Novísimo periodismo
Desde mediados del siglo XIX, en los textos de la prensa americana primaba la regla de la pirámide invertida, una estructura clara y organizada de la información donde los datos se presentan como respuestas a qué, quién, cuándo, dónde, por qué y cómo. En los 60, nace el "nuevo periodismo", un movimiento periodístico y literario así bautizado por Tom Wolfe, al calor de una revolución social y cultural surgida como reacción contra la fijación del gobierno americano por morder al mundo en una espiral bélica aún activa.
El nuevo periodismo revolucionó el género con autores de estilo propio lindante con la literatura. Un subgénero, el periodismo gonzo, aborda la noticia situando al periodista como parte de la historia y concediendo más importancia al contexto, al ambiente en que sucede el hecho, que al hecho mismo. La subjetividad convierte al redactor en actor de la noticia, sujeta a su visión del entorno social que rodea a los hechos narrados en primera persona con sus propios juicios de valor. Su mejor exponente es Hunter S. Thompson.
En 1941, la película Ciudadano Kane retrata la cruda relación de la prensa, la economía y la política: prostitución a tres bandas. Basada en la vida del magnate de la prensa William Randolph Hearst, poseedor en su cenit empresarial de 28 periódicos además de empresas editoriales, emisoras de radio y revistas. Pionero en el uso de los medios con fines políticos y de la prensa amarilla, generó escándalos y manipuló los medios para favorecer sus intereses políticos y comerciales. Un augurio de lo que hay hoy.
Por ahora, son contados los medios que resisten como espartanos en las Termópilas informativas a las invencibles brigadas de los oligopolios mediáticos
Las nuevas tecnologías han aportado al periodismo algo inédito: la posibilidad del lector de interactuar con la noticia o el artículo en tiempo real. Esta novedad periodística viene acompañada del declive de los medios tradicionales en favor de las redes sociales, con las que compiten en falsear y manipular noticias con los mismos objetivos bastardos que Hearst. A la vista de la deriva tomada y del fangal en que lo han mutado periodistas, intrusos mediáticos, lectores y troles, el final del periodismo está al caer.
Por ahora, son contados los medios que resisten como espartanos en las Termópilas informativas a las invencibles brigadas de los oligopolios mediáticos, financieros y políticos. En sus webs, legiones de "comentaristas", como la carcoma, corroen la información con escritos, algunos más largos que el texto comentado, que bien podría llamarse “novísimo periodismo” o "periodismo biliar". Por vez primera en la historia del periodismo, el analfabetismo, en sentido amplio, empieza a ser relevante. Y peligroso.
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Verónica Barcina es socia de infoLibre