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La insoportable levedad del candidato

Raúl Gómez Sánchez

Escucho a Santiago Niño Becerra mostrar en la Cadena Ser, ante Carles Francino y los radioyentes,  su perplejidad por el hecho de que, en esta larguísima escenificación de una supuesta negociación para la formación de un improbable gobierno, los partidos políticos no centren sus mensajes en las causas y soluciones de los aspectos económicos que han traído la desgracia a tantos miles de hogares. Tras una legislatura en la que se ha incentivado activamente el despido, abaratándolo y hasta subvencionándolo de manera muy eficaz, como indica la Encuesta de Población Activa; en la que se ha precarizado el empleo hasta conseguir de manera no menos eficiente el surgimiento de una nueva clase social, la de los trabajadores pobres, todo ello en aras de cumplir los mandamientos de la troika relativos al déficit y la competitividad, con muchísimo menor éxito, todo hay que decirlo, extraña ciertamente el que cualquier opción política no se exprese básicamente en términos de posicionamiento, diagnóstico y soluciones en relación a esta plaga tan obedientemente sembrada por los servidores del poder económico.

Becerra creía entender que con ello se pretendía ahorrar al ciudadano los temas feos o, más bien, ahorrarse el político el esfuerzo y el desgaste de abordar temas feos ante sus votantesfeos. Bien es cierto que esto no puede predicarse de todos los partidos, y traigo aquí justamente a colación a IU, que no ha esquivado en ningún momento, más bien al contrario, abordar los más espinosos asuntos. Parecido debe reconocerse a Podemos; en ambos casos seguramente así ocurra porque sus objetivos sean plenamente confesables. Tampoco ocultan sus recetas, aunque sí sus objetivos, los partidos de las derechas, el viejo y el nuevo.

Se comprueba, en cambio, que los distintos movimientos del candidato a presidente de gobierno propuesto por el rey no son explicados en base a los temas feos, es decir, económicos de difícil solución sin desobediencia a los que realmente mandan; lo cierto es que las negociaciones para la formación de un gobierno alternativo al del PP las explica Sánchez en términos etéreos, como "mestizaje", o "gobierno progresista y reformista", de significado indefinido, que le permiten no concretar qué hacer con la reforma laboral, con el déficit o el euro respetando la obligada restricción de que aquello que propusiera redundara en la recuperación de derechos laborales, en la reducción de la pobreza y el precariado, en cortar la sangría de la emigración de los jóvenes. Se diría que el candidato quiere ahorrarnos a los ciudadanos la parte "fea" de la política, la parte dura, la parte "pesada" mostrándonos solo la parte "leve" en términos de la dicotomía clásica en la que se consideraba esta categoría como positiva, en contraposición a la "pesada" que se asociaba a lo negativo.

El problema es que la realidad, pesada, es también tozuda, de modo que el que Sánchez pretenda hacer como que ésta no es el núcleo real de las restricciones negociadoras, ocultándolas bajo un manto de discusiones sobre personas, grupos o actitudes, no evita que la sintamos, que la sigamos sufriendo y que, por ello, a los que no somos banqueros ni por asomo, nos produzca desasosiego que el candidato, desde su planta física de efebo griego, emule a los clásicos prefiriendo transmitir la levedad. La verdad es que si no está dispuesto a formar un gobierno que resuelva los problemas que sentimos a diario, es porque no le dejan. Y eso debe ser duro para él. Está viviendo la realidad pesada. Nos pretende hurtar su conocimiento, pero no su sufrimiento, lo que constituye doble pena: sufrir los rigores de la austeridad sin debatir sobre ella. Por eso yo, como muchos, estoy más cerca de Kundera cuando considera la levedad cómo insoportable. La levedad del candidato, en este caso.

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Raúl Gómez Sánchez es socio de infoLibre

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