la Democracia ni la Libertad, y mucho menos valores como la igualdad, la solidaridad o la justicia. Es muy peligroso que un partido corrupto, clasista y contrario a la convivencia pacífica acceda al poder, como se está viendo allá donde gobierna en España y se vio cuando gobernaron Aznar y Rajoy.

El obeso, alopécico y miope vocero de exrema derecha se ha descolgado defendiendo a capa y espada la necesidad de que el Estado secuestre, asesine y entierre en cal viva a ciudadanos españoles. El mismo personaje, el mismo día, justifica a calzón quitado la necesidad de que el Estado utilice el lawfare (cuya existencia niegan), la Policía y la Guardia Civil para espiar y fabricar pruebas falsas contra legítimos representantes de la ciudadanía, alterando así la Democracia y atentando contra la Libertad, como en una dictadura.

Esa lumbrera ventruda, glabra, cegarra y de neuronas tullidas está autorizada a expresar el ideario de la extrema derecha de Vox y de la parte radical del PP que ha eliminado toda moderación en el otro con gafas, más delgado, con pelo y amigo del narco. Y está autorizada porque lo hace desde la tribuna de ABC en forma de columna incendiaria. Es una suerte que no ocupe escaño, pero tiene todo el apoyo de dos formaciones políticas que, por pensar lo mismo, no lo desmienten y aplauden, unos en público y los otros en la intimidad.

Tienen de quién aprender Tellado, Semper y Gamarra, tanto de este energúmeno como de otros esperpentos periodísticos tipo Losantos, Tertsch (as de copas con escaño en Bruselas) o engendros tipo Javier Negre, Cristina Seguí o Alvise Pérez. Nada sale gratis, y los medios donde colaboran estas y otras vergüenzas periodísticas son asiduos receptores de dinero público procedente de instituciones gobernadas por el PP y, con seguridad, de algún que otro sobre corrupto y corruptor. Así es este país, y puede empeorar.

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Verónica Barcina Téllez es socia de infoLibre.

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