El hombre de los caramelos

Juan M. Molina Raspal

Las declaraciones de Trump sobre cual debe ser el futuro de Gaza y los gazatíes han levantado una reacción inmediata y sustentada con argumentos de peso por gobiernos y organismos internacionales. Argumentos tan fáciles de entender como que nadie debe trasladar a su antojo a poblaciones contra su voluntad y a lugares donde tampoco quieren recibirlos. Indudable. Tal vez se le ha prestado menos atención al estilo con que lo ha contado.

Decía mi abuela Teresa que los más tontos, los tontos prototípicos, los virtuosos de la tontería, son aquellos que creen que el resto de sus semejantes son mucho más tontos que ellos. En una imaginaria Facultad de Ciencias de la Estupidez estas afirmaciones del presidente de los EUA deberían ser de obligado estudio. No tienen desperdicio. Ahí va una selección: 

“Sería mi esperanza que pudiéramos hacer algo realmente bueno, algo realmente positivo, para que no quisieran volver. ¿Por qué querrían regresar? Ese lugar ha sido un infierno”

“Serían reasentados donde puedan tener una vida hermosa

“Ese lugar es un infierno, es muy peligroso y nadie puede vivir allí

“¿Cuál sería la alternativa? Si la tuvieran, preferirían no regresar a Gaza y vivir en un lugar hermoso y seguro

Cualquiera ve que detrás de ese lenguaje compasivo, Trump intenta ocultar, sin conseguirlo, unas nada piadosas intenciones. ¡Vamos, que se le ve el plumero! Y, para mas inri, con la estúpida satisfacción de quien se cree que engaña a todos. ¡Un fenómeno! 

Y añade con audacia: "Vamos y los colocamos en Jordania y Egipto". Para que veamos que está todo previsto y no se le escapa nada, remata. “Creo que Jordania y Egipto lo harán. Sé que dicen que no los aceptarán. Yo digo que sí lo harán, pero creo que otros países también los aceptarán. Gaza es ahora mismo un sitio de demolición”.

Decía mi abuela Teresa que los más tontos, los tontos prototípicos, los virtuosos de la tontería, son aquellos que creen que el resto de sus semejantes son mucho más tontos que ellos

Como nunca falta un roto para un descosido, al lado estos personajes siempre aparecen pelotas, palmeros y listillos como si de un equipo multidisciplinar se tratara. Cogiéndolo al vuelo, Netanyahu afirma que “nunca hubo en la Casa Blanca un inquilino tan amigo de Israel. Solo diré que estoy feliz de que esté aquí, para seguidamente apuntarse entusiasta, nunca mejor dicho, al bombardeo.

Los que éramos niños allá por los sesenta estábamos advertidos de no aceptar nunca caramelos de extraños en la puerta del colegio. Podrían llevar droga dentro. Esperemos que la Comunidad Internacional no se deje embaucar por el último "hombre de los caramelos".

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Juan M. Molina Raspal es socio de infoLibre.

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