Lecciones de Castilla y León para la izquierda
Una de las personas más representativas de Izquierda Unida en Castilla y León ha calificado de “mazazo” el resultado electoral obtenido por Unidas Podemos. Esto nos evita tener que discutir sobre el resultado, que es un fracaso objetivo, aunque deberían añadirse algunos matices. El resultado del 13F es tendencia, viene de lejos, y, en esta ocasión, se ha producido con “unidad de la izquierda”. Nadie competía con Unidas Podemos en ese espacio electoral y los que podíamos estar en desacuerdo nos mantuvimos callados durante toda la campaña electoral.
La discusión está en las causas. Y aquí no cabe ampararse en el “mal de muchos”, afirmando que la desmovilización es general en la sociedad, porque ya nos ha enseñado la sabiduría popular que eso es “consuelo de tontos”. Hemos comprobado una vez más, ya lo vimos en Madrid, que el miedo no atrae y cifrar una campaña en el rechazo a la ultraderecha sirve, como mucho, para fortalecer a esa ultraderecha, pero no para movilizar a los propios. Tampoco atrae mucho la crítica a la otra mitad del Gobierno de coalición. Al contrario, es una de las vías más desmovilizadoras, como venimos comprobando día tras día. Hemos escuchado al máximo dirigente regional de Podemos culpar al sistema electoral de los resultados, pero eso en las provincias más pobladas, donde el voto es prácticamente proporcional si se alcanza el 5 por 100, no sirve de excusa, porque es una mera falacia.
Más explicativo me parece, en cambio, el programa y, si “no ha dado tiempo” a confeccionarlo, esa sí puede ser una buena razón para explicar los resultados. Como también los explica la falta de implantación en el territorio. Mirad, si no, el resultado de Soria ¡Ya! Y hay un factor determinante, que los dirigentes ocultan afanosamente: la actuación del centralismo democrático. Las candidaturas han sido elaboradas por el vértice, sin participación, y asignando las cabeceras no a personas conocidas o esforzadas en sus tareas, sino a forasteros extraños, un leonés para Valladolid, un palentino para Burgos. La gente con alguna conciencia crítica -y esa es una peculiaridad del votante de izquierdas- ya no soporta esta estructura política del pasado siglo XX. Sin programa participado, sin implantación territorial y con centralismo democrático, no creo que sea necesario buscar más explicaciones. El problema es quererlo ver o no.
Todas las esperanzas ahora están depositadas en Yolanda Díaz, que acaba de anunciar que inicia la escucha al movimiento social por toda España. Yolanda apenas ha pisado Castilla y León durante la campaña, sólo pasó una mañana por un pueblo de Valladolid. La excusa era la reforma laboral, pero la causa era otra, como ponen de manifiesto sus declaraciones: nada de “frentes”, nada de “unidad de la izquierda”, sino apertura a toda la sociedad, transversalidad. Exactamente lo contrario a Vistalegre II y a su concreción en Castilla y León. ¿Qué hará, entonces, Unidas Podemos, se disolverá, regresará, al menos, a sus cuarteles de invierno? La credibilidad de la propuesta de Yolanda Díaz, sea cual sea, está directamente relacionada con esa pregunta. Eso, sin olvidar que ya existe Más País.
Marcelino Flórez Miguel es socio de infoLibre