Resulta triste que el 30 de noviembre se nos marchara el apadrinado ubetense de Madrid, el migrante que se quedaría bailando en Atocha en un hipotético final del mundo, que se bajara de las tablas musicales en el capitalino estadio Movistar Arena (una mueca más del capital que acaba de joder, sin lugar a dudas, esta introducción, por su descontextualización, su sonido ajeno al español…) Ojalá que el “Que no te compren por menos de nada” que le escribiste a Chavelita en el corazón de la península se hubiera bifurcado en los entresijos de su callejero y del ideario político que gobierna nuestra gran ciudad en los últimos tiempos. “Ojalá que volvamos a vernos”, ojalá conocer esa igualdad cultural en la que te desarrollaste, Joaquinito.
Se bajó del escenario la voz sin pulimentar, poco trabajada, tu voz tosca, (de Tuscus '[el barrio] etrusco', por alus. a la gente libertina que vivía en esta zona de Roma)... La voz carrasposa, la voz tabaquera. Sí, la voz libertina del barrio, de Tirso de Molina, desde España a la Argentina. Cuando calló, y dijiste “ojalá volvamos a vernos”, el espectro musical del recinto de Goya se cayó en forma de eco, con un público reverberante que envolvía el fin de tu caída libre, esa caída de medio siglo que con sus versos nos apaciguaba y daba silencio en nuestro ruido mental. ¿Por qué no inventar un nuevo nombre para tu voz? Voz trabina, por ejemplo.
A Joaquín Sabina, en nombre de todos/as los que te escucharon, te quieren, te valoraron y te han cantado: Hola y adiós
Se marchó la metáfora. La poesía prosaica. Se marchó el símbolo, la imagen. Siempre tiene fuerza, y a veces es cierta, la famosa frase “una imagen vale más que mil palabras”. Y sin embargo, con tus descripciones, nos demostraste lo vaga, inútil o interesada que podía ser... ¿Cómo escribir un documento histórico en la posguerra en 195 palabras? De purísima y oro. ¿Cómo redactar un panfleto cultural sobre un país con título Dieguitos y Mafaldas en tan solo 194 palabras?
Se marchó la mejor propaganda colchonera. Las risas, el humo y el bombín. Nuestro maravedí, efectivo a veces, otras imaginario; que pregunten en 2020 qué pasó en Madrid. Los acordes tan tan sencillos capaces de enmarañar la canción más hermosa del mundo.
Ahí quedan tus canciones. Tú y tus contradicciones. ¿Quién diría que, en la plena realidad anglófila de nuestros tiempos de Occidente, tu exilio en Londres (1970-1977) iniciaría una antología poética y musical en torno a esa flor de loto que es la lengua española, plantando una semilla que comenzaría a germinar 55 años después un 30 de noviembre de 2025 en forma de leyenda?
A Joaquín Sabina, en nombre de todos/as los que te escucharon, te quieren, te valoraron y te han cantado: Hola y adiós.
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Paco Ochoa es socio de infoLibre.
Resulta triste que el 30 de noviembre se nos marchara el apadrinado ubetense de Madrid, el migrante que se quedaría bailando en Atocha en un hipotético final del mundo, que se bajara de las tablas musicales en el capitalino estadio Movistar Arena (una mueca más del capital que acaba de joder, sin lugar a dudas, esta introducción, por su descontextualización, su sonido ajeno al español…) Ojalá que el “Que no te compren por menos de nada” que le escribiste a Chavelita en el corazón de la península se hubiera bifurcado en los entresijos de su callejero y del ideario político que gobierna nuestra gran ciudad en los últimos tiempos. “Ojalá que volvamos a vernos”, ojalá conocer esa igualdad cultural en la que te desarrollaste, Joaquinito.